UN PLAN EN TAVASCAN

Antes de iniciar mi relato pido perdón a mis seguidores neo zelandeses.

He tenido que interrumpir mi serie de entregas en su prestigiosa revista The National Geografic New Zellander Comunication donde tenía previsto publicar un inmejorable y demoledor artículo titulado “la evolución del saltamontes al canguro”, premio seguro Koala Award.

Sorry!!!

Me veo obligado porque soy un blando sentimental que se entrega a las peticiones de sus amigos y de los … ¡tres millones de seguidores!!!

El nunca suficientemente bien alabado Pere, lanzó un nuevo reto al grupo de inconscientes que todavía le seguimos.

Entre estos no se encuentra Pedro que al parecer sigue por Camarasa esperando al grupo de Montroig (el cree que ha llegado a Estocolmo ), Gabi que al llegar a los Pirineos se ha pasado de frenada con esos cacharros que los carga el diablo y ha aterrizado en los Balcanes y Begoña que ya no se confunde de hora, ha evolucionado y ahora consigue confundir el día y aparece en Dinamarca.

Para una vez que vamos a tener el honor de la presencia de Maite en el grupo (evidentemente no para conquistar en Himalaya) le coge un jamacuco el día antes.

Esto es como el día de reyes cuando éramos pequeños. Te ilusionas tanto, en su caso por verme a mí en acción, que se te cierran los circuitos.

Sinceramente, una lástima.

Para esta ocasión Pere nos cita donde se termina el mapa.

Te mueves un poco y te bañas en Biarritz.

Con tal motivo era obligada una reserva de hotel y dos noches (él se lo ahorra, porque tiene el poderío que hoy se llama autocaravana)

Como siempre, la organización nunca es fácil.

Doscientos mensajes después, empiezas a entender algo, muy confuso, pero algo.

Que si vamos a un lago perdido, que si ahora no lo sé, que si el camino está impracticable (Lluís en un ataque muy típico después de un empacho de huevos con trufa, se ofrece a quitar piedras), que si va a llover, que ahora ya no llueve… trescientas cuarenta y cinco alternativas después, mi encefalograma, ya plano, dimite.

Me entrego … como siempre, al mesías.

La gente tiene el concepto de mí que no viajo. Cómo no voy a viajar si hago trabajos sobre canguros y me manda Pere a cuatro horas y media de mi casa!!!

En ese espacio de tiempo llego a Egipto.

No os preocupéis, soy de acero fundido y no me afectan las distancias ni los retos imposibles para la mayoría de vosotros.

Con toda la ilusión y sin las ideas muy claras, todo hay que decirlo, cogimos coche y carretera con destino a Tavascán un viernes cualquiera.

En nuestro plan de ruta estaba prevista una parada durante el trayecto para comer.

Estos viajes intercontinentales hay que tomarlos con calma.

Paramos pasadas las tres y media en el célebre pueblo de Agramunt célebre por su turrón y por haber comido yo allí más de una vez… siempre a voleo.

Doy fe de la amabilidad de sus habitantes, su humor y su santa paciencia con nosotros.

El calor apretaba y al preguntar por las últimas lluvias me contaron un dato bíblico que desconocía.

Al parecer, cuentan que está documentado que durante el Diluvio Universal, en Agramunt estuvo tan sólo tapado y Noé al soltar una paloma al pasar por allí le volvió una urraca.

Tremendo y seco lugar que nos envió con más ganas hacia nuestro destino.

Pasar Llavorsí y meterte en el submundo del Cardós es un espectáculo de verdes y agua.

Llegados a Tavascán consulté mi Pichipedia para conocer detalles relevantes respecto al lugar.

El hotel, Estanys Blaus, sencillamente delicioso con un matrimonio tan peculiar como el mismo entorno.

Cristina ya había tomado posesión del lugar. M. Ángeles y Manolo llegar inmediatamente después.

El dueño, un cachondo mental con antecedentes kármicos púas sin duda, poseedor del don de la tele transportación, nos envió de paseo a un cercano pueblo al que podíamos llegar sin sherpa y sin nuestro bien amado guía de cabecera.

El pueblo, Anieto es su nombre, valía la pena y mientras Cristina, M.Ángeles y yo no retozábamos y metíamos buenamente mano en un banco con vistas excepcionales que inducían a la lujuria, Ana y Manolo desaparecieron vete a saber tú donde.

El caso es que los encontramos con otro personaje, yo creo que en ese valle los fabrican, indescriptible.

El tal Delgado, ese era su apellido como bien nos aclaró después el personaje de la tele transportación, no debía haber hablado en varias semanas.

Nos fue de un pelo, y de que teníamos la cena pagada, que no sacara unas butifarras allí mismo.

Nos mostró la bellísima iglesia prerrománica, pues, como no, él tiene las llaves de todo, y un horno de pan comunitario muy curioso.

Un hombre sensible, sin duda.

Con la cena a punto, llegaron Marta, Lluís, Jose y Pep.

Pere y Loli se retrasaron ligeramente, llegaron …. a las dos de la madrugada!!!!

Yo no entiendo mucho de mecánica de coches, pero si calculas que vas a llegar a las once y fallas el cálculo en tres horas, me parece que algo le pasa al acelerador y no ganas ni una carrera de tortugas.

La previsión del tiempo era poco menos que catastrófica, pero este irreductible grupo de descerebrados, sobre todo cuando en el desayuno hay huevos revueltos, es totalmente inmune al desaliento.

Si luego te quedas como un pollo mojado, a Pep le hacía mucha ilusión, es lo que hay.

Llegaron Pere y Loli, ellos dormían, se supone, en su auto caravana, más o menos puntuales.

Explicó Pere tantas alternativas según el tiempo y el cansancio, que a mí me dio que no había tantos caminos posibles por allí.

Sin embargo el “tele transportado” que, como no, había aparecido por allí para controlar la situación, no sólo aprobó cuanto dijo, sino que lo propuso para sherpa del Cardós del año.

Empezamos a andar con un poco de trampa por la edad y asma de algún componente.

La primera parte la hicimos en coche, que es una de las formas más inteligentes que conozco de organizar y realizar un treking.

Luego ya, en un lugar idílico la cosa se puso cuesta arriba y a pie.

Cuando inicio una marcha me acuerdo (mi cultura no tiene límites) de  Horacio, un poeta romano bastante pringado, que escribió en tiempos de César, él era amigo de Bruto, que “el que empieza ya está a medio camino”.

Digo yo que esto debía ser en Roma cuesta abajo para llegar a las letrinas. No lo pillo.

El caso es que da gusto ver el inicio de la caravana, todos agrupados con Pere al frente más tieso que un gos d’atura.

El orden no dura demasiado francamente y al poco rato ves que los del asma se van quedando con un azul que no tiene buena pinta.

Como hay que hacer cuatrocientas fotos, no hay problema.

El problema lo tiene Pere con su programa a tomar por culo.

Cierto es que el lugar, sin duda, es de lo más bonito que he visto por Catalunya.

Anda que te andas, sin casi darnos cuenta, llegamos a Cuenca. Quanca para despistar a los incautos

Parece lejos, pero es posible que tenga razón el tal Horacio…andas un poco y te presentas en Castilla.

Yo, en honor a la verdad, las casas encantadas no las vi. Casas bonitas, sí.

Entre bordas, riachuelos, prados y cascadas de lujo (recuerdo algo parecido en mi visita al Niágara), fuimos pasando la mañana.

El tiempo nos había respetado (pobre de él si le estropea el plan a Pere) y ya nos plantamos en la hora de comer.

Yo, confieso que con el recuerdo todavía fresco del patético restaurante en donde nos metió en Montroig, estaba cagado.

Sin embargo, la lluvia se insinuaba y encontramos un pueblo, por llamarle algo, semi abandonado, y una casa con cubierta en su parte trasera.

A la mayoría el menú nos lo había preparado el hotel…por desgracia.

Los grandes montañeros, estoicos genéticamente, estamos acostumbrados al sufrimiento cercano a la tortura.

Masticar y conseguir transportar ese enjundrio plastificado que nos dieron a través del esófago, está tipificado como uno de los más grandes retos del alpinismo.

Con ese pan seguro que construyen paredes indestructibles.

No quiero ni pensar lo que debió sufrir tragando eso el bueno de Lluís.

El horror era manifiesto en todos menos en Pep acostumbrado a las piedras y los egoístas que se trajeron sus bocadillos, que no compartieron a pesar de ver las manchas verdes de nuestros rostros a medida que deglutíamos, y alguien que no nombraré ni con electrodos en los testículos.

M.Ángeles, en un acto de amor, nos recompensó con unas excepcionales avellanas y cerezas de no te muevas que vienen curvas.

Comida terminada, meadita por aquí y por allá, tormenta a la vista, parecía que el resto era bajada tranquila.

Una mierda!!!

A Pere se le había pasado por alto el detalle que había tramos con caídas libres de tres mil cuatrocientos metros donde se tenía que pasar agarrados a cuerdas y rocas resbaladizas asesinas.

Ver a Jose en un descenso de tal descalabro produce escalofríos. Escuchar las maldiciones que sueltan sus rodillas en momentos así, ni un cronista tan experimentado como yo, es capaz de soportar y reproducir.

Sin más incidentes, siguiendo a una Cristina desbocada, ágil y con movimientos de cadera dignos de una gacela hindú, llegamos al destino donde nos esperaba uno de los muchos retos alternativos (¿os he dicho que eran millones?) que nos había preparado el gran Pere que después de seis horas de “sube y baja” no se había ni despeinado (yo tampoco por diferente motivo).

Empezaba la visita a una central eléctrica.

Puedes sospechar que no te vas a divertir cuando te ves ridiculizado con casco minero y chaleco butano fosforito.

Me podéis llamar lo que queráis, pero disfrutar, alguno de los nuestros babeó (no los mencionaré ni con tarántulas en el culo), con detalles sobre la diferencia entre una turbina Pelton y una Francis , es de “tengo un problema, mamá quiero ser bombero”.

Si hasta hicieron preguntas … te cagas!!!

Una pareja vio despertada su vertiente más guarra con ese disfraz de minero.

No los mencionaré ni con aguarrás en el ojete.

Recordé la inmortal peli porno (un cinéfilo como Pedro la recordará sin duda) “Paco saca la turbina y todo el mundo alucina”.

Esa noche los vecinos vieron levitar una furgoneta a golpes de piolet.

Después llegó el momento más esperado de la cita.

Baño colectivo/guarro en la piscina jacuzzi del hotel.

Qué explosión de carnes, qué cuerpos, cuanta generosidad abdominal, qué protuberancias….

Entre las burbujas del surtidor detecté alguna sospechosa con ese don que Dios me ha concedido..

Llamadme obseso si queréis, pero estoy seguro que alguien aprovechó esa circunstancia para tirarse un pedo que con lo que habíamos comido y el tapón provocado generó un chorro que casi nos cuelga del gimnasio de al lado.

Tengo mis sospechas, pero antes me meto un chile mejicano picante en la boca y que me sangren las orejas que soltar el nombre.

Los garbanzos están menos rato en remojo que nosotros.

Qué momento!!!

Pero la última cena nos reclamaba.

Trinxat y croquetas caseras, según sugerencia de nuestro Lluís bien amado y con un ojo infalible, aunque después del banquete del medio día, hasta un mc. Donnals hubiese colado.

Las cerezas de Lérida cerraron el festival y casi sonaron a triste despedida.

Al día siguiente, visita imperdonable al caravanón de Pere y Loli.

Aquello, tras una noche de pasión, olía un poco a quemado que bien pudiera ser porque él se hubiese dejado el freno de mano puesto a la ida o por fricciones no reproducibles aquí y que en algún poblado de África han provocado algún incendio en la sabana.

Ana y yo, emocionados y moqueando (cuesta separarse de este adictivo grupo de cafres con múltiples taras ortopédicas que superan con un inmenso corazón) nos marchamos, dejando a su suerte al grupo.

El resto de componentes comió en algún lugar indeterminado, pero esa crónica no me corresponde porque mis delirios e invenciones ya las he saturado.

Gracias a todos

Enorme y santo Pere, no tardes en convocar otra locura como esta, y si es posible hacia Camarasa para rescatar a Pedro de una vez.

Nota: Hoy está prevista la llegada de la auto caravana de Pere y Loli a Tarragona. La bajada ayuda.