NADA ¿O TODO? (Parte 2)
Tal y como acabé la primera parte de lo que quiere ser mi particular homenaje a Carmen Laforet en el centenario de su nacimiento, podríais pensar que estamos ante una mujer que vivió una vida alternativa y rompedora frente a las que eran sus compañeras de género.
Nada más lejos de la realidad, en los años 50 en que nos encontramos, la escritora también tuvo cinco hijos de los que se ocupó de forma activa y eficaz, persisten múltiples fotografías en distintas actividades con ellos. De hecho su hija mayor, Marta, explica que en una entrevista, a raíz de la publicación de su segunda novela tuvo que dar explicaciones porque el periodista le preguntó como había tardado tanto en volver a publicar. La escritora contestó “Tengo 31 años, he escrito dos novelas largas, otras cortas, cuentos, artículos de periódicos y he tenido cuatro hijos (aún no había tenido el pequeño). Otros a mi edad aún no han empezado”.
La hija recuerda que su madre estaba siempre presionada por ser la autora de “Nada” y que eso la influyo toda su vida, que había una comparación continua de su posterior producción con esa novela y que , de hecho, después de “La insolación” en 1963 dejó de publicar, y todas las novelas posteriores aparecieron de forma póstuma gracias, en parte, al empeño de los hijos. Parte de su obra se ha perdido, y concretamente de una novela que cerraría la trilogía de “La insolación” (junto con “Al volver la esquina”), solo se hallaron notas sueltas en libretas abandonadas.
De su primera trilogía, la más autobiográfica, la tercera novela “La mujer nueva”, muy polémica en su momento. tiene un interesante periodo vital como trasfondo. Se trata de la relación de amistad/amor que vivió la escritora con Lili Álvarez, deportista (primera mujer española que participó en unas Olimpiadas), escritora y periodista. Esta relación, teñida de ambigüedad sexual supuso, al parecer, una intensa influencia religiosa en la escritora. La protagonista de la novela, Paulina Goya, una suerte de reflejo suyo, es una mujer que se independiza tras separarse de su marido, demuestra que es capaz de valerse por sí misma y mantiene una intensa relación amorosa ¡en la España de los años 50! Pero buscando la paz interior y descubriéndose a sí misma sufre una profunda transformación religiosa que ensombrece, según muchas críticas, los indudables tintes feministas previos. La novela se tildó de corta de miras e incluso hipócrita aunque recibió el premio Nacional de Literatura en 1956. La recepción del público supuso para la autora una decepción profunda.

Y vamos a hablar del arranque de su segunda trilogía, en que, por primera vez, elige un protagonista masculino. Se trata de “La insolación”, que ya os he venido anunciando y que para mí constituye una novela muy interesante para conocer la obra de Carmen Laforet, su estilo, su abordaje de las temáticas y, sobre todo, sus profundas y curiosas contradicciones que la hacen tan atractiva literariamente. El título hace referencia a “esa especie de sutil borrachera que facilita que los sentidos y la imaginación campen por sus respetos”. Martin Soto, el protagonista, es un chaval huérfano de madre que vive con sus abuelos maternos durante el curso escolar y al iniciarse el verano se traslada a un pueblo de la costa levantina para pasarlo con su padre militar y la nueva mujer de éste. Conoce a dos hermanos de su edad, extranjeros y cosmopolitas, que siempre han vivido en un ámbito de libertad que él desconocía y el transcurrir de ese verano supone su iniciación al mundo adulto con todo lo que ello supone y, con un episodio concretamente, en que la autora vuelve a mostrar ese espíritu transgresor y adelantado a su época que tan mágico me resulta. No recuerdo las palabras exactas pero al final del libro el protagonista toma conciencia de que ha pasado el verano en un estado de insolación aunque los lectores seamos conscientes de que lo que hemos presenciado es la adolescencia en estado puro.
En la segunda, “Al volver la esquina”, encontramos los mismos personajes veintitantos años después, reunidos por una casualidad, y para mí y al margen de la curiosidad por conocer lo que fue de ellos, resultó mucho menos interesante. Fue publicada ya de forma póstuma y se publicitó fundamentalmente como la oportunidad de conocer otra obra de una autora de tan escasa producción literaria ¡otra vez la crítica más o menos velada!
En cuanto a la que debía cerrar la trilogía poco se encontró, como ya os he dicho, aunque los hijos buscaron a conciencia un borrador o incluso la novela ya adelantada.
Y dejo para una tercera y última entrega, su historia personal, a raíz de la separación de su marido con la condición o mejor exigencia que éste le impuso y que supuso un antes y un después en su producción literaria. Podríamos decir que sacrificó ésta en aras de su libertad, no olvidemos que aunque la pareja llevaba muchos años de distanciamiento la separación legal se produjo en 1970 cuando las mujeres aun precisaba autorización conyugal en muchos aspectos.
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Gracias Maite! He empezado la casa por el tejado, leyendo primero esta segunda parte de Carmen Laforet que nos presentas de forma tan completa. He disfrutado de tu prosa fluida, sin desperdicio…No la conocía literariamente, pero me gustará leerla. En especial el primer libro de la 2ª trilogía, la que se adentra en la vida del adolescente… También el que habla de su propia vida, pionera y a la vez la propia de las mujeres de su época, madres y amas de casa, que me recordará lo que me contaba mi abuela sobre su propia vida y la de mi madre…
En otras palabras, gracias por tu propuesta!!!
Un abrazo fuerte
Cristina
Que bien,Maite, seguimos avanzando, en esta entrega por capítulos, en el conocimiento de esta escritora, ahora de su obra.
Quedamos con la intriga de conocer, en el tercer capítulo de esta entrada, tal y como nos anuncias, esos aspectos más personales de su vida.
Te esperamos…
Gracias Maite, muy interesante este recorrido biográfico-profesional de la autora. Ya te dije en la anterior entrada sue leería a Laforet, hoy te lo reitero., probablemente no renunciaré a empezar por Nada, pero a buen seguro continuaré pir Insolación
Pensaba hacer el comentario al final de las entregas, pero ya me has dado más que motivos para adelantarme.
Coincido con los otros amigos, en que Nada ha sido nuestra puerta de entrada desde las estanterías de la casa de nuestros padres a la autora. Siempre fue una lectura tentadora y con tu entrada y el gusanillo que me has metido, seguro que lo rescataré y disfrutaré.
Como siempre es un placer leerte, no nos abandones por favor!
Ahora ansiando detalles personales.
Muchísimas gracias
Maite, tu entrada sobre Carmen Laforet no puede ser más maravillosa y oportuna.
Parece que por fin, cien años -se dice pronto- después de su nacimento, comienzan a disiparse las brumas sobre la obra y la vida de esta mujer, irrepetible fenómeno de nuestra literatura.
Su hasta ahora misteriosa peripecia personal, los porqués de sus largos silencios, empiezan a salir a la luz y agrandan aún mas su figura.
En tus textos se percibe tu amor por la escritora y la mujer, en todas sus múltiples dimensiónes.
A mi me parecen admirables su empeño por ser y sentirse libre en una sociedad como la de su época, su personal batalla para escribir y para vivir plenamente, esquivando todas las trabas en ocasiones de forma confusa y dolorosa… Tu nos has descrito perfectamente los claroscuros y la luz de este ser excepcional.
¡Gracias y enhorabuena! Espero con muchas ganas la tercera entrega.
(P.D.: Hace unos meses leí algunas cartas (ahora publicadas), muestra de su larga amistad – sobre todo epistolar- con Ramón J. Sender, exilado en EEUU y uno de los autores españoles favoritos de mi juventud…y me parecieron entrañables e interesantísimas.)