Teresa Martín y Jorge Luis Borges (II)
Como introducción a esta segunda parte de la entrada de Teresa Martín quiero incluiros un currículo de la autora que ella, por modestia como sabemos bien los que la conocemos, considerará innecesario pero que yo, que ya os la he presentado a nivel humano, creo que complementa muy bien su perfil. No conoceríamos del todo a Teresa sin conocer también los aspectos profesionales que han contribuido a configurarla como la gran mujer que es actualmente.
Teresa Martín Taffarel nació en Buenos Aires y reside en Barcelona desde 1983. Es Licenciada en Filología Hispánica y se dedica a la enseñanza y a la creación literaria. Profesora de técnicas de escritura (cuento y poesía) y de formación literaria en la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonés y en la Escuela de Escritores Alonso Quijano de Alcázar de San Juan. Imparte cursos de literatura para profesores en el área de Formación Permanente del Col.Legi Oficial de Doctors y Llicenciats en Filosofia y Lletres de Catalunya, en Barcelona y en las delegaciones de Tarragona, Lérida, Gerona y Baleares.
Libros de poemas: Mínimo equipaje (Meteora, 2003), Lecciones de ausencia (Candaya, 2005), Del tiempo y las sombras (Candaya, 2009), A quien corresponda (Carena, 2015). Libros de ensayo: El tejido del cuento (Octaedro, 2001), Caminos de escritura (Octaedro, 2003), Vida, secretos y costumbres del mundo encantado de las Hadas (Óptima, 2003), Jorge Luis Borges: la escritura del mundo, Trayectoria poética de Pablo Neruda (Fundación “la Caixa”).
Ha participado en varias antologías de poesía y de cuentos. Tiene en proceso de publicación dos poemarios. Ha sido Jurado en certámenes de narrativa y poesía y correctora de estilo en el Círculo de Lectores. Ha preparado la edición de clásicos castellanos para la editorial Onda, que incluye el texto y un análisis de cada obra; dos novelas ejemplares de Cervantes, Los Pazos de Ulloa de Pardo Bazán, y Los diez mejores cuentos de Rubén Darío son algunos de los títulos de la colección.

Y ahora sí, vamos a dar paso a la segunda parte de su entrada sobre el escritor argentino, que seguro que disfrutareis tanto como la primera.
Cada autor, como el hombre que sueña a un hijo en “Las ruinas circulares” o como el rabino de Praga que sueña esa especie de extraño Adán que es el Golem, se convierte en dueño del destino ilusorio de sus criaturas, cuya naturaleza, sin saberlo, comparte.
“Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.” Las ruinas circulares, en Ficciones
“¿Por qué di en agregar a la infinita
Serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
Madeja que en lo eterno se devana,
Di otra causa, otro efecto y otra cuita?
En la hora de angustia y de luz vaga,
En su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga.” El Golem, en El otro, el mismo
Borges nos sitúa en ese abismo infinito, sueños de sueños, reflejos de reflejos en espejos enfrentados, tiempo cuya sucesión progresiva queda invalidada en una circularidad inacabable.
Espejos y laberintos, el tigre y la rosa, los círculos y la noche, entre otros, son símbolos de ese andar por los caminos del lenguaje, ahondando en la sombra de las cosas, donde se oculta la luz verdadera, que no se prodiga ni se manifiesta, pero que, más allá de toda incertidumbre, está aguardando su epifanía, aunque, como el horizonte, nunca se alcance, pues lo que se consigue, o se cree conseguir, sólo es la apariencia y deseo de seguir indagando más allá de los signos.
***
En la genealogía de lectores que sueñan la realidad como proyección de sus lecturas (Cervantes traslada a la locura del Quijote las aventuras de los libros de caballerías, Mallarmé entiende que el universo está hecho para terminar en libro), se sitúa Borges, quien se pregunta si el niño que fue, tal vez nunca salió de la biblioteca de la infancia y toda su vida sólo fue un sueño, del mismo modo que don Alonso Quijano tal vez no se movió jamás de su biblioteca en aquel lugar de la Mancha y toda su aventura fue la realización de sus lecturas trasladadas a una aparente realidad.
“¿Me será permitido repetir que la biblioteca de mi padre ha sido el hecho capital de mi vida? La verdad es que nunca he salido de ella, como no salió nunca de la suya Alonso Quijano.” Historia de la noche
Aquellas primeras lecturas en la biblioteca familiar contienen la clave de su biografía intelectual, puesto que a partir de ellas se va construyendo el lector sobre el cual se consolidará el escritor:
“Yo creí, durante años, haberme criado en un suburbio de Buenos Aires, un suburbio de calles aventuradas y de ocasos visibles. Lo cierto es que me crie en un jardín, detrás de una verja con lanzas, y en una ilimitada biblioteca de libros ingleses.” Prólogo a Evaristo Carriego
Imaginemos a Borges niño absorto entre los libros de aquella biblioteca familiar. Imaginemos a Borges, en su juventud, leyendo la Divina Comedia en los largos viajes del tranvía que lo llevaba desde el centro de Buenos Aires hasta el barrio donde estaba la modesta biblioteca en la cual trabajaba. Imaginemos a Borges cuando, ya definitivamente ciego, recorría con su bastón los interminables corredores de la Biblioteca Nacional, de la que era director: él, que se “figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca”.
“De hambre y de sed (narra una historia griega) muere un rey entre fuentes y jardines; yo fatigo sin rumbo los confines de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente y el Occidente, siglos, dinastías, símbolos, cosmos y cosmogonías brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca exploro con el báculo indeciso, yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca.” “Poema de los dones” en El hacedor
La ceguera, realidad y símbolo tanto en la trayectoria vital de Borges como en su obra, se manifiesta en textos memorables, que van desde la penumbra de “un lento atardecer de verano”, hasta la noche, que paradójicamente, resulta luminosa para el poeta, ya que al duelo de lo que ha perdido sucede el florecimiento de nuevas realidades: aprendizaje de una lengua arcaica, recuperación de la oralidad, y también la amistad, el amor, la sensibilidad abierta a percepciones inéditas.
La pérdida de la vista fue progresiva, y la constatación del color, la luz, la sombra o el universo sonoro, a través de la memoria de los sentidos, enfrentan al poeta con la noción oscilante de lo que él llama “dones”. Desde al primer “Poema de los dones”, en que recibe de la ironía de Dios el regalo de “los libros y la noche”, hasta “El elogio de la sombra”, cuando proclama la “dicha” de la vejez y la ceguera, traza ese camino de luz interior, de descubrimientos, de una distinta manera de “ver” y “leer” el misterio de la existencia
Perdida la posibilidad de leer, ¿Qué le queda a Borges, además de buscar a lectores que le lean en su larga noche? La memoria y los sueños: los libros que sigue “leyendo en la memoria, leyendo y transformando”. Y la íntima soledad de soñar y despertar.
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Maite, preciosa introducción a Teresa i magnífica exposición sobre el autor por parte de ella.
Densa, profunda, intensa, nos obliga a releerla.
Hay que disfrutarla lentamente, paso a paso, frase a frase.
Conmovedor final con ese magistral párrafo:
“ Perdida la posibilidad de leer, ¿Qué le queda a Borges, además de buscar a lectores que le lean en su larga noche? La memoria y los sueños: los libros que sigue “leyendo en la memoria, leyendo y transformando”. Y la íntima soledad de soñar y despertar”.
Gracias Teresa por acercarnos tan intensamente a Borges.
😘👏
Muchas gracias a ti, Pere Sánchez, por tus palabras tan conmovedoras.