PRADES, MI CRÓNICA

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La presión y devoción de mis más de tres millones de seguidores, nueve mil según mi amigo Pedro, catorce según la guardia urbana, que cada vez miente más que cuenta, me obliga al esfuerzo sobre humano de editar este “aquí te pillo aquí te mato”.

Con agujetas en las uñas de los dedos de las manos, trato de poner orden al magnífico recuerdo que sostiene mi neurona buena.

El selecto grupo de trekineros ha aumentado algún socio, gran noticia, aunque lamenta la ausencia de la entrañable Begoña y Pepe Segundo.

A Begoña la tenemos de misionera en Paraguay (lo especifico para alguno de los millones de lectores que no se enteran de nada).

En todo grupo perverso hay un ángel bueno.

Entre las grandiosas incorporaciones de esta vez se encontraban Pedro R., Montse, Gabi, Famy y Lana.

Todos conocéis a los tres primeros, aunque cueste imaginar a Pedrito subiendo algo más que la rampa de su garaje.

Los otros dos son la perra de Gabi y la nuestra.

Novedad en la organización.

M. Ángeles toma el mando y nos envía a la sierra de Prades. No debería sorprender a nadie si se ha molestado en leer el título del artículo.

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Te envían este recorrido y yo veo directamente el kilimanjaro, Pedro el Everest!

Desde mi casa como ir a la Conchinchina. Tres horas de viaje!!!

Encima, Ana sí que sí con un discurso taladrador amparada por el aliento de Gabi … “vamos con la perra”.

El pobre animal no ha salido de los bosques del Montnegre, no ha subido jamás a un coche ni olido un asfalto

Estéticamente no sé definirla muy bien … se supone que su madre era una mastín. Visto el tamaño y el resultado, el padre bien podría ser un chihuahua o un cerdo vietnamita.

Era obvio que teníamos que salir el día antes y se nos abrió el cielo cuando Luís y Marta, otros santos o inconscientes, nos ofrecieron hospitalidad en su casoplón de Valls la noche anterior.

El experimento no empezó del todo bien. Lana, acojonada, se pasó las tres horas del viaje jadeando.

Lluís encontró la caravana del siglo por un accidente en la autopista con el agravante de tener a Pedro en el asiento trasero que estaba a punto de fumarse el pulgar tras agotar todos los posibles temas de debate.

Nosotros, a la espera, teniendo que pasear a la perra por Valls sin entender la pobre qué mierda estaba oliendo y suplicando clemencia.

Comprobando que el frío también existe y que el termómetro puede bajar de los dos grados.

Al final, después de poner a prueba la mecánica de un Tesla y los nervios de sus ocupantes, Lluís consiguió el objetivo.

Llegada, cena exquisita, risas, buena conversación y mucho cariño.

Al levantarnos sin más incidencias, comprobamos que Marián se había dejado la puerta abierta en Tortosa. Qué vendaval !!!. Suerte que al salir de casa reboté en un pino porque de lo contrario llego a Sant Iscle volando.

Me tiré un pedo y lo olieron en el Montnegre. Me mandaron un whatsapp para avisarme.

Peor que lo de María Sarmiento que se tiró un pedo y se la llevó el viento.

Vaya mierda de tiempo tienen.

Puntuales, nosotros, cual té de reina de Inglaterra, llegamos al lugar de encuentro en Prades. Un bar, por supuesto.

A los impuntuales no nombraré, Dios me libre, allá ellos con su conciencia.

Parece ser que uno de ellos estuvo tres horas dando vueltas a la casa para asegurarse que la había cerrado bien antes de salir. Empezamos a tener una edad.

Día gris, muuuuuuy frío.

Quince amigos y dos perras, que se ignoran, empiezan la cronoescalada por fin.

Es justo decirlo desde ya, magnífica elección y precioso lugar. Gran ambiente. Unos con una indumentaria de boutique “El gran montañero”, y otros (yo) de la no tan glamurosa “Pasea como puedas”.

A pesar del ejercicio el frío calaba.

Los de la segunda tienda lo notábamos más.

Nos dirigimos hacia una reserva natural con refugio para fauna salvaje con vistas espectaculares. Pero mi perversa mente y la pícara mirada de M. Ángeles me perturbó.

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La fauna y algún salvaje al fondo

“Fauna salvaje … reserva natural … nosotros”… ¿coincidencia? ¿insinuación?

En una brava ascensión sin oxígeno, alcanzamos sin percance el dificilísimo Tossal de la Baltasana considerado por todos los expertos, entre los que se incluye al celebre profesor Pere S., como uno de los cien más importantes del mundo. Tal vez mencionó de Cataluña.

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10000 metros de altura según Pedro, 8200 creo yo porque todos sabemos que el Everest es más alto (qué bruto), 1201 metros según Pere S. (profesor tenía que ser) y 200 según la puta guardia urbana.

Se supone que desde allí se ve Cuba y el Himalaya, pero los Pirineos y la mala visibilidad nos lo impidieron. A mí me pareció escuchar el chuperreteo de un yeti, pero no lo quiero asegurar porque hay mucho guarro por la montaña.

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Porque guarradas y toqueteos hubo, ahora mi amigo Pedro dirá que soy como Pajares, pero yo noté varios roces libidinosos durante la ascensión, alguno en mi legendario culo.

Puesto que Maite estaba ausente y no es sospechosa por una vez , y dudo que le diera órdenes a Xavier, mis posibles candidatas están bastante claras.

También es cierto que yo di algún empujoncito a Jose, por ejemplo, y tal vez me propasé, pero juro que fue por la falta de oxígeno.

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Volviendo al meollo.

Caminando como si no hubiera un mañana cual fugados ucranianos, sube que te sube, llegamos a lugares realmente pintorescos.

Una supuesta necrópolis apareció. La Roca de Gríngol llaman.

Escribo “supuesta” porque a Pep, entre que no era neolítica y mal datada que estaba, yo le vi cara de “gato encerrado” y “ni fu ni fa”.

Luego una supuesta fábrica de hielo de no se sabe cuándo.

Total, cuatro piedras sin cubitos para el gin tónic y tú te lo crees porque había que ver a M. Ángeles dando la vara y Pere callado por una vez, que el que calla otorga.

Con la falta de oxígeno es comprensible este tipo de visiones.

En un día de calor seguro que ves una fábrica de hielo, pero con el frío que cascaba y sin notar la punta de los dedos, como para pensar en cubitos.

Tiramos, que parados es peor.

Para más inri nos meten bosque a través y sin oxígeno.

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Uno se quedó atascado en este estrecho paso, pero juré no dar pistas.

Con estas circunstancias pasa lo normal. Manolo se hace la picha un lío y nos pierde.

Yo, porque soy un “bosquimano” puedo sobrevivir meses en esas circunstancias, pero temí por la vida de más de uno, especialmente Pedro que no paraba de encender cigarrillos sin atender a las amenazas de Pere en un bosque más seco que el pantano de Sau.

Suerte que M. Ángeles, siendo bastante más bajita y con mejor calidad de oxígeno en esas alturas, reaccionó y enfrentándose a su perturbado marido nos encauzó hacia la ruta correcta.

Tened en cuenta que nuestra hipoglucemia a esas alturas era ya de libro.

Hipoglucemia de todos menos de unos astutos Marta y Lluís que se iban truscando elegantes plátanos y frutas selectas de escogidas fruterías de Barcelona, o seguramente de un recóndito e inaccesible pueblo de Valencia. Si hay que ir a dende sea a por la mejor fruta, se va.

Cristina y Montse iban desfallecidas y con síntomas de espejismo. Las teníamos que frenar porque ya se tiraban encima de pedrolos confundidos por bocadillos de chorizo.

Sube a la piedra, baja de la piedra … camina por aquí, trepa por allá y de repente, como en las pelis buenas, apareció cual oasis un lugar digno del mejor comedor de Versalles.

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Refugio de pastores, sabios ellos.

Menús para todos los gustos. Bocadillos selectos, otros más cutres, el “vegeta” del grupo con uno de jamón del bueno, frutos secos, buen chocolate, galletas caseras, incluso café.

Mucho compartir y disfrutar de un merecido descanso y de un sol que se agradece y se suma por fin a la fiesta.

No sé si fue la euforia del momento o la realidad, pero después ya todo me pareció bajada.

A través de bosques y senderos muy cuidados (mi felicitación a la gente de Prades) nos encontramos encima de la roca dels Corbs.

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 M. Ángeles nos pretendía colar otra cosa, la roca del cony o algo parecido, pero no contaba con el puntilloso profesor Sanches que ya le tenía cogida la matrícula y que igual te corrige la altura de un monte, el nombre de un pueblo que si tienes empañadas las lentillas no lo ves, el pico que se tercie o el apellido de una roca.

Con la euforia y la falta de oxígeno (las bajadas son muy traidoras por la descompresión), el experto Pere casi se cree supermán en un peñasco con un corte vertical de esos que te dejan sin huevos. Sin huevos y con puré de cerebelo.

Suerte que una Loli desquiciada y serena al mismo tiempo, esto es difícil porque lo escribo y no me lo creo ni yo mismo, lo convenció de que no tenía capa de vuelo.

Pasado el susto, en el suave descenso que siguió, tropezamos con la coqueta y casi inaccesible ermita de la Abellera.

Loli asegura haber subido allí con niños de diez años. Seguramente en esos momentos con afirmaciones tales, es muy probable que a ella ya le empezase a producir efectos secundarios la descompresión de la trepidante bajada.

Ni que en vez de alumnos tuviese nietos de Edmund Hillary !!!

La meta final la teníamos al alcance de la mano.

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Pedro en plan Locomotoro. La ermita está arriba, pero la pose es inigualable.

Como el final de mi relato se acerca, deseo dedicar antes unas palabras en honor a nuestras queridas perritas Lana y Famy.

Mis escrúpulos y miedos ante la expectativa de ver sufrir a nuestra perra fuera de su hábitat natural, quedaron dinamitados.

Soy padre primerizo.

Fue un espectáculo verla desmelenada guiando a todos cual corderitos.

A Famy se le notaban más modales de ciudad, pero fue una muy entrañable compañera.

Ya son parte del grupo. Ana y Montse les están creando un perfil de whatsapp.

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Gracias a todos por cuidarla tanto y mostrarle vuestro cariño.

Ya estábamos entregados definitivamente a ese placer endorfínico que entraña un paseo a través de un precioso bosque, cuesta abajo en una tarde que iba perdiendo su luz y atenuaba la belleza de tanto color y matices de verdes, ocres, amarillos, rojos y qué sé yo cuantos tonos más que para eso están los poetas aficionados.

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El frío volvía a golpear en la meta.

Las pocas ganas de separarnos y la esperanza de recuperar fuerzas con una bebida caliente, nos devolvió al bar de encuentro donde cohabita una de esas camareras cuya misión en el mundo es ser borde.

Si Marta no abofeteó sus impertinencias es porque es de hielo, santa, las dos cosas o porque ya a esas alturas incluso un perverso personaje así, formaba parte de un delirante teatro en un día maravilloso.

Los 15000 km recorridos según Pedro, 6000 según mi ojo clínico y gran experiencia, casi 15 km según el reloj de Manolo y 300 metros según la puta guardia urbana- así tropiecen y se les meta la porra por el culo-, parecían poca cosa a esas alturas.

Como es tradición, en el momento de las despedidas se reprodujeron achuchones, besos, bellas palabras y promesas de reencuentros.

Os aseguro firmemente que cualquiera se puede adherir a este grupo sin miedo al fracaso porque la solidaridad y cariño siempre llega donde fallan las fuerzas.

Las palabras terminan aquí, pero la magia del recuerdo perdurará siempre.

Hasta pronto.

Muchísimas gracias M.Ángeles y Manolo

4 comentarios en «PRADES, MI CRÓNICA»

  • el sábado, 26 de noviembre de 2022 a las 8:35 pm
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    Buenísimo y completísimo reportaje de un día precioso. Fue un placer reencontraros y compartir este primer día “fresco” de otoño. El recorrido, como dices, era accesible para todo el que le apetezca venir y las nuevas incorporaciones nos tuvieron entretenidos…intentando que no se perdieran: Aunque su terreno natural (de Lana) es el Montseny, sabe orientarse en todos los bosques. Famy nos deleitó con sus acrobacias enseñadas por Montse, a golpe de premio (también Lana se “motiva” en las bifurcaciones con una “chuche” si espera a Ana para que le marque el camino…! )
    He reido muy a gusto con tu estilo tan personal y ta mando un gran abrazo!!!
    Cristina

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  • el lunes, 28 de noviembre de 2022 a las 7:45 pm
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    Maravillosa crónica. Para los que no pudimos compartir el paseo (no me queda clara la dureza del trayecto, ja, ja) es un placer leer esta descripción tan divertida y entrañable a la vez, que nos permite entrever lo bien que lo pasasteis. Seguro que fue una gozada. Por favor, Pepe, no dejes de contarnos cosas en esta sección imprescindible. Un abrazo.

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  • el sábado, 17 de diciembre de 2022 a las 3:24 am
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    Pepito del alma, solo alguien como tú, loco mágico, se atreve a empalar a un guardia urbano… hacer crecer y decrecer montañas… cazar al vuelo al vegetariano, al Locomotoro, al guía despistado y al come-abismos… describir efluvios feromónicos entre caminant@s… y ya de paso ensalzar a los pastores, los forestales y los ocres del bosque en otoño.
    Engrandeces las montañas y el cariño entre buenos amigos -los mejores- más allá de la altura del Everest y el Kilimanjaro juntos.
    De un plumazo, soltando chispas y más chispas, ocurrentes y/o perversas, de sonrisa o desternille, siempre tan zalameras y tan entrañables, que nosotros, los bípedos, las agradecemos con la misma entrega y alegria que nuestras amigas cuadrúpedas.
    Para Famy fue un paseo de laborable… pero con bocadillo de pan de maíz con jamón- ¡algo nuevo!-… y a Lana, pobrecilla, le pareció una mili, pero seguro que oler y pacer más allá del Montnegre la hizo felicísima.
    ¡Hay que ver mundo! Y verlo y patearlo con amigos de dos, cuatro o seis patas (que algun@ había) fue uno de esos momentos que se parecen mucho, mucho a la felicidad.
    Esta felicidad que gracias a tu chispa vuelve a arder, oliendo un poco a romero, a pedo amigo, a chocolate a la taza y mucho, mucho a cariño. Mmmmmm.

    Locomotoro, el que subió los 500.000,800 metros del Kilimanjaro, según la guardia urbana.

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  • el martes, 27 de diciembre de 2022 a las 8:33 pm
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    Querido Pedro, sin querer has empequeñecido mi intento de plasmar aquel recuerdo.
    Con muchas menos palabras y mucho más ingenio has descrito cual cirujano aquel paseo.
    Me flagelas menos de lo que merezco, pero debe ser el cariño.
    Con el mismo inmenso cariño sabes que eres uno de mis gags preferidos, querido Locomotoro, pero yo no tengo la culpa de que adoptes esas televisivas poses.
    Sólo desde mi profundo amor y respeto por todos nacen esas pequeñas maldades.
    Solo por un único comentario como el tuyo entre mis más de dos millones de lectores, tres según la puta web, ninguno para los innombrables, vale la pena continuar con esto

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