LA PARODIA DEL GRAN DICTADOR

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Adolf Hitler veía casi una película diaria en su residencia de Obersalzberg. Su afición al cine era algo más que un hobby. Le fascinaba.

En el año 1941, en la misma sala privada de proyección en la que devoró centenares de westerns, se emocionó con La dama de las camelias  y defendió que Clark Gable era “el mejor actor de Hollywood”,  Hitler vio, y no una sino dos veces y en días consecutivos, El gran dictador, de Charles Chaplin.

El descubrimiento de ese hecho surgió durante el inventariado de fotografías y grabaciones en la residencia privada de Adolf Hitler para los Juicios de Núremberg en 1945.

También un funcionario del departamento de Cinematografía del Ministerio de Cultura alemán le refirió a Chaplin que el führer insistió en ver la película a solas y al día siguiente, por la noche, volvió a ponerla, también sin compañía”.

Años antes, en 1934, Hitler había encargado a su amiga Leni Riefenstahl uno de los documentales de propaganda política más célebres de la historia: El triunfo de la voluntad. Un filme que pretendía dar a conocer al mundo la imagen de una nueva Alemania restaurada tras el fiasco de la Primera Guerra Mundial. Música de Wagner y tropas del Tercer Reich desfilando a mayor gloria del nacionalsocialismo.

Un año después, en 1935, en el MOMA de Nueva York, durante uno de los pases première del documental de Riefenstahl, un espectador comenzó a reír a carcajadas. El público, molesto, al volverse para increparle descubrió con sorpresa que quien reía era el cómico más famoso de la época: Charles Chaplin.

El triunfo de la voluntad

Hitler vio en privado y por primera vez a su propia versión cómica: Adenoid (Adenoides en inglés) Hynkel, dictador de Tomania maquinando sus enrevesados planes para invadir Osterlich con ayuda de su homólogo fascista Benzino Napoloni.

Quizá podría ser este uno de grandes momentos privados de la Historia: el instante en que se apagaron las luces de la sala de cine de su residencia de Obersalzberg y Hitler se quedó solo ante su propia imagen paródica.

¿Qué razones le llevaron a verla?

El gran dictador, rodada mientras Hitler invadía sucesivamente Austria, Polonia y Bélgica, y estrenada el 15 de octubre de 1940 en Nueva York, apenas cuatro meses después de la entrada en París de las tropas nazis, había sido un éxito internacional, con una recaudación de más de 11 millones de dólares.

Era un hecho sin precedentes que el cómico más querido del mundo parodiara al más odiado y temido de sus dirigentes.

¿Era Hitler tan megalómano, como para no querer ver, al menos una vez, aquella película que había producido sobre él, el führer alemán, la mayor potencia cinematográfica mundial… contra la que aún no estaba en guerra?

Hinkel discurso
El Gran Dictador 1940

Quizá al comienzo del metraje, lejos de ofenderse, Hitler se sintiera extrañamente halagado por haberse convertido en el objeto de un ataque que confirmaba, incluso para aquellos que reían,  que él era una persona temible, amenazadora, a la que con o sin risas, había que tomar en serio.

El cómico más célebre del mundo había decidido dedicarle a él su primera película sonora, cuatro años de trabajo… y una producción pagada de su propio bolsillo de nada menos que ¡dos millones de dólares! ¿Cómo entonces no verla?

¿Cabe suponer una sonrisa sardónica en la cara de Hitler al escuchar el discurso inicial de Hynkel en ese alemán inventado?

Tal vez esa sonrisa quedara un tanto petrificada al presenciar el mítico baile del dictador con la bola del mundo y su patético llanto sobre el escritorio tras su estallido.

Como dijo el propio Chaplin: “¡Daría lo que fuera por saber qué le pareció!”

Chaplin abraza mundo

Hasta aquí podemos entenderlo todo. Sin embargo, que Hitler viera El gran dictador por segunda vez al día siguiente, es sin duda sorprendente, desconcertante, y nos propone otra visión sobre lo sucedido.

Pensemos, con fundamento, que algo le había inquietado o no la habría visto de nuevo.

¿Enfrentado a su propia imagen paródica sintió solo indignación o quizá cierto malestar, desasosiego, vértigo… miedo?

¿Qué rondó por su cabeza desde el primer visionado de El gran dictador hasta el segundo?

La casualidad quiso que Hitler y Chaplin nacieran con una diferencia de solo cuatro días en el mes de abril de 1889 y que tuvieran una constitución física muy  similar.

Fue Hitler quien eligió lucir un bigote, popular en los años 20 pero que ya solo utilizaba Chaplin. ¿Pensó en la posibilidad de mofas por esa coincidencia?

bigotes
“Hitler cometió el error imperdonable de elegir mi bigote”.

Ya en los inicios de la ascensión nazi, en Gran Bretaña se hizo célebre una canción paródica de Tommy Handley titulada: «Who is that Man? (Who Looks Like Charlie Chaplin)».

Años más tarde Chaplin afirmó: De haber sabido los terribles horrores que estaban teniendo lugar en los campos de concentración no habría podido rodar El gran dictador”.

En la primera película sonora de su vida Chaplin reveló estar ya un tanto pasado de moda. La obra era desigual y basculaba sin transición de los pasajes más brillantes a las clásicas bufonadas y trompazos. No obstante, el humor visual de Chaplin seguía siendo tan agudo como siempre.

Las mejores escenas del film eran sin duda las que se interpretaban sin emplear una sola palabra. La danza de Hinkel con el globo terráqueo con música del preludio de Lohengrin de Wagner es una muestra de la más genuina y grandiosa genialidad cinematográfica de Chaplin.

Bernard Shaw le dedicó estas líneas: “Chaplin es más que un genio. Es una institución, el ídolo de millones de personas de todas las razas y credos, el paladín de los infelices y los oprimidos. En unos momentos en que el enfermo corazón del mundo sangra, el ‘hombrecito’ del simpático bigote se convierte en nuestro salvador”.

Thomas Mann mostraría en cambio menos entusiasmo. Le dijo a un amigo: “Hemos visto a Chaplin un tanto debilitado, aunque en algunas escenas siga siendo muy gracioso, travestido en dictador”.

Por desgracia todos sabemos, en especial en momentos como el actual, con la invasión rusa de Ucrania en marcha, que el hecho de que la utopía de Chaplin fuera más amable y humanista que la de Hitler, no la convierte en menos utópica.

Chaplin decidió cambiar el final de la película durante el rodaje. Eliminó una escena en la que cientos de soldados nazis tiraban sus armas y participaban en un baile tradicional. En su lugar, introdujo el precioso e ingenuo discurso final, en el que –ya como el barbero judío- habla en su propio nombre.

Tal vez fuera su mayor error, no solo estético, sino también predictivo:

El odio de los hombres pasará, y caerán los dictadores, y el poder que le quitaron al pueblo se le reintegrará al pueblo”.

Franco prohibió el estreno de El Gran Dictador en España. Nos llegó finalmente en 1976, un año tras la muerte del dictador y con 35 años de retraso. En Alemania se estrenó en 1998 y en Italia en 2002.

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La desoladora guerra en Ucrania aumenta nuestra aversión a la grandilocuencia y a los mensajes simplistas y falsos que ocultan otros intereses.

La barbaridad, la sangrienta barbaridad de la guerra a gran escala, vuelve a azotar a Europa.

Y al miserable de Vladímir Putin, empeñado en dejar su negra huella en la Historia, le gusta invadir países a sangre y fuego, envenenar opositores… y contar chistes.

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Putin Hynkel

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STOP Russian Aggression
STOP PUTIN Rioja

Pere R.

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Pere R.

Pere R soy médico de familia de año sabático cerca de la jubilación. Me interesan muchas cosas, el cine y la fotografia, el arte, la literatura, viajar...pero lo que más compartir todo ello con amigos y familia. En la PúaWeb me encargo de Imatge y estoy encantado, pero lo estaría también haciendo cualquier otra cosa con y para mis amigos.

6 comentarios en «LA PARODIA DEL GRAN DICTADOR»

  • el domingo, 20 de marzo de 2022 a las 10:34 am
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    Pere, novament ens regales una de les teves magnífiques entrades. T’agraeixo molt sincerament el “curro” que hi poses en cadascun dels teus “regals”. Avui, un admirable passeig, no tan sols per l’anàlisi de la película d’en Chaplin, sinó en la excursió psicològica que plantejes quan et refereixes al visionat, per partida doble, d’aquella película per part de Hitler.
    Què passava pel cap d’aquell pervers personatge quan, tancat a la sala de projecció, veia el contingut burlesc d’aquella película, així com la grotesca gestualitat amb la que Chaplin caricaturitzava al monstre? Tal i com tu dius, només hi caben conjectures, però jo crec que per la ment de Hitler no hi havien oblits ni inquietuts que l’obliguessin a tornar-la a veure, sinó una morbositat malsana que requería de nova retroalimentació per fer més sinistre la seva potencial resposta.
    Acabo tornant a agraï-te aquest interessantíssim treball doncs, a més, en aquests tràgics dies, torna a tenir una vigència incontestable.
    Gràcies amic

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  • el martes, 22 de marzo de 2022 a las 7:30 pm
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    Magnífica entrada Pere. Muy buena la referencia al documental nazi “La fuerza de la voluntad” pues nos recuerda la eficacia de la propaganda (de la que los nazis fueron grandes expertos e innovadores) , capaz de despertar en las gentes las peores pasiones: odio, supremacismo y, fundamentalmente, resentimiento.

    Un abrazo

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  • el miércoles, 23 de marzo de 2022 a las 7:06 pm
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    Aunque ya es un sobreentendido no me queda otra que volver a tirar de tópicos para ensalzar este nuevo trabajo que nos traes con intriga y una cierta dosis de estupefacción.
    Brillante como siempre te descuelgas con esta sorpresa que vete tú a saber de que chistera te la has sacado.
    Hace poco volví a ver esta película que, si bien es cierto que no es ni mucho menos de lo mejor de Chaplin, contiene tres o cuatro escenas memorables.
    Las escenas con “Mussolini” no tienen desperdicio.
    El enlace de la película a mí me resulta “no disponible”. Una pena porque estaba dispuesto a revisar alguna secuencia.
    El discurso final es antológico.
    “La fuerza de la voluntad” es eso…mucha voluntad para aguantar esa propaganda infausta que llevó tanto dolor al mundo. Ver a esos jóvenes reír y jugar desconociendo una historia y su destino es estremecedor cuando menos sin tener en cuenta que muchos o bien se dejaron la vida o bien fueron cómplices de la mayor atrocidad de la era moderna europea hasta el día de hoy con Putin que recuerda mucho la historia como bien apuntas.
    Sólo aplaudirte y esperar que tu ingeniosa bombilla se vuelva a encender.

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  • el viernes, 25 de marzo de 2022 a las 11:24 am
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    Amic Pere, altra vegada una magnífica entrada per tot lo que va representar en la seva època, i per la vigència actual en quan al tema de la guerra d’Ucrania.
    Una pena que aquesta part del discurs final de la película: ” El odio de los hombres pasará, y caerán los dictadores, y el poder que le quitaron al pueblo se le reintegrará al pueblo”, el tinguem que tenir sempre present.
    Entenc que Hitler la veiés dos vegades o més, i sempre en solitari. Aquests i altres aspectes son dignes de comentar en tertúlia oberta i presencial.
    Pere, gràcies per l’article, i a vostè Sr. Chaplin milions de gràcies per tot lo que ha donat a aquest setè art, el cinema.
    👏👏

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  • el viernes, 25 de marzo de 2022 a las 9:18 pm
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    Pere, ja et vaig transmetre personalment, però deixo testimoni aquí del plaer de veure la teva entrada, en la que es mescla ficció i realitat, amb “El Gran Dictador” com a fil conductor. Realment és xocant que Hitler la veies dues vegades. Fins on podia arribar la seva megalomania o les ganes d’augmentar el seu odi! L’escena del globus terrestre és genial i el discurs final em continua emocionant després de tants anys que fa que vaig veure la pel·lícula per primera vegada i vaig sortir plorant del cinema. Crec necessaris aquests discursos utòpics per recordar-nos els valors que ens fan millors persones i millor societat i més avui dia que reina l’individualisme i el pragmatisme, perduda l’innocència del segle XX i amb una guerra a les portes de casa.
    Moltes gràcies i enhorabona pel magnífic treball. Una abraçada.

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  • el sábado, 26 de marzo de 2022 a las 9:53 pm
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    Gràcies amics!
    En aquesta ocasió sentia la necessitat d’escriure quelcom que em permetés parlar, des de l’anècdota curiosa i per damunt de tot des de la Història, de personatges tan perillosos i repulsius com va ser Adolf Hitler…y ara és Vladimir Putin.
    La ferida cou.

    Pepe, gracias por tu indicacíón. He restaurado el link roto en el segundo párrafo y ya se puede volver a ver El gran dictador, la péli completa en v.o.s.e.
    Y hablando de Benzino Napoleoni y sus encuentros con Adenoid Hynkel que tu acertadamente mencionas, aqui está la famosa y genial escena de la Teoría de la silla.
    Parodiar a los monstuos es terapeútico!

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