SANTA MARÍA DE MELQUE

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Figura de la entradaInterior de Santa María de Melque (Autor: Hugo Canales; Fuente: wikimedia commons).

CONCURS CERCANT L’ART (GENER):

SOLUCIÓN: Iglesia visigótica de Santa María de Melque. San Martín de Moltalbán, Toledo.

ACERTANTES (por orden alfabético): Manel Serrano, Pepe Ruiz, Pere Ramirez y Pere Sanchez

COMENTARIO

En la vida hay encrucijadas que nos inquietan o incluso nos angustian, las hay reversibles y otras sin derecho a rectificar. En la carretera CM-4009, en el término municipal de San Martín de Montalbán, a los pies de los Montes de Toledo, hay un cruce con dos alternativas y es casi obligatorio optar por los dos caminos. El del este nos lleva a la iglesia de Santa María de Melque y el del oeste al castillo templario de Montalbán; ninguno de ellos decepciona. Los dos edificios son como una especie de aparición en un paraje solitario, entre dehesas, en el que el silencio solo se resquebraja por el rumor del viento y de las aves rapaces.

El castillo se erige imponente sobre una profunda garganta del río Torcón. Es uno de los más grandes de España. Fue construido por los templarios donde originalmente había una alcazaba musulmana, cuyos restos conserva en su interior. Uno de los enigmas de esta fortaleza es saber por qué eligieron los templarios está ubicación alejada de poblaciones y caminos, pero quizá su aislamiento era idóneo para formar a sus capellanes o profesar los nuevos caballeros. Montalbán fue un castillo templario hasta la disolución de la Orden en el año 1308, cuando en pleno proceso abierto contra la ella, el rey Fernando IV secuestró todos sus bienes.

Castillo de Montalban
Vista aérea del Castillo de Montalbán (Autor: Marostegui; Fuente: commons.wikimedia.com)

Desandando los pasos volvemos a la carretera CM-4009 y yendo hacia el este llegaremos a una de las iglesias más antiguas de España, Santa María de Melque. Su aislamiento en el medio rural y la consistencia de sus muros, construidos con grandes sillares colocados a hueso (sin argamasa), siguiendo la tradición tardoromana, han posibilitado su conservación.

La iglesia formaba parte de un monasterio visigodo construido probablemente a comienzos del siglo VIII (los estudios con carbono 14 de sus estucos han datado su construcción entre los años 668 y 729), en fecha muy cercana a la ocupación musulmana, en el lugar donde existía una villa romana.

Se encuentra a 30 Km de Toledo y hay que recordar que esta fue la capital del reino hispano-visigodo y que en esa época hubo un desplazamiento de la población hacia las zonas rurales, en contraposición con el auge de las ciudades durante el Imperio Romano. Era la tierra la que otorgaba riqueza y posición y la que sostenía a la inmensa mayoría de la gente. De hecho, la población urbana representaba con toda probabilidad menos del 10% del total y la mayor parte de este pequeño porcentaje habitaba en ciudades que oscilaban entre los 2.000 y 10.000 habitantes. Sin embargo, las viejas ciudades romanas seguían siendo el centro de la vida política, económica, religiosa, y de la administración. En el campo, la agricultura estaba en su mayor parte a cargo de poblaciones serviles: colonos y siervos.

La cultura hispano-visigoda vino determinada por tres factores: el triunfo del cristianismo, la tradición clásica y la influencia bizantina.

En el año 552, el emperador bizantino Justiniano I conquistó el sureste español y las Islas Baleares, que pasaron a ser la provincia de Spania del Imperio Romano de Oriente.  La ocupación se vio favorecida por la debilidad política y económica de los visigodos en las antiguas provincias romanas Cartaginense y Bética que estaban dominadas mayoritariamente por terratenientes hispanorromanos hostiles a la dominación visigoda.

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Mapa de la Península Ibérica en el 560 ; en verde la provincia bizantina de Spania (Atribución: Medievalista. Fuente: commons wikipedia)

Posteriormente los visigodos fueron acosando con sucesivas campañas al poder bizantino, que se vio finalmente relegado a las ciudades del litoral. El inicial apoyo de los hispanorromanos al Imperio bizantino se fue volcando hacia los siguientes reyes visigodos, ya convertidos al catolicismo desde el año 587, en tiempos de Recaredo, lo cual favoreció la expulsión de los bizantinos. En el año 624, durante el reinado del godo Suintila, estos abandonan definitivamente sus últimos establecimientos en las ciudades de la zona del estrecho que aún conservaban.

Las múltiples colonias de mercaderes provenientes de Bizancio con que contó la España visigoda de los siglos VI y VII tuvieron un fuerte impacto en la economía, pero también en la sociedad y en la cultura del reino. Los puertos marítimos eran el punto de entrada de los productos de lujo del Oriente como especias, sedas y ricas telas, perfumes, incienso y objetos de orfebrería, entre otros. A cambio, la España visigoda exportaba aceite, vinos, cueros de Córdoba, salazones y salsas derivadas de ellos como el famoso garum que entonces se llamaba liquamen y que seguía alcanzando precios muy altos en los mercados.   

Aunque tradicionalmente ha sido menospreciada, la cultura visigoda fue más esplendorosa que en otros estados altomedievales como el merovingio y anglosajón, principalmente durante el siglo VII, coincidiendo con el resurgimiento de las letras latinas, en buena medida gracias a la colonización bizantina y a intelectuales hispanos de la época, siendo la figura más importante Isidoro de Sevilla. Su obra Etimologías, veinte libros de distintas materias, no es una mera enciclopedia, sino toda una reflexión sobre el saber de los antiguos griegos y romanos y su síntesis con la literatura hebrea y la nueva civilización cristiana, y contribuyó de manera notable en la formación cultural de la Europa de los siglos VII al XV.

Desde el siglo VII, la cultura latina se consideró atributo de cualquiera que aspiraba a ser alguien en la corte. El Aula Regia de Toledo -verdadera escuela palatina como fue posteriormente la de Aquisgrán, fundada por Carlomagno- acogía a los hijos de la alta nobleza y les imprimía un sello intelectual que les otorgaba prestigio y promovía entre ellos el gusto por la cultura. En suma, se trataba de formar una auténtica nobleza de servicio y de establecer lazos personales con las familias más poderosas. Asimismo, se ha señalado que el carácter de monarquía electiva que el reino adoptó definitivamente a partir del siglo VII también pudo ser un acicate para que las grandes familias proporcionaran a sus hijos amplios conocimientos de gramática, derecho, matemáticas y otras disciplinas importantes que les pudieran favorecer alcanzar el trono. 

Las tornas cambiaron con la conquista musulmana en el 711; también en Melque. Se cree que durante la primera etapa de dominio árabe, siguió existiendo una comunidad de monjes cristianos (mozárabes) ocupando el monasterio, pero en un momento sin determinar (probablemente en el último tercio del siglo IX), el cenobio fue abandonado y los árabes lo acondicionaron como poblado y la iglesia como fortaleza. Al menos esto es lo que parece deducirse de la existencia, todavía hoy, del arranque de una torre que se construyó sobre el primitivo cimborrio allá por el siglo X. Es posible que la construcción de esta torre-fortaleza coincidiese con la edificación primitiva del vecino castillo de San Martín de Montalbán.

Tras la reconquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI de León y Castilla, el edificio volvió a su función de centro religioso cristiano. Posteriormente, Alfonso VIII donó este poblado y el cercano castillo a la Orden del Temple. Tras la supresión de la Orden en 1308 la propiedad del lugar pasó de mano en mano a distintos nobles.

El poblado prácticamente llegó a desaparecer en el siglo XIX tras la desamortización de Mendizábal y la iglesia se utilizó como establo hasta que ya entrado el siglo XX fue rescatada del olvido y en los años sesenta se inició su rehabilitación.

La existencia de restos de edificaciones coetáneas en la periferia del templo denota que la iglesia se encontraba en el interior de un patio poligonal -anexo a otro cuadrado- rodeado por edificios perimetrales que serían las dependencias y las celdas monásticas, como era habitual en los monasterios altomedievales hispanos, a diferencia de los monasterios románicos que se configuraban alrededor de un claustro, cerrando la iglesia uno de sus lados.

Santa María de Melque tiene una planta de cruz griega, de brazos desiguales. Es de clara influencia bizantina y similar a iglesias de Siria y Palestina contemporáneas suyas. El exterior es austero, un envoltorio de sillería de granito de tamaño desigual extremadamente robusto (su espesor alcanza hasta 1,40 m) que no presume de su contenido. Sin embargo, al entrar en la iglesia te embarga una profunda sensación de sosiego. La desnudez de los muros y la soledad de la piedra rotas por los sugerentes arcos de herradura y la luz que alcanza su interior crean una atmósfera de sobriedad y pureza .  

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Vista lateral de la Iglesia. (Autor: Rodelar; Fuente: commons wikimedia)
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Interior de la Iglesia (Autor: Manuel M. Vicente; Fuente: commons wikimedia)

La iglesia cuenta con una sola nave con bóveda de medio punto peraltada. En el extremo oriental hay un pequeño ábside, cuadrado al exterior, de menor altura que la naves, limitado por un arco de herradura y con bóveda de horno. Originalmente, a ambos lados del anteábside se habían añadido dos habitaciones o capillas de uso desconocido, de las cuales sólo ha perdurado la septentrional.

En el interior del brazo sur del transepto hay un gran arcosolio (nicho en forma de arco) que presumiblemente pertenecería al noble fundador del cenobio. Se ha especulado que pudiera ser un importante dignatario de la corte goda toledana.

En el crucero se construyó un cimborrio o linterna con bóveda semiesférica sobre difusas pechinas. La iluminación viene dada por cuatro pequeñísimos óculos redondos (uno en el centro de cada cara). Los ventanales de todo el templo son abocinados y de arco de herradura.

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Cimborrio (Autor: José Luis Filpo Cabana; Fuente: commons wikimedia)
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Detalle de uno de los vanos (Autor: Rodelar; Fuente: commons wikimedia)

Aunque en la actualidad los distintos espacios de la iglesia están comunicados, hay que imaginarse la existencia de un iconostasio y varios canceles para separar la cabecera -donde el sacerdote oficiaría la misa de espaldas- del coro -donde se establecería el resto del clero- y éste de la nave -espacio reservado para los laicos-.

En fecha algo más tardía se construyó una sala al norte del templo con enormes arcosolios. En la actualidad se cree que fue un espacio funerario donde se colocaban los sepulcros de los monjes fallecidos.

Esta iglesia tiene una serie de particularidades como es el redondeo de las esquinas de los muros exteriores y de los pilares que soportan los arcos del interior, con la intención de imitar columnas. Por otro lado, también son interesantes las decoraciones de estuco que se conservan en algunos arcos interiores.

La estética original no sería tan grave y pétrea como ahora se nos muestra ya que el arte visigodo tenía gusto por la decoración y la orfebrería. Estaría decorada con cortinajes, lámparas e, incluso joyas del estilo del Tesoro de Guarrazar.

El tesoro de Guarrazar fue hallado por casualidad. En el año 1858 hubo unas lluvias torrenciales que causaron el desmoronamiento del terreno donde estaba la iglesia del monasterio de Santa María de Sorbaces, en Guadamur, localidad distante 11 km de Toledo. Había sido ocultado en dos “cajas” revestidas de hormigón romano y contenía coronas y cruces de estilo bizantino que varios reyes visigodos habían entregado como exvotos. En la actualidad, las piezas están repartidas entre el Museo Arqueológico Nacional, las Colecciones Reales y el Mussé Cluny de París. Las más valiosas son las coronas votivas de los reyes Recesvinto y Suitila, esta última robada en el año 1921 y todavía no recuperada.

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Detalle de la corona de Recesvinto. Museo Arqueológico Nacional (Autor: Manuel Parada López de Corselas; Fuente: commons wikimedia)
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Coronas votivas del Tesoro de Guarrazar. Museo de Cluny, París (Autor: Sailko; Fuente: commons wikimedia).

Las presencia de joyas bizantinas en los tesoros visigodos era tan abundante, según los testimonios literarios, que en las iglesias de Mérida «había joyas para llenar varios carros» (Vidas de los padres emeritenses). Fuentes árabes testimonian que al entrar los musulmanes en Toledo, encontraron en la catedral una serie de coronas votivas que los reyes visigodos habían ido donando, y que muchas fueron fundidas en ese momento para aprovechar los metales nobles. Las joyas de la iglesia de Toledo y las del tesoro real fueron causa de envidias y graves disputas entre los conquistadores árabes. Una gran parte de estas coronas y cruces debieron ser escondidas por los clérigos visigodos, como ocurrió con las que estaban en el cercano monasterio de Santa María de Sorbaces. ¿Algún día se encontraran las joyas de Santa María de Melque? De ser así, amenazo con otro capítulo.  

BIBLIOGRAFIA:

  • Los Visigodos. José Soto Chica. Desperta Ferro Ediciones, 2020
  • arteguias.com
  • Wikipedia
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Cinta

Neuròloga amb desig de gaudir i d'aprendre amb i dels amics.

Un comentario en «SANTA MARÍA DE MELQUE»

  • el martes, 10 de octubre de 2023 a las 2:49 pm
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    Cinta, tant de bo es trobin algun dia les joies de Santa Maria de Melque i tu ens tornis a portar aquestes històries tan entretingudes i didàctiques, plenes de rumors d’espases, castells, antics temples i tresors. És un gust repassar la història de la teva mà.

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