GAVÀ, EN BUSCA DEL TESORO PERDIDO
Queridos lectores,
Sois dos millones trescientos cuarenta y un mil según mis cálculos, y los de la Web, ocho fieles lectores según la guardia Urbana, aunque todos sabemos que estos se equivocan hasta para poner multas.
Queridos lectores ya era hora que alguien como yo os culturice un poco y active una segunda neurona para que sirva de algo vuestra escasa materia gris.
Puesto que no leéis una mierda de los edificantes y trabajosos artículos de mis esforzados compañeros de web relacionados con arte, historia, literatura y demás cosas de provecho y tan sólo os preocupa este cotilleo barato, os voy a meter un poco de barniz cultural entre ceja y entrepierna.
Con suerte saldréis con una mínima idea del Neolítico, misión casi imposible y cosa que dudo una vez pasada la traducción de los hechos por mi innoble cerebro y lo más probable es que os quede una deconstrucción histórica espumosa que causaría envidia al mismísimo Ferran Adrià.
El inicio de los hechos se remonta a una noble causa el día que los inocentes Jose y Pep nos convocaron para visitar el conjunto arqueológico de Gavà.
Trece selectos y escogidos intelectuales nos apuntamos.
En el costero pueblo, Pep es Josep Bosch, director de casi todo, chico para todo y esforzado “me dejo la vida”.
Lo que no tiene discusión es que una vez regresado sano y salvo a casa después de escuchar atentamente, aunque parezca mentira en mi caso, las múltiples explicaciones y los abrumadores y apasionados datos con que nos obsequió, para mí haya un antes y un después respecto a todo lo que se relacione profesionalmente con él.
Es un “máquina” este amigo.
Los torpes incultos que habéis dejado escapar la ocasión ya estáis rezando diez “avemarías” como penitencia.
Alguno ha tenido que contagiarse con el Covid a estas alturas para hacer campana.
Y yo, príncipe de la ínsula asinaria, pensando que allí veríamos cuatro “tochos” mal puestos y un grupo en taparrabos, me llevé un soponcio cuando me encontré con lo que estoy a punto de relatar.
Trece amigos, me reitero, puntuales cual Reina de Inglaterra a la hora del té, nos situamos en la puerta de entrada de un sorprendente edificio que ya de entrada deja claro que el cutre soy yo y no el museo.
El edificio es del arquitecto Dani Freixes de Varis Arquitectes.
Confieso que lo he mirado en Internet porque el bueno de Pep lo subrayó bastante y a mi cerebro de pez payaso sólo se le había quedado algo parecido a “Arquitectes”.
Debe ser de los buenos porque el proyecto se es de encanto contagioso.
Ya os he comentado que no pagamos y no tengo la sensación de haberme colado.
Al parecer el Director tendrá un recorte en la nómina del mes.
No os abrumaré con todos los detalles de la primera visita que hicimos en ese singular lugar lleno de agujeros a los que llaman minas. Y debe ser verdad porque no creo que hubiese “Metro” en aquellos tiempos.
Si te descuidas acabas engullido por la eternidad.
Algunos detalles principales relataré, no demasiados porque entre el distinguido grupo algún comentario merecería uno de mis certeros y fieros relatos.
Introducción brillante por parte de nuestro abrumador guía.
Entrada en un lugar más oscuro que el coño de la Bernarda después de un impasse de espera tras un portón con marcador cual salida de fórmula uno.
Con tanta oscuridad más de uno se calentó como es obvio.. Creo que noté la mano de M. Ángeles en alguna parte de mi cuerpo pero no estoy seguro del todo … ¿fue Maite?, y cuando empiezas a pensar que vamos bien, se enciende una luz y ves un pedrolo verde que al parecer era el “no va más” de aquellos tiempos.

Para el listillo que no ha venido, quiere detallitos inútiles y se cree que no me acordaré del nombre le digo que es Variscita de la buena.
Con esto hacían virguerías.
Hacían unos souvenirs fabulosos que luego vendían por aquí y por allí (ya os he dicho que no voy a ser muy concreto) y les daba mucha vidilla y pesetillas o pedrolillos. Lo justo para ir tirando.
Dato imprescindible, estas minas neolíticas son las más antiguas de Europa de la época y, aunque Pep no se atreva a decirlo, del Universo.
Un inciso que me dejaba.
He descubierto también que la arqueología es una súper profesión que debe cansar bastante y un poco curiosa.
Primero te pones el casco porque su peligro tiene. Coges un colador y una pala.
Le metes tierra o lo que sea, cuelas y lo que queda para el cubo.
Que si un hueso, un trozo de barro, lo que se supone una semilla, un madero quemado, un trozo de metal … y … qué sé yo pobre diablo, pero ellos empiezan a ver vasijas flechas, animales y recrean un universo.
Yo si a mi nieto le gustan los puzles lo meto a arqueólogo, porque adivinar que si esto va con eso y este color pega con ese colador, tiene tela.
También tiene sus ventajas, no nos vamos a engañar. Quién te va a llevar la contraria si pobres desgraciados tienen más polvo que huesos.
Contentos tienen que estar que venga un Josep, Pep para los amigos, y se dejen medio cerebro elucubrando teorías.
Como no tenían una web como la nuestra que los inmortalizara (ya os hablé de esto en mi anterior artículo y ahora lo veo más claro) esta gente visionaria empieza a lanzar hipótesis que a eso también me apunto yo.
A ver quién es el guapo que se lo discute.
Se me ocurrió lanzar una observación astuta y sagaz, como es lógico, y no me pegó el director con un fémur de bisonte en mi frontal porque dicho objeto estaba detrás de la vitrina de cristal y él es un santo Job.
Es mejor no abrir la boca en estas visitas.
Tendríais que haber visto lo acojonados que estaban todos.
Ana estaba más preocupada por las cagadas de unas e intrusas palomas que se habían colado en el recinto, que de la atención debida a las sacrosantas explicaciones que nos iban adentrando en esos tiempos.
Claro que todos sabemos que esas cagadas de paloma cuando se secan son muy traidoras y si no estás atento al carbono 14, Pep sí, puedes cagarla (tu también) y meterte en alguna teoría equivocada.
El museo está dotado con unas recreaciones de aquellos tiempos, incluyendo hologramas, muy efectivos. Lo digo totalmente en serio.
Para que me entendáis mejor, los “hologramas son acojonantes.


Todos serios y M. Ángeles descojonada. Ya nos lo contarás.
Arriba una imagen de la parte central del Parque de Minas. No puede ser justa la foto con la espectacularidad del lugar.
Sigamos.
La conclusión final es que te das cuenta que a estos seis mil años de historia tú le quitas el móvil e internet y no ha cambiado nada y, si me apuras, hemos ido para atrás.
Estas tribus eran como los de la CUP de campamentos, pero más limpios y sin dejar latas.
Ya les habría gustado a los hippies de los sesenta haberlos conocido.
Muy espabilados y majetes.
Eso sí, poca esperanza de vida, pero como no había tele ni fútbol el tiempo cundía más.
Ser mujer, como siempre, complicado. Parir y morir una ruleta rusa.
Los del Museo son muy astutos porque debían tener unas “pelillas” y han recreado una mina para que hasta los más tontos entendamos de que iba la cosa.
Yo todavía no me he repuesto de que con una mierda de martillo de sílex, dale que te pego, se pudiera hacer esa barbaridad de trabajo.
Pero si cuando a mí me toca darle a una piedra con un pico de verdad a los tres minutos le pegaría una patada y lo dejaría todo!!!
Eran primitivos, pero picaban como si no hubiera un mañana y a mi lado los quisiera.
Suerte que en esa recreación estaba yo para aclarar algunos detalles que se les pasaba por alto a este grupo de despistados.


Un “illuminati” pensó que era verdadera la ilusión recreada. Estaba tan bien pintado todo que hubo quien cayó en la trampa.
Siempre está el típico cafre del grupo que no se entera de nada, pero esta vez no daré el nombre del energúmeno ni con electrodos en los huevos.
Al final, todos estos museos tienen su salida.
Ya fuera y más impresionados que un grabado de Goya salimos en busca de nuestra segunda lección.
Con un poco de sobredosis de silex y veriscita Pep nos encaminó hacia la siguiente ración de Cultura por si no nos había quedado claro- clarinete todo el esquema neolítico.
En un tranquilo paseo pedestre, pocas manzanas más allá, nos topamos con el Museo de Gavà propiamente.
Lo anteriormente descrito no era un museo propiamente. Se desarrollaba en el denominado “Parque Arqueológico Minas de Gavà” por si no lo he dejado suficientemente claro.
El museo como tal, se ubica en una casa señorial preciosa del siglo XVIII, Torre Lluch, perfectamente restaurada donde nuestro amiguete tiene su despacho de dirección.
Si queréis detalles … ir a la web del museo que ya no doy más de mí.
Lo más importante del lugar es una pequeña talla preciosa de terracota que representa a una mujer y que demuestra que mi teoría del puzle es cierta porque la encontraron a pedacitos y les faltaba alguna ficha.
Lo empalmaron todo, añadieron material donde faltaba algo y les quedó muy apañado.
El honor del hallazgo recae en el gran Josep Bosch, Pep para los amigos otra vez. ¡Qué bestia!
Lo que no puedo precisar es quien le puso el nombre… “La Venus de Gavà” !!!
Llamar Venus a tal mejunje y de tiempos neolíticos manda huevos anacrónicos, pero por suerte para ellos parece que solo yo y mi perspicacia nos dimos cuenta.


Yo propongo cambiar desde ya el nombre.
Para no recurrir a algo así como “El Botijo de Gavà” , propongo el de “La Madame de Gavà” que es digno y adecuado.
Tiene morbo, internacionalidad, gancho comercial y atrae turismo francés.
No hace falta que el museo me dé las gracias. Con una placa de reconocimiento y 50000 Euros me apaño.
Sin más tiempo, porque la hora de comer y las ruidosas tripas de M. Ángeles ya nos alertaban que o bien comíamos en el acto o ella se zampaba allí mismo y en directo la tibia del neolítico entero que quedaba, nos llevaron al coqueto, simpático y acogedor comedor del muy recomendable restaurante “Major Trentasis”.
Excelente trato, comida y, como no, compañía que con vino y estómago lleno incluso superan lo imposible.

Cuando creíamos que esto llegaba a su fin tras postres, cafés y besos, Pep una vez más se sacó un conejo de la chistera para dar el último golpe de efecto, y llevarnos al “Refugio Antiaéreo La Rambla” construido en plena guerra Civil por la proximidad de la fábrica Roca.
Debo precisar que de esta estructura, él también es el responsable.
Lo que yo decía, su vida es un sinvivir.
Lo que parecía una curiosidad sin más la convirtió, creedme, en una experiencia demoledora.
Con un audio increíble que tienen, hace que te sientas bombardeado por tres largos minutos.
En los tiempos que estamos viviendo, mi más absoluta empatía por toda esa gente que actualmente está siendo bombardeada en otras partes del planeta realmente y baja a un refugio por noches enteras, horas o días.


Salimos a la luz y la tibieza de la tarde sobrecogidos.
Recorriendo la Rambla en sentido ascendente, apurando las últimas conversaciones, emociones y abrazos nos fuimos despidiendo definitivamente ya de un día inolvidable.
Muchísimas gracias de todo corazón, amigo Pep.

Sentí mucho no poder acudir a la cita de Gavá y después de leer esta artículo, todavía más. Además de gozar de vuestra compañía, era un lujo conocer el lugar con un gran experto, como es Pep. Me alegro mucho por los que lo disfrutasteis. Gran crónica, Pepe, por el contenido y la forma. Eres inimitable. Gracias. Un abrazo.
¡Magnífico y desternillante reportaje, Pepe! Desde luego todo fue muy interesante, lo cual no es de extrañar al contar con guías de lujo ¡Gracias Pep y Jose!
Pepe,excelso cronista nuestro, me he reido un montón. Pasito a pasito te estas encaramando a ese podio que ocupan Mihura, Jardiel Poncela, Joaquín Berges, o tu bienamado Santiago Lorenzo.
Tu fina ironía, tu socarronería no solo nos alcanza a nosotros, sino incluso y de forma muy ocurrente a los del taparrabos del Neolítico. Pero tu personal Neolítico me ha encantado y eso de la “Madame de Gavà” es un aunténtico hallazgo. Seguro que el gran Pep le estará dando más de una vuelta.
Si las chicas te metian mano -como les pasaba a Pajares y Esteso- cada vez que la oscuridad nos rodeaba,no me extraña que no te enteraras de que los muñequitos animados en taparrabos no eran hologramas, sino un truco de maquetas, videos y espejos. El presupuesto no debía dar para más.
Lo cierto es que, aunque a veces te despistas un poco y ves lo que no hay, o te haces el paleto de la “ínsula asinaria” (pura erudición, lo he tenido que buscar en Google!) tu estas a lo tuyo, maquinando y descojonandote con antelación imaginando tu crónica, como seguro les pasaba o les pasa a un Poncela o a un Lorenzo.
Conseguir arrancar auténticas risas, y no solo sonrisas, solo está al alcance de unos pocos. Y tu eres de esos.
Para Gracias las tuyas.
En palabras de una cita -cómo no, en mi caso- cinéfila: “todos somos contingentes pero tu eres necesario”.
Love You
Gracias Pedro, eres muy generoso, pero es triste que no sepas distinguir entre un holograma y un espejo con lo mayor que eres.
Un abrazo