Las novelas “de piscina”
Tengo una amiga que se refiere así, de forma un tanto displicente, a aquellas obras ideales para el verano (aunque se pueden leer en cualquier época del año) que entretienen sin “enganchar” y que olvidas nada más acabarlas. Paco Camarasa, por siempre mi librero, decía que son las que compras en el aeropuerto o la estación de tren y, añado yo, que a veces dejas en el asiento a la llegada a tu destino para compartirla con otro viajero, mucho antes de que se inventaran los huecos de árbol o los buzones de lectura con la misma finalidad. Porque , reconozcámoslo, nadie deja obras que le han impactado especialmente para ayudar a un extraño a descubrirlas, esas se dejan a los amigos y con especial recomendación de que deben ser devueltas (primera aseveración sobre la que espero comentarios y polémica).
Pero volviendo a las obras de las que os hablaba, yo las considero también útiles y valiosas y no solo porque introduzcan en la lectura a gente que de no ser por ellas no leería en absoluto. Y eso nos llevaría a otro punto de debate: ¿es qué hablo solo de las que escriben presentadores, tertulianos de televisión o actores de distinto pelaje? Para nada, aunque también leo de esas de vez en cuando por curiosidad o incluso “morbo”. Una de las que he leído este verano ha sido “Nadie es normal” de Jordi Sánchez, el de “La que se avecina” como él mismo se define, y en dos de los capítulos me he reído a carcajadas aunque, para mí, dichos capítulos serían los salvables de un libro globalmente flojo y desigual. Pero, como os decía, no hablo solo de esos productos sino también de otras novelas. Las hay en todos los géneros, que reúnen esas características de intrascendentes y olvidables.
Lo cierto es que eso nos lleva otra vez al terreno de la polémica. La misma amiga de la que os hablaba considera dentro del género negro (compartimos dos clubes de esa temática) como “novelas de piscina” las de Camilleri y, si me apuráis, las de casi todos los autores italianos de esa línea. Al mismo tiempo, le encanta Rosa Ribas. Yo, en cambio, no me canso nunca de leer los casos de Montalbano y hasta encuentro su gracia a la serie de la 2 sobre el comisario. La pregunta sería: ¿ qué nos llevaríamos cada uno de nosotros a esos escenarios que he descrito para pasar un rato ameno y sin “calentarnos la cabeza”?
Pues seguramente, y dado que somos un grupo muy heterogéneo como demuestra nuestro club de lectura, nos llevaríamos cosas muy variadas y algunas incluso sorprendentes para el resto. Yo, para abrir fuego, os reconozco que, además de Jordi Sánchez, he leído en este verano que ya se acaba la “Trilogía de Illumbe” de Mikel Santiago; una biografía de María Victoria, la mujer de Amadeo de Saboya, ideal para conocer el periodo entre el exilio de Isabel II y la proclamación de la Primera República (mientras llega Mariano a esa época, espero); y ahora estoy con la biografía de Jim Thomson. ¡Ah! y he terminado los Episodios de una guerra interminable con “La madre de Frankenstein”, pero esta pentalogía sí se merece en mi opinión una entrada por si sola.
Venga, animaos y compartid vuestras lecturas del verano explicando el motivo por el que las elegistéis. Yo soy muy práctica, fue porque me apetecían y porque durante el año, por el trabajo y las exigencias de los distintos clubes, no he podido ponerme con ellas (la biografía de Jim Tompson “Arte Salvaje” tiene más de 600 páginas y una letrita que está poniendo a prueba mi paciencia y mis ojos).
Total, que iba a haceros una serie de recomendaciones sobre posibles lecturas encuadrables en el título de la entrada pero, después de todas las reflexiones que me ha planteado la misma, he pensado que no. Que estamos ya a mediados de septiembre con lo que el verano va en descenso y que cada uno lea lo que quiera y que, a quien le apetezca, lo comparta con los demás aunque, eso sí, ¡seguid leyendo!
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Como te gusta el “merdé”, querida Maite, pero no sé si te voy a poder ayudar.
Por partes.
Yo no suelo dejar libros NUNCA, ano ser que esté muy convencido de que los van a devolver o la persona valga mucho la pena. He perdido ya demasiados buenos libros.
Por supuesto hablamos de libros que nos importan y aportan.
Porque aquí es donde no te puedo ayudar demasiado y lo siento muchísimo.
Soy un lector de libros muy concretos y seleccionados.
No dispongo ni de demasiado tiempo ni energía para afrontar esos libros “de piscina” que sé positivamente que poco o nada me van a aportar.
Disfruto y respeto tanto a la buena literatura que no tengo huecos.
La novela negra (buena) no me parece de piscina.
Tal vez “La muerte visita al dentista” de Ágatha Christie que leí por razones obvias, entraría en el juego, pero para mí es una autora que no defrauda.
No es fácil escribir una buena novela negra (he disfrutado mucho este verano precisamente con “La playa de los ahogados”) y logicamente, como en cualquier género una novela puede convertirse en un mero pasatiempo o una gozada.
Es seguro que existen lectores de libros de piscina en exclusiva y me parece muy respetable aunque dudo que eso les lleve a trascender a otro tipo de lectura y puedo dar fe y nombres muy cercanos a mí.
He leído por obligación alguna novela de autores amigos, pero todos con buena intención.
Seguiré pensando y atento al juego que propones porque es francamente divertido y no sé donde nos puede llevar la intriga.
Yo para “desengrasar tengo como autor de cabecera a Santiago Lorenzo y sus delirante libros.
Este verano he abordado “las ganas” y espero con síndrome de abstinencia su nueva novela que publica en octubre.
Por cierto, lo que he leído de Jim Tompson me ha gustado mucho.
Muchísimas gracias
De tu comentario me quedo con que “no tienes huecos”, para discrepar cariñosamente, Pepe. Yo lo que no tengo son barreras y si, en cambio, una inmensa curiosidad. He leído libros, convencida de que no valdrían la pena y con el agravante de que aun no soy capaz de dejar un libro a medias, pero en ocasiones me he encontrado con grandes compensaciones (pocas pero, por eso mismo, muy gratificantes).
Conocí a Santiago Lorenzo gracias a ti, un autor al que seguramente nunca hubiera llegado, y sigo esperando recomendaciones ¡siempre me ayudas muchísimo!
Amiga Maite, ¿qué curioso verdad, deshacerse de lo que nos parece anodino y aburrido abandonándolo en un banco del parque o en un asiento del tren?.
Todos lo hemos hecho, yo también, pero ahora que lo planteas, tal vez podríamos hacer autocrítica y pensar que es absurda y vergonzosa esa praxis generalizada, hacer proselitismo de la “incultura” y el analfabetismo. Dejar los desechos para los demás.
¿Qué te parecería ir a leer al parque , a la playa, a la cafetería, acabar un buen libro y abandonarlo cuidadosamente en un lugar visible invitando con ese hecho a que alguien al pasar por allí se fijase en él, lo cogiese, lo leyese y lo volviese a dejar allá dónde lo terminará? Y así todos de manera sucesiva…
Tal vez esos serían los primeros pasos para cambiar el mundo…
Entre vosotros, devoradores de libros, los más anémicos en ese sentido, no podemos recomendar mucho, lo habéis leído todo, pero te diré que a parte de leer bastante sobre destinos a visitar, sueños a realizar, críticas periodísticas de actualidad, artículos de economía, he leído entre alguno más, “El italiano” de Arturo Pérez- Reverte y ahí lo dejo…
La lectura, que no siempre el estudio, debe ser placentera, divertida…y si es instructiva mejor, ya sea de piscina, de parque o de casa. Luego cada uno determina lo que lee y las causas que lo llevan a ello, según estados de ánimo, tiempo de dedicación, inclinaciones personales, etc. Lo importante es saber salir de uno mismo para aprender y conocerse mejor a través de los demás, y
¿qué mejor que hacerlo leyendo o viajando?
Maite, un abrazo 😘😘
Querido Pedro, siempre tienes propuestas sugerentes. Coincido contigo en que “es absurdo dejar los desechos para los demás” pero, si nos adherimos a la teoría de que es mejor leer algo que nada, quizás esa práctica mitigue tanto analfabetismo cultural mientras llegamos a esa generosidad que propones y continuemos reservando “las joyas” para los amigos como tú. Besos.
Maite, te felicito por esta entrada tan acertada y entretenida y la invitación a múltiples debates.
Las definición de lo que consideramos un buen libro o por el contrario una novela intrascendente es peliaguda, dado el grado de subjetividad que conlleva y las múltiples facetas que encierra una lectura, como son el entretenimiento, el disfrute del léxico, la aportación de conocimiento y la curiosidad, la intriga, las reflexiones y los sentimientos que despiertan. Al fin y al cabo, la lectura es una interacción autor-lector y por tanto, muy personal. Incluso para una misma persona el disfrute dependerá de la edad, el momento vital y estado anímico en que se encuentre. Huir de las “superventas” por considerarlas vulgares nos puede privar, como mínimo, de mucho entretenimiento porque es fácil que una persona se equivoque, pero ya es más difícil que lo hagan 10 millones.
Siempre me resulta muy placentero el momento en que acabo un libro y me encamino a escoger el siguiente entre los tantísimos que tengo en la lista de “pendientes”. ¿Qué determina la elección?… Pues es un misterio, como siempre lo es el azar. Dependerá de si es una compra reciente y por tanto, la mayoría de veces una novedad editorial, que sea un regalo o una recomendación, una portada o contraportada atractivas, los primeros párrafos…Sé que escogiendo uno dejo otros muchos que quizá nunca leeré, pero así funciona casi todo en la vida.
Volviendo a tus preguntas, yo me llevo de vacaciones o a la playa (no voy a la piscina, jaja) lo que esté leyendo en ese momento, sin hacer diferencias con el resto del año, aunque para los viajes escojo libros no excesivamente voluminosos, eso sí.
Tengo que decir que de lo leído este verano lo que más me ha gustado han sido “Invisible” de Paul Auster y dos recomendaciones: La de Marta “La ley del menor” y el viaje por Francia que me propuso Pedro R, “Asombro y desencanto” de Jorge Bustos. Para eso y mucho más sirve tener buenos amigos.
En cuanto a prestar libros, lo sigo haciendo, aunque con miedo (también he perdido demasiados) y el único que he dejado abandonado fue por olvido en un avión; era “El callejón de los milagros” (todavía me duele, ja, ja). Si he regalado bastantes de nuestra biblioteca, pero, sinceramente, eran libros que teníamos repetidos o de compañía prescindible.
Espero que pronto podamos seguir con este debate en persona. Un abrazo.
Ya se, y confirmo por tu comentario Cinta, que no te cierras a ninguna propuesta aunque salga bajo el título de bestseller, tan de moda hoy en día.
Coincido también contigo en el placer que supone el momento de elegir un nuevo libro para empezar a leer, aunque en mi caso acompañado de cierta angustia por las alternativas que desecho, y que pienso que, a esta edad, pueden ser definitivas.
Por eso he iniciado una práctica que aun me alucina ¡leer varios libros a la vez! No la aconsejo pero a mí me tranquiliza. Ahora estoy con tres aunque, eso si, temáticas muy diferentes.
Abrazos.
Maite, que buena ocurrencia has tenido con esta entrada, ah! i como siempre, no das puntada sin hilo, las preguntas són casi categorías universales.
Yo este verano he estado algo disipado y pendiente, entre otras cosas, de cuestiones médicas. Ha sido un verano poco lector. Poco lector, pero exquisito, he leido a Toíbín, un autor que ya sabes que me encanta y del que te he prometido una entrada para tu sección.
Yo coincido contigo y a la vez con tu amiga, la novela negra, género al que me acerco de foma muy sincopada, podría llegar a considerarse género de piscina, no se, tiene un punto de ligereza y entretenimiento en la que no buscas, o no encuentras, lecciones muy profundas. Sin embargo, admito que ha habido libros que me han supuesto un gran placer y que hubieran sido mucho menos provechosos encima de la toalla y asándome al sol.
Ya por último, compartir esa rabia cósmica que te entra cuando buscas un libro en tu biblioteca y no lo encuentras. En mi caso solo puede justificarse en el olvido de aquellos a los que dejé, con todo el cariño, un pequeño tesoro y no pensaron en devolverlo.
Hace tiempo que si después de algún comentario literario, algún amigo o amiga muestran interés por un libro en mis estanterías, no dudo en regalarselo. Me sale caro pero me evito berrinches posteriores.
Manel
Veo Manel que practicas el mismo sistema que una de mis hermanas, ¡no prestar el libro sino comprar otro y regalarlo! A ella le permitió conservar el suyo por el que sentía especial cariño. Yo solo lo aplicó a los que tengo dedicados, los otros me resigno a volverlos a comprar cuando estoy segura de que no los recuperaré. Pero eso sí, ¡al infractor, ni agua!
También me prestan bastantes, y puedo enorgullecerme de que los devuelvo todos y en perfecto estado, aunque nunca he llegado al punto de una amiga mis que me lo devolvió forrado y me explicó que lo hacía con todos antes de leerlos ¡esa vez se olvidó de quitar el forro!