RAMÓN Y LOS LIBROS.

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También podría haber titulado esta entrada “El mundo mágico de Ramón” porque de lo que quiero hablaros es de una, para mí, entrañable anécdota que viví con él y que me hizo verlo bajo un nuevo prisma, ¡otro más!.

Porque a Ramón yo le consideré siempre una cajita de sorpresas. Tuve la suerte de mantener con él una relación que sin ser continua, suponía encuentros más frecuentes que con algunos de vosotros, aquellos con los que reconecté a raíz de la iniciativa de Pedro Sánchez. Y eso supone haber seguido, de más o menos cerca, su trayectoria profesional y vital, y conocer sus inquietudes, o algunas de ellas. Pero la verdad es que, con él, no había hablado nunca de libros, un tema que (ya me conocéis) suelo sacar a colación a las primeras de cambio.

Manel, nuestro editor jefe (o jefe, sin más, porque como decía Capri “mandar ya manda lo suyo”) me propuso hablar de su libro preferido e incluso tuvo la amabilidad de averiguar cual era, preguntándole a Nuria. Se trata de “El infinito en un junco” obra que, me consta, muchos de vosotros habéis leído e incluso algunos tenéis como libro de cabecera. Pero yo ¡perdóname Manel! , desde que surgió la idea de este monográfico, tenía muy claro de lo que quería hablaros.

Y vamos a la anécdota. El año me falla ¿puede que fuera el 2020? cuando, en pleno confinamiento, Manel tuvo la feliz idea de un Sant Jordi a distancia y entre nosotros ¿os acordáis? Tras el oportuno sorteo secreto, cada uno fue informado de quien sería el receptor del libro que iba a regalar, lo que nos hizo pasar unos buenos ratos intentando ajustar la elección en lo posible a la idiosincrasia de aquellos para los que éramos una suerte de “amigo invisible”. Los libros llegaron antes o después y entonces se completó la experiencia intentando adivinar quien nos lo había enviado ¡pero yo no tenía libro ni noticias de él!

Cuando las parejas quedaron desveladas deduje que mi libro tenía que proceder de Ramón y, sabiendo las mil cosas que tenía en la cabeza y lo despistado que era, me resigné a conformarme con los que me habían llegado por otras vías. Pero me equivocaba por completo, y tenía que habérmelo figurado sabiendo el afecto y la fidelidad que mostró siempre a nuestro grupo desde el mismo momento de su reconstitución.

Total, que en fecha que tampoco recuerdo, se puso en contacto conmigo y me anunció que me había enviado un libro pero que, conociendo mi voracidad al respecto, me ofrecía la posibilidad de cambiarlo acudiendo a la librería remitente. Y, efectivamente, a pesar de tratarse de una novela policíaca de muy reciente aparición yo ya la tenía, pendiente de lectura. Con que, a pesar de que me había llegado sin ticket para el cambio, decidí hacer caso a Ramón y me dirigí a la librería, de la que yo no tenía noticias hasta el momento pues no se trata de una de las grandes cadenas tan en boga en la actualidad.

Recuerdo que acudí sin especiales expectativas, con el envoltorio original eso sí, y dispuesta a regalar el libro a cualquier amiga a la primera dificultad que me plantearan. Se trataba de la librería Troa, en Vía Augusta, y para mí supuso todo un descubrimiento.

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No me pusieron ninguna pega, conocían perfectamente a Ramón y pase un rato delicioso conversando con el encargado que, según me dijo, era también un gran aficionado a la novela negra. Pero la mayor sorpresa vino al final, cuando éste me explico que Ramón tenía una cuenta abierta para comprar libros periódicamente. me emocionó, porque yo solo había conocido algo similar en el caso de mi padre, que cuando era estudiante ahorraba dinero en una cuenta de una librería de Valencia y, ya juez en Tortosa, acudía a esa librería con su hija mayor, yo, para que fuéramos vaciando la cuenta en una ciudad en la que ya no vivíamos ni íbamos a volver más que esporádicamente. Nunca me he sentido más rica que cuando, en aquella librería de barrio, mi padre me decía que cogiera los libros que quisiera. Y ese día, en la librería de Ramón, volví a rememorar todas esas emociones.

Ese fue tu regalo, Ramón, no el libro sino todo lo que llevó aparejado. Y ahora, cuando te recuerdo, lo asocio a ese recuerdo de mi padre que fue quien me inculcó el amor a la lectura, y pienso en lo afortunados que han sido tus hijos con un padre como tú.

Maite
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Maite

Soy médico forense y una loca de la novela negra con poca truculencia en las muertes y mucha complejidad psicológica. De todas formas leo de todo y me encantan también las películas de cualquier género y los cantautores.

12 comentarios en «RAMÓN Y LOS LIBROS.»

  • el domingo, 24 de octubre de 2021 a las 11:20 am
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    Maite, que aportación más tierna y profunda hoy nos ofreces. Que relato más sugerente y que historia tan bonita. Como te agradezco que ni se te pasara por la cabeza atender mi sugerencia de artículo.
    Los pedacitos de memoria que se rescatan del gran agujero que significa el anonimato, siempre tienen algo de sorpresa, reconciliación, en ocasiones alivio, y casi siempre, respuesta.
    Que bonita historia representa la cuenta abierta por tu padre en la librería de Valencia y que bonita sorpresa, al menos para mi, ha representado la cuenta de Ramón en la librería de Barcelona (por cierto, haré por visitarla)
    Así que me uno a la figura de Ramón en forma de “ cajita de sorpresas”, lo era.
    Gracias.

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  • el domingo, 24 de octubre de 2021 a las 11:48 am
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    Maite, siempre es un placer leerte y hoy especialmente porque podemos sentir palpitar afectos tuyos muy íntimos, como el amor por tu padre. Tu carta a Ramón, girando alrededor de tu querida literatura, está llena de ternura, ternura que siempre le mostraste al igual que la derrochas con el resto de nosotros. No hay mejor regalo. Gracias y un abrazo.

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    • el martes, 26 de octubre de 2021 a las 3:52 pm
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      Gracias a los dos, Manel y Cinta, por vuestras cariñosas palabras. El hallazgo de estas pequeñas anécdotas ha sido otro de los regalos (ya muchos) que nos ha proporcionado el reencuentro y, en el caso de Ramón, quería contar como este término “regalo” va mucho más allá de lo que pudiera parecernos en un primer momento.

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  • el martes, 26 de octubre de 2021 a las 4:31 pm
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    Amiga Maite, me ha encantado tu entrada.
    Sencillamente maravillosa. Es de hadas madrinas. Me ha recordado a mis noches contando cuentos a mis hijos mientras entraban en el mundo de los sueños pasajeros.
    Un final sorprendente y muy emotivo, tanto en tú vivencia en la librería ante tal sorpresa de nuestro amigo Ramón, como lo que nos desvelas referente a la “cuenta librera” de tu padre.
    Genial tu padre y genial nuestro amigo Ramón.
    Besos 😘😘

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    • el viernes, 5 de noviembre de 2021 a las 8:43 pm
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      ¡Qué acertado comentario, Pedro! Yo hablaba de amigo invisible pero prefiero tu comparación, hada madrina, que incorpora ese plus de magia que yo quería trasmitiros con la entrada.
      Espero de vosotros muchos momentos mágicos en el futuro. Besos.

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  • el martes, 26 de octubre de 2021 a las 8:42 pm
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    Muy bonita historia, Maite, tanto por lo que supone el descubrimiento de ese “nuevo” Ramón con cuenta abierta en la librería, como por los recuerdos que eso te ha traído hacia tu padre, figura a la que en más de una ocasión has evocado de la manera más tierna y amorosa posible.
    Gran homenaje a Ramón hacer público que ese regalo de libros que nos hicimos unos a otros, en tu caso fue un regalo especialísimo.
    Un abrazo fuerte.

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    • el viernes, 5 de noviembre de 2021 a las 8:55 pm
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      Te agradezco mucho tus palabras Gabi. Todos nosotros somos “nuevos” los unos para los otros en muchos momentos, y ese irnos descubriendo poco a poco es para mí unos de los grandes placeres de esta etapa de la vida.
      Un beso enorme.

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  • el jueves, 28 de octubre de 2021 a las 8:25 pm
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    Preciosa historia Maite…! Está claro que las apariencias engañan, y en el caso de Ramón el despiste que provoca es descomunal!!! Ha sido alguien especial, tierno y con mucho en común con muchos de nosotros, a “su manera”. El bonito recuerdo que deja, de luchador y positividad ante sus muchas adversidades, está dando fuerza a su familia y a todos los que lo conocimos y quisimos.
    La historia que compartiste con tu padre es preciosa y tierna y me alegra mucho saber del poder de “sembrar” que él consiguió contigo.
    Un fuerte abrazo
    Cristina

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    • el viernes, 5 de noviembre de 2021 a las 9:06 pm
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      Es cierto Cris que Ramón ha sido alguien muy especial, y nos ha aportado muchas cosas de esa forma tan suya y que tanto echaremos de menos. En el viaje a Palma lo hemos nombrado en ocasiones y creo que en el futuro vamos a seguir haciéndolo ¡fue estupendo recuperarlo aunque el tiempo haya sido breve!
      Besos.

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  • el viernes, 5 de noviembre de 2021 a las 3:27 pm
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    Maite, que dos historias más entrañables nos has contado y de que forma tan natural y sentida las has entrelazado.
    Nos descubres otra faceta -como tu dices: “otra más”- de nuestro amigo Ramón. Y por añadidura nos regalas un valioso recuerdo de tu infancia. Imagino cómo serían de emocionantes para ti esos viajes de Tortosa a Valencia – más de dos horas de coche, no?- para visitar junto a tu padre una pequeña libreria de barrio, donde además…¡qué ilusión, podías escoger libros a placer! ¿Qué edad tenias tu entonces? Me parece precioso poder asociar la figura del padre a un recuerdo así.

    Para terminar quería recordar aquel magnífico encuentro del grupo, con calçotada incluida, en Siurana.
    En aquella ocasión fui yo el “amigo invisible” de Ramón. Y me costó decidir que libro podría ser de su gusto; desconocía por completo sus preferencias. Traté de buscar algo que estuviera a medio camino entre su mundo espiritual y el mio. Tarea dificil, pense, pero no imposible.
    Finalmente me dicidí por “Los ojos del hermano eterno” de Stefan Zweig. Un texto corto, escrito como una “leyenda hindú” que cuenta la vida de un hombre que primero fue un bravo guerrero y después el juez más justo, y al que sin embargo el temor a haber dictado sentencias inadecuadas le lleva, en la madurez, a retirarse y vivir como un solitario asceta.
    Es un texto bello,delicadamente poético, simbólico. Pensé que a Ramón podria gustarle. Ojala haya sido así.
    La foto que encabeza tu entrada recoge precisamente el momento de la entrega de aquel libro.

    Gracias Maite.

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  • el viernes, 5 de noviembre de 2021 a las 9:19 pm
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    ¡Precioso comentario, Pedro! me encanta que hayas hecho referencia a la foto porque está puesta con toda la intención aunque me consta que salió algo desenfocada.
    Es nuestro Ramón, con un brazo en jarras, las gafas en la punta de la nariz y esa mirada apreciativa sopesando tu libro. Desconozco su opinión del mismo pero permíteme que yo te diga que no podías haber elegido mejor.
    Un abrazo muy fuerte.

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  • el martes, 23 de noviembre de 2021 a las 10:46 am
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    Maite, solo tu de la entrega de un libro y Ramón, podéis hacer una historia tan bonita, juntando su historia familiar con nuestro amigo y recordado Ramón. Gracias

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