RAMON AL CINE
by Pepe y Pere R
¿Ves Ramón lo que pasa por no contestar el imprescindible PÚATEST (vale que no estabas para muchos trotes), pero cómo montamos ahora un homenaje cinematográfico a tu altura?
— ¿Pepe, podemos llamar a Nuria?
— Tranquilo Pedro que desde About us y con un poco de whatsapp, faltaría más, lo arreglo.
Poco después de mi petición algo inoportuna en estos delicados momentos (aunque primero pregunté educada y tiernamente por el estado de ánimo familiar), recibí una cariñosa contestación por parte de Nuria en un mensaje de voz que no sé reproducir técnicamente, pero sí en su esencia, y nos salva el artículo.
«Se non è vero è ben trovato».
— Pepe, “Lo que el viento se llevó“, “2001 Odisea Del Espacio” -estas dos le chiflaban (sic)- y alguna más. Sí, diría “La Guerra de Las Galaxias”, la serie “Star Trek” y el cine de Ciencia Ficción en general.
Fantástico.
Por mi parte coincido plenamente con «Lo que el viento se llevó». Es el melodrama por excelencia. Tiene el beneplácito total de Ana y la hemos visto juntos, y seguiremos, infinidad de veces.
La hemos visto en versión original y doblada y puedo asegurar que el doblaje es excelente, como solía suceder entonces.
El recitado de la escena cumbre, «A Dios pongo por testigo...» me emociona más a cargo de Elsa Fábregas (su dobladora y desde aquí mi modesto homenaje) que por parte de la grandísima Vivien Leigh.
Los ojos de un verde imposible y desafiante de Escarlata contra la mirada marrón y dulce de Melania.
Escarlata, la reina de la provocación, cómo no te iba a gustar Ramón!
Estoy seguro en qué bando te posicionarías en el eterno debate «Escarlata ó Melania».
238 minutos maravillosos. «Lo que el viento se llevó y lo que el culo se cansó», decía mi madre a la que nunca me quedó claro si le había convencido demasiado la cinta.

De la «Guerra de las Galaxias» tan sólo un apunte porque esta parte le toca a Pedro.
Si la veo hoy me cuesta entender cómo pudo cautivarme tantísimo en su momento, pero fue tal el impacto que me causó su primer visionado, que no me levanté del asiento del cine «sesión continua» de Lloret dónde me encontraba al finalizar el pase y la repetí entera por segunda vez totalmente hechizado. No daba crédito a lo que salía de la pantalla.
No la pondría entre mis películas favoritas, pero tuvo el grandísimo honor de atraparme a una butaca.
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Ramón, Pepe, yo no recuerdo si me quedé pegado a la butaca, pero sí cómo mis ojos y mis neuronas hacían chiribitas cuando vi por primera vez la “Guerra de las Galaxias”.
Fue un film genial en su momento (1977), tanto en su aspecto visual (aunque sus efectos especiales ahora ya nos parezcan escasos), como por la introducción de personajes “del pelo” de Chewbacca, con las habilidades y la gracia de R2P2, el misticismo atemporal de los Jedi, el empalagoso tronío de la Princesa Leia (¡esa malograda Carrie Fisher!), el heroísmo gamberro de Han Solo… y ese Luke Skywalker con el que muchos de nosotros cabalgamos el universo en nuestra nave, intrépidos, cándidos y felices, antes de descubrir que…el oscurísimo y malísimo Darth Vader …¡era nuestro padre!
¡Gran saga la de George Lucas! ¡La imaginación al poder!

Aunque yo me confieso un absoluto trekkie. Mi nave estelar era el “Enterprise”.
Y hubiera jurado – ahora Nuria nos lo ha confirmado- que Ramón también se encontraba a bordo.
Eramos unos encantadores niños interestelares.
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“La conquista del espacio” -así se llamó “Star trek” al emitirse en blanco y negro por el UHF de TVE en 1969 – fue la primeria serie nocturna que, a mis once añitos, conseguí que me dejaran ver mis padres a esas horas (mucho después del “Vamos a la cama”).
Las frases de introducción de cada capítulo me ponían los pelos de punta: “La conquista del espacio, el gran reto. Estos son los viajes de la nave ‘Enterprise’. Misión durante los próximos cinco años: explorar nuevos mundos, descubrir la vida y las civilizaciones que existan en el espacio extraterrestre. Debe llegar a donde jamás ha llegado el ser humano”. (clica y escúchalo con el doblaje en español americano; así nos llegó).
La fascinación por lo desconocido era su mayor atractivo. Nos hacía soñar y sentirnos ciudadanos no solo del mundo, sino de la galaxia, del universo.
Año 2260. La Tierra forma parte de una Federación de más de 150 planetas unidos. El “Enterprise” explora el universo al encuentro de otras especies inteligentes.
En el puente de mando, junto a los pilotos Sulu (asiático) y Chehov (ruso), la teniente de comunicaciones Uhura (afroamericana) y el capitán Kirk (“w.a.s.p.”), viaja el oficial científico Spock un humanoide de orejas puntiagudas que se guía por la lógica y no por los sentimientos que su mitad vulcana le obliga a reprimir.

“Star Trek” era una serie de acción y aventuras, pero también de “ideas”; sus personajes se enfrentaban a peligrosos extraterrestres y además a complejos dilemas éticos. Todo era posible en la última frontera.
¿Qué me decís del intercomunicador -ahora hecho realidad con el móvil – o de la famosa teletransportación? ¡Quién la pillara!
¡Una maravilla, un flipe para unos crios que ese mismo año, la noche del 20 de julio de 1969, trasnochamos para ver a los primeros seres humanos poner un pie en la Luna!
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Prosigamos nuestro viaje por las estrellas, otra vez arrellanados en la butaca del cine con Ramón, para dejarnos impresionar a lo grande.
Vamos a ver “2001: Odisea en el Espacio“.
Compartimos los primeros minutos del film con un grupo de simios que chillan asombrados frente a un extraño monolito. Poco después, de forma sorprendente, esos simios descubren que unos huesos pueden convertirse en herramientas y… en armas. Uno de ellos, vencedor de una batalla contra un clan enemigo, lanza un fémur al aire y de inmediato ese hueso se transforma en una nave espacial orbitando un planeta a ritmo de un vals de Johann Strauss . Acabamos de contemplar el amanecer de la raza humana.
Esta asombrosa epopeya sobre la propia historia de la humanidad, esta reflexión metafísica que arranca hace cuatro millones de años, es, por otro lado, un film complejo y con múltiples lecturas – así lo quiso Kubrick- , pero serlo no le ha impedido calar de un modo sorprendente en la cultura popular.
A muchos nos sobrecoje y nos plantea mil interrogantes ¿verdad Ramón?, a otros en cambio les aburre o les parece una pedantería, pero nadie discute que se trata de una obra maestra, de referencia no solo en el género de la ciencia ficción, sino en toda la historia del cine.
Fue la primera película en convertir el espacio exterior en un escenario, el silencio y la ausencia de gravedad en un espectáculo; creó nuevos efectos visuales, espectaculares naves espaciales y sobre todo planteó reflexiones abiertas sobre el ser humano, su (?) inteligencia, su propia naturaleza e incluso la de un ordenador, por inteligente, demasiado parecido a nosotros mismos. ¡Pobre Hal 9000 !
“2001” demostró que la ciencia ficción también podía ser épica y ante todo adulta.

Así que Ramón: ¡Vaya suerte! Hemos disfrutado de décadas fabulosas en las que la creación en el cine, el llamado séptimo arte, ha sido muy libre y de altas, muy altas miras.
¡Que nos quiten lo bailao!
¡RAMON
QUE TU FUERZA
NOS ACOMPAÑE!


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Vaya par de amigos!!. Geniales👍👏
Después de tan interesante dedicatoria en recuerdo de la figura del amigo Ramón, me uno a vuestro eslogan:
“ Ramón que tu fuerza nos acompañe”.
…y añado: “ … y la vuestra a nosotros también, por siempre…”
Geniales. Besos.