VIAJE A ITALIA (LA ODISEA)
No voy a recordar un viaje, os voy a relatar… EL VIAJE!!!
Os voy a hablar del mito, de uno de esos momentos de la vida en que San Pedro y Lucifer pactan un armisticio y se funde el Cielo con el Infierno.
Obviamente se me perdonará las inexactitudes y fantasías porque ese “érase una vez” se fraguó en el bendito año 1980.
Tal vez os cuente “mi viaje”.
EL GÉNESIS: ¿Quién dio el primer mordisco a la manzana?
Me parece increíble que alguien (yo, seguro que no) imaginara la posibilidad de un viaje Fin de Carrera en aquellos tiempos de poca “pela” y fronteras estrechas. Parece ser, lo leo en la Púa de Papel, que pudimos terminar en Segovia (por favor! aunque siempre quedará el mito del cochinillo y la coletilla … ”a que no hay huevos”…), París, Mallorca, Canarias, Madrid o Rumanía! (qué terrible lástima no recordar a quién se le ocurrió semejante destino fruto de alguna intoxicación no explicable).
Lo que ya ni siquiera entiendo es que se convirtiera en realidad, ¿o fue un sueño?
Imagino: reunión en Taquígrafo, “tíos ¿por qué no proponemos un viaje para coronar esta bendita Carrera? “Qué te has fumado?” “¿Con qué pasta lo pagamos?” “¿A quién convocamos?” “A toda la clase para subvencionarlo” “¿A dónde?” “¿Eso importa?” “Uno baratito”
Algún Astro debía pasar despistado por esa habitación y entre risas se fue materializando y concretando un plan increíble.
Se nombró a Max de tesorero, es un decir, seguramente con algún compinche, que no quiero recordar, y lo que sucedió queda para la historia.
Las Elegantes (tendré que volver después a este subgrupo) todavía están contando las pesetas de entonces y van a terapia para que algo les cuadre. Queda documento gráfico de un boleto de una supuesta rifa de financiación. El documento no engaña. Queda claro que es un donativo, no sale fecha de sorteo y caduca a los treinta días… ¿treinta días desde cuándo?
Lo ha conservado Pedro R. que debe esperar todavía que a alguien se le ocurra poner fecha y llevarse un jamón a Bilbao.

LA SALIDA (AL PARAÍSO): Y por muy increíble e improbable que sucediera, el viaje tomó forma. Se puso destino y fecha de salida. El destino, Italia, la fecha creo estar seguro que fue durante la Semana Santa de 1980 si nadie me lo rebate.
Lo más emocionante es que estábamos todos reunidos.
Lo más triste es que no todos subieron a ese autobús digno de la familia Picapiedra (a buena hora nos dicen hoy que nos enlatemos un porrón de horas en semejante cacharro, por mucho que en ese momento nos debió parecer un Ferrari).
En las escaleras de la plaza de la Catedral quedaron Marián, Miguel, Pere S., Carmen, Begoña, Pere V., Juan Manuel, Juanjo, Sebas, Jorge S. y alguien más que se escapa a mi olvidado pasado.
Al autobús subimos M Ángeles, Lourdes, Maite, Max, Pedro, Manel, Cinta, Jose, Gabi, Lluís, Ramón, Carmen S., Piero y yo.
Como estrellas invitadas, pagando por supuesto, tuvimos al hermano de Jose, una amiga de Maite (¿te sigue hablando?) y al exótico entramado de “Las Elegantes” (sí, hablaré más tarde).

EL ARCA DE NOÉ: Y, aunque hasta que no se movieron las torticeras ruedas seguía pareciendo una ilusión, empezó el viaje de nuestras vidas y, lo que sabemos años después, una aventura mágica. Entre nuestro ganado, ellos no lo sabían entonces, iba gente que encontraría por primera vez el sentido de un grupo. Hoy son unos pilares indiscutibles.
Viajamos de noche con destino a Pisa, de una tirada…con dos huevos!!!
En el carricoche algunos consiguieron dormir, yo no demasiado. Tenía que convertirme en la almohada de Manel.
No quiero ni pensar qué calvario debieron pasar las diferentes especies de confiados acompañantes que no pertenecían a nuestro grupo.
Aquellos que creían haber encontrado un chollo en la torticera agencia de viajes, que iniciaban un plácido viaje a la culta Italiana, aquellos que se dijeron “por fin vacaciones, el viaje esperado”, se encontraron inmersos en una travesía alucinógena.
Está documentado que hubo quien al escuchar el himno “Me subí a la reja” se subió al porta equipajes.
Las elegantes empezaron a sospechar que aquello no era normal a pesar de los múltiples galanteos de algunos, pero detectando ya miradas como cuchillos por parte de la sección femenina.

LA ODISEA (Se me criticará que el enunciado no tiene nada que ver con la Biblia, será algún listillo, pero no encuentro mejor definición).
Que quede claro. Si en vez de una guía de monumentos italianos habíamos incorporado una guitarra a nuestro equipaje, aquello no iba a ser muy ortodoxo ni cultural.
Lo que es del todo cierto es que visitamos Pisa, Florencia, Roma y Venecia.
No me equivoco porque las fotos son objetivas.
Dónde dormimos, si es que dormimos en algún sitio, pocos recuerdos me quedan. Tan sólo algún memorable pijama (de cuyo/a propietario/a no voy a destrozar su reputación a día de hoy) ,gente machambrada en una misma cama, algo de alcohol (el justo, si es que hay justicia en estos asuntos), guitarras y canciones. ¿Cómo es posible que no nos expulsaran de ningún hotel? ¿Alguno de vosotros ya era de la mafia calabresa?
Memorable fue una “flamenco session” a cargo de José María Bel (buen guitarrista) que se supone debió ser sobornado por Manel , Max y Gabi en disposición de palmeros venidos arriba. Los vecinos de habitación no se sabe si fallecieron por la pena o el ataque de risa.
Como alguien apuntaba en el “Aperitivo”, estaremos de acuerdo que arte, lo que se dice arte italiano, poco vimos y, si vimos algo, no es lo que retiene mi memoria. Para Davides estábamos nosotros y para Venus ellas.
Con decir que dedicamos un día en Roma a ir en bicicleta por Villa Borghese cual Pauls Newmans y Catharines Ross en “Dos hombres y un destino”… Os pongo el link de la peli porque nadie llevó móvil para grabar esos paseos.
En Florencia la visita más relevante no fue a la galería degli Uffizi, no…fue a una tienda de ¡sombreros!…memorable.
Me recuerdan que con su sombrero Max fue nuestro acadabrante mago particular. Con su clase habitual consiguió hacer desaparecer un queso de una tienda. ¡Nadie sabe cómo apareció después debajo de su sombrero!
Lástima que sus habilidades sólo las practicaba en supermercados y en bibliotecas del Opus según revelaciones recientes.

Y a todas estas, “Las Elegantes” (de las que hablaré más tarde, o no) ganándose el cielo vaticano.
Igual debimos caminar, pero en las fotos se nos ve más tirados (arrastrados diría yo) que en pie. Que si en una plaza, que si en un jardín, que si en una barandilla, que si en un balcón o en una cama, pero tirados.
La falta de sueño – y tal vez de oxígeno – debió ser la causante del cataclismo de Ramón en Venecia y su caída al canal. Desde entonces sufren las famosas “Aguas Altas” que no paran de inundar la ciudad.
En su descarga debo decir que enloqueció, bueno ya venía un poco “payá”, sin recurrir a la discoteca esa “Scucs” que le desintoxicaba de nuestra presencia.
Debí sospechar algo cuando propuso en Roma que lo lógico era no dormir e ir andando toda la noche hasta llegar al Coliseo y ver amanecer entre sus arcos. Le puso tanta prosa y se le veía tan convencido que le creí. Que tan sólo se animara Piero (otro espécimen a diseccionar, porque…¿quién se pone de portero en fútbol sala? – con decir que el otro portero era Jorge!) y nadie más, ya me tendría que haber indicado que muy normal no era la cosa, pero el alcohol me obturó las pocas neuronas libres que debían quedar y cedí. Ver a Piero meterse en lo alto de la Fontana de Trevi para robar monedas y un vaso de vino mientras la policía nos echaba, es un incunable. Poner la mesa de un bar y tres sillas en medio de una Piazza Navona increíblemente solitaria en una helada noche romana y bebernos una botella de vino chorizada a los amigos que se habían quedado en el hotel y utilizando el vaso robado, fue un hito que siempre agradeceré a esos chalados compañeros de viaje.
Por supuesto no vimos salir el sol entre los arcos del Coliseo, pero sí llegamos a él. Habían abierto el Metro afortunadamente.
Que entre todos los amigos con los que he hablado estos días nadie sea capaz de agregar grandes contenidos personales de ese viaje, que se recuerde como una nebulosa fascinante, una risa continua, una canción tras otra, dónde fue más importante el vino -malo- que el Vaticano (si es que lo vimos) demuestra que aquello tal vez bien pudo ser un sueño. Pero bendito sueño.
Aquello no fue un viaje, fue…EL VIAJE.
NOTA: En la siguiente y última entrega pasaré el álbum de fotos con…!comentarios!
Que Dios os coja confesados y reparta suerte.
Impresionante Pepe!!! No es un calificativo banal, teniendo en cuenta que las raíces latinas de “impresionante” son “in”, hacia dentro” y “pressio”, apretar. Así me he quedado leyendo tu artículo, “apretada por dentro” de la emoción y además muerta de risa. Esta no es la crónica de un viaje; es “LA CRÓNICA”.
Lo del “boleto” es genial. Realmente no pone que se rifara nada; lo de la combinación con el sorteo de la ONCE debió ser un anzuelo.
Las descripciones que haces del trayecto en autobús y otras anécdotas son antológicas. También pienso que no nos interesamos demasiado por el arte italiano en ese viaje; disfrutamos del nuestro.
Es curioso lo que guarda cada uno en su cofre de la memoria. Sería bueno que todos fuéramos aportando los nuestros. Ya te mandaré los míos en un aparte.
Gracias por hacernos disfrutar tanto, una vez más. Un abbraccio stretto.
Estic llegint i m’estic rient “ a mandíbula batiente”. Truman Capote era brillant escribint quan tenia un vas de ginebra al costat. Qué t’has fumat Pepe per escriure aquest article tan brillant? Lamento molt no poder aportar cap anècdota ni record però sí l’experiència d’haver-ho passat molt bé. Más , por favor.
“El viaje”,
Pepe, que gran historia tuvimos como grupo. Culminamos una carrera con un viaje increíble que algunos lo disfrutamos tanto que siempre que se habla de él intentamos visualizarlo sin mucho éxito pero que gracias a las fotografías y a los relatos tuyos se va a revivir de nuevo y a persistir definitivamente en nuestras retinas.
Lo del boleto es genial, no poner fecha no se me hubiera ocurrido ni en mis mejores momentos de lucidez. Las elegantes pasan por los recuerdos como el sol por las nubes desdibujandose.
Ya espero impaciente tu próxima entrega.