MARI TRINI FRANÇAISE (Primera Parte)
Acababa de comenzar la década de los 60 del pasado siglo y Nicholas Ray – director de Johnny Guitar, Rebelde sin causa o Rey de Reyes- seguía en España bajo la carpa de Samuel Bronston.
El productor americano había hecho de la península ibérica su gran estudio de cine. Y en 1963 se encontraban rodando 55 días de la guerra de los bóxers en un Pekín de cartón piedra edificado en Las Rozas, Madrid.
Ava Gardner, divorciada ya de Frank Sinatra y rendida a Luis Miguel Dominguín se había instalado en Madrid unos años atrás.
Su relación con el torero había terminado y ahora vivía rodeada de amigos, organizando locas fiestas en su casa de la avenida del Doctor Arce.
Su vecino Juan Domingo Perón la había denunciado en varias ocasiones por los jaleos que allí montaba. Mientras, Nicholas Ray, también vecino suyo y mucho más dado a los saraos, se había convertido en su media naranja en las largas noches de noctambulismo madrileño.

Cuando Bronston, tras un ingreso de Ray por sus abusos de todo tipo, le quitó 55 días en Pekín, el director terminó por abrir en Avenida de América un templo a la medida de Ava. Lo llamó Nicca’s (por su hija Nicca y porque en inglés “Nick ass ” suena como “el culo de Nick” o “el gilipollas de Nick”, una broma suya).
Aquel garito, teóricamente un club de jazz y rock, donde se podía tomar copas y escuchar música en vivo, atraía a la más variopinta bohemia madrileña.
El Nicca´s se convirtió en el club de los americanos y la gente de cine, pero apenas estuvo abierto dos años porque Ray, al que algún amigo calificó como “un loco de la vida, generosísimo, sin ningún sentido del dinero”, era incapaz de administrarlo.

En el Nicca´s se formaron los primeros grupos de rock madrileños, como Los Pekenikes, pero también desfilaron por allí Los Brincos, el gran Dizzie Gillespie e incluso una desconocida y jovencísima Mari Trini. Aquella quinceañera menuda y tímida, vestida de cuero negro, cantaba en francés temas propios o a Brenda Lee o Los Everly Brothers en inglés, siempre acompañada de su guitarra.
Algo debió ver en ella Nicholas Ray -que a sus 48 años aún conservaba la vista en sus dos ojos- para decidir representarla y enviarla a Londres -el de la beatlemanía y las minifaldas- a estudiar arte dramático, con la promesa futura de rodar otro “Rebelde sin causa ”, esta vez con ella como protagonista femenina.
“Creía que yo podría ser una gran actriz y tenía el proyecto de rodar conmigo ese largometraje en Yugoslavia, pero murió y se acabó todo”.
Durante su estancia en Londres MariTrini participó en un programa de Peter Ustinov en la BBC y tuvo la oportunidad de conocer a Paul McCartney, Roman Polanski, James Mason o Marlene Dietrich.
“Allí mantuve largos diálogos con Paul McCartney, no era famoso y éramos unos críos”.
Tras pasar un año en Londres, no se sabe si porque Ray perdió el interés en su protegida, pero lo cierto es que un día Mari Trini le perdió la pista y decidió volar a París.

Mari Trini vivió de los dieciséis a los veintiún años en la ciudad del Sena, compaginando su carrera musical y de canto, con sus estudios y trabajos de supervivencia.
Frecuentó los ambientes de la bohemia, las cuevas del existencialismo. Cantaba y tocaba su guitarra en las terrazas del Quartier Latin en las que alguna tarde se tomó una cerveza mano a mano con Jacques Brel.

A aquella época pertenecen sus primeras grabaciones con la discográfica Pathé-Marconi.
Fueron sus primeros singles y un E.P. titulado Bonne chance (1965) donde se incluía un tema titulado Ce n’est pas moi que años más tarde sería un éxito en su versión española (“Yo no soy esa”).
Pero, ¿quién era realmente Mari Trini?
María Trinidad Pérez-Miravete había nacido en 1947 en Caravaca de la Cruz, Murcia, pero a los cuatro años se trasladó a vivir a Madrid con su familia.
Su infancia se vio marcada por una larga enfermedad renal, que la postró en la cama de los 7 a los 14 años. Su mala salud la perseguía y tras superar sus problemas renales tuvo que someterse a varias intervenciones de garganta y oídos. A consecuencia de ello le quedó como secuela una leve parálisis facial. Fue en aquella larga convalecencia cuando comenzó a componer.

En 1968 cuando esta murciana afrancesada – ¡con sólo 21 años y tan viajada! – regresó a Madrid, a causa de la muerte de su padre, lo hizo convencida de que quería dedicarse a cantar y con sus primeros temas ya compuestos. Por aquel entonces tenía muy poco que ver con el resto de sus colegas de la piel de toro.
Primero probó suerte con sus maquetas en la multinacional RCA. Y en 1969 publicó con ella, Mari Trini , su primer disco en España, cantando algunos temas propios y otros de nuevos valores como Juan Carlos Calderon, Patxi Andión o Luis Eduardo Aute, pero el disco no funcionó.
“Yo tenía ya compuesto el álbum de Amores, pero el director de la discográfica decía que una mujer no era capaz de “componer” canciones, así que no prestó atención a mis temas. ¡Imagínate! Parece que estamos hablando de la Edad Media”.
“Un día un manager me dijo: ‘Tú, con esos vestidos negros y largos, como un cura, no te vas a comer un rosco’. Yo le dije: ya lo veremos”.
Mari Trini con su aparente fragilidad, sus grandes ojos claros y su rictus trágico en el rostro, salía a cantar sus propios textos arropados por inspiradas melodías. Pequeños poemas cargados del característico pesimismo existencialista de la chanson . Y lo hacía con una urgencia expresiva casi mayor que la de Piaf o Jacqes Brel.
Su interpretación de Ne me quitte pas, considerada por muchos la mejor versión en voz femenina, figura en el museo dedicado a Jacques Brel en Bruselas.

Con el tiempo Mari Trini llegaría a ser la autora e intérprete de baladas imprescindibles en el cancionero español de los años 70 … pero dejaremos eso para la segunda entrega de esta entrada.
Quiero terminar esta primera parte con un recuerdo personal: a principios de los años 70 tuve la oportunidad de ver un concierto suyo en la discoteca Tropical , frente a la playa de Gavá. Yo no tenía aún ni dieciocho años.
En aquella ocasión iba acompañada de un cuarteto que podría considerarse de jazz y sonaba muy bien sin los clásicos arreglos de las grabaciones comerciales. Escucharla cantar en aquella sala de poco aforo, con aquel desgarro suyo pero en un tono más jovial y cómplice, fue para mí impactante. Aquella noche descubrí a alguien con caracter, un estilo muy personal y mucho coraje.
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Gràcies Pere per recordar-nos a Mari Trini, una gran dama de la cançó, i fer-ho d’aquesta manera tan atraient. M’encanta sentir-la cantar en francès i estic d’acord a dir que la seva versió de “Ne me quitte pas” és superba. De moment, la seva història ja és de pel·lícula i per sort continuarà.
Una abraçada.
Gracias Pere, me ha parecido muy interesante la entrada, pues no tenía ni idea de esta etapa de Mari Trini en Inglaterra y Francia.
Una artista cuyas canciones y personalidad me resultaron atractivas en los años 70 a través de sus discos y apariciones en TVE , pero de la que aquí me descubres que tenía detrás una vida y arte con mucha mas enjundia que la de una mera cantante pop.
Un abrazo
Pere, una gran història associada a un dels referents de la canç ò espanyola de la època. Estic d’acord amb tu amb senyalar les seves qualitats com intèrpret. Llàstima que aquells època acomplexada i plena de prejudicis, no ens atrevíssim, al menys jo, a ponderar-la com calia
Gràcies Pere, un reportatge molt suggestiu i oportú
ESPECTACULAR!!!
Cuando me comentaste que ibas a hacer un artículo (que ya son dos y babeo con la continuación) sobre Mari Trini pensé que sería un trabajo de salir del paso.
Es obvio que tiene incunables de la canción española que incluso en este bendito grupo han sido versionadas en el rompeolas.
Agradezco muchísimo tu aportación que me ha dejado de pasta de boniato.
Si hasta he descubierto que llegó a vivir en San Pol !!!
Coincido plenamente en subrayar la versión de “Ne me quitte pas” en directo y en TVE (en un programa de Íñigo).
Tu acercamiento a su juventud y primeros pasos por Madrid y París son todo un logro y un descubrimiento.
Genial amigo es siempre un placer inmenso compartir la vida contigo.
Amic Pere, m’has arribat a l’ànima amb aquesta entrada sobre una dona que, amb les seves cançons i la manera d’interpretar-les, va acompanyar el final de la meva adolescència i tota la joventut.
Encara avui forma part de l’ambient musical a casa cosa. Es com diria ella:
“ una estrella en el jardin”.
Vaig tenir també l’ocasió en aquells anys de joventud de veure-la cantar ben aprop meu, en una festa major d’un poble que ara no recordo, però l’història que envolta aquella nit de concert, no l’oblidaré mai, continua vivia i present en mí. Un dia, fent un cafè, te la contaré.
Pere, amb aquestes entrades els teus amics, com també faria Mari Trini, et diem: “ Te quiero con locura…”