Momentos estelares de la España del S. XIX (X): La cultura española en el siglo XIX.

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AUTOR: Mariano Rebollo.

Figura de la entrada: Retrato de Benito Pérez Galdós. Joaquín Sorolla (1894). Casa Museo Pérez Galdós. Cabildo de Gran Canaria.

La primera mitad del siglo XIX es el período en que aparece el mito de la España romántica: una nación atrasada, fanática y violenta, pero también orgullosa, vital y alegre, una tierra de profundos contrastes, como las pinturas de Francisco de Goya.

La mejor obra para conocer cómo era, culturalmente hablando, la España de comienzos del siglo XIX, la escribió en inglés el liberal Blanco White: Letters from Spain (1822). En ellas describe la miseria, la ignorancia y el peso de la religión en una nación caracterizada por el atraso económico, el fanatismo ideológico y la violencia sectaria; es una visión particular y sesgada de la realidad, pero en parte concordante con la visión de Goya.

Hasta la década de 1830 no aparecen figuras relevantes que encarnen el romanticismo español. En el teatro, pueden destacarse Francisco Martínez de la Rosa (La conjuración de Venecia, de 1834), el duque de Rivas (Don Álvaro o la fuerza del sino, 1835) y Juan Eugenio Hartzenbusch (Los amantes de Teruel,1837). En la novela, la obra más destacada es El señor de Bembibre (1844) de Enrique Gil y Carrasco. Dentro de la poesía, aparece en 1833 en Barcelona el primer poema del renacimiento literario catalán: la Oda a la Patria de Buenaventura Carlos Aribau. La diferencia económica y social motiva que el romanticismo tenga en Barcelona una orientación conservadora, mientras que en Madrid su tendencia fuera más liberal.

Entre los poetas de esta época destaca sin duda  José de Espronceda (1808-1842), autor  de El estudiante de Salamanca y de El diablo mundo (1842). Influido por Byron y Lamartine, encarna en su vida y su obra el espíritu del romanticismo; a partir de 1827 viaja a Portugal, Londres (donde se une sentimentalmente al amor de su vida, Teresa Mancha, mujer casada y madre) y París. En esta última ciudad combate con los libertarios en las barricadas durante la revolución de 1830 y un año después se instala en Madrid con Teresa, con la que tiene una hija, Blanca. En 1836 ella le abandona, muriendo en septiembre de 1838. Espronceda escribe entonces un desgarrador poema, Canto a Teresa. Es famosa también la Canción del pirata, un canto a la libertad (1936). Implicado en la política española y de ideas liberales y republicanas, escribió numerosos artículos críticos con los gobiernos y fue diputado a Cortes por Almería en marzo de 1842, falleciendo por enfermedad en mayo del mismo año. Entre sus artículos y folletos destaca Política y Filosofía: Libertad. Igualdad. Fraternidad (publicado el 15 de enero de 1836 en “El Español”), del que destaco un párrafo interesante: “La igualdad significa que cada hombre tiene una misión que llenar según su organización intelectual y moral, y que no debe encontrar trabas que le detengan en su marcha, ni privilegio que delante de él pongan hombres que nada valieran sin ellos; significa, en fin, que todo sea igual para todos y que la facilidad o dificultad de su merecer esté en razón de la igualdad o desigualdad de las capacidades y no de los obstáculos, que antiguos abusos o errores perjudiciales establecieron”. También publicó una demoledora crítica al “salvador” Mendizábal, El Ministerio Mendizábal , por no mirar por la elevación y emancipación de los proletarios: “A los pueblos no basta decirles que callen, es menester no darles motivos de hablar”.

Espronceda
José de Espronceda. Antonio Mª Esquivel (1842-1846). Museo del Prado. Madrid.

Otro de los escritores románticos más interesantes de este período es Mariano José de Larra (1809-1837), quien abordó los géneros más variados, desde el teatro, la poesía, la crítica literaria y la novela (El doncel de don Enrique el doliente,1834) hasta el periodismo de crítica social y política. Escribe artículos en numerosos periódicos, como El pobrecito hablador, La Revista Española, El Observador, El Español, El Redactor general, etc. En ellos, bajo el seudónimo de “Fígaro”, Larra critica ácidamente, con amargura, pesimismo y melancolía, los males de la sociedad española arcaica y de un régimen político que temía las libertades (El castellano viejo; Dios nos asista; En este país; Vuelva usted mañana, etc). Como ejemplo, entre sus afirmaciones destaco: “un pueblo no es verdaderamente libre mientras que la libertad no está arraigada en sus costumbres e identificada con ellas”, “el corazón del hombre necesita creer en algo y cree en las mentiras cuando no encuentra verdades en las que creer” y “el pueblo es más fuerte que el gobierno, cuando éste no comprende y satisface sus necesidades”. Se suicida en 1837, a los 28 años, pegándose un tiro en la sien en su casa, tras recibir la visita de su amante Dolores Armijo, en la que le comunicó el final definitivo de su relación. Larra estaba separado de su esposa, con la que tuvo tres hijos, y atravesaba una época de tristeza, desencanto y desesperación por los males de la humanidad.

Larra
Mariano José de Larra. José Gutierrez de la Vega (1835). Museo del Romanticismo. Madrid.

La pintura española del primer tercio del S. XIX tiene una figura excepcional, innovadora e inclasificable: Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828). En el resto del panorama de la época destaca la escuela de Sevilla, de tipo costumbrista, encabezada por José Domínguez Bécquer, padre del escritor Gustavo Adolfo Bécquer.

En la segunda mitad del siglo XIX, España se va modernizando social y culturalmente y aparece un orgullo nacionalista español, persistiendo un catolicismo que constituye un lastre para el progreso. Un ejemplo de esta cultura nacionalista es el erudito Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912), quien escribió la monumental Historia de los heterodoxos españoles (1880-1882).

Con el ímpetu de la modernidad en las ciudades se derriban las viejas murallas medievales y se construyen “ensanches” como el de Barcelona, ideado por Ildefonso Cerdá. Esta ciudad se afianza como la capital económica del país, la urbe más moderna y dinámica, culturalmente abierta a las corrientes del resto de Europa. En las ciudades se crean ateneos, casinos y asociaciones como centros activos de reunión y discusión, de importante irradiación cultural. En 1835 se funda el Ateneo de Madrid, presidido por el duque de Rivas y más tarde por Martínez de la Rosa. Algunos cafés, de la capital sobre todo, se convierten en lugares de encuentro y debate, con famosas tertulias. Los dos pensadores más importantes de mediados de siglo son el tradicionalista Juan Donoso Cortés y el sacerdote catalán Jaime Balmes.

Las universidades estaban aún anquilosadas, pero a partir de 1843 se va iniciando una renovación universitaria y pedagógica de la mano del profesor Julián Sanz del Río (1814-1869), introductor del krausismo en España (basado en el pensamiento del alemán Karl Krause) y fundador de una ideología que enfatizaba el poder de la razón, defendía la libertad del pensamiento, incentivaba la investigación y patrocinaba la innovación educativa, todo ello dentro de una estricta ética humanista. Tanto él como sus discípulos, entre los que destaca Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), impulsor de la renovación pedagógica española que cristalizó en la Institución Libre de Enseñanza(1876), sufrieron la persecución por parte de la Iglesia católica y de los políticos y gobiernos de ideología conservadora (Sanz del Río y sus amigos fueron expulsados de la Universidad de Madrid en mayo de 1867 porque “sus enseñanzas eran un peligro para la fe”). 

El escritor típico del romanticismo español de la segunda mitad del siglo XIX es sin duda el sevillano Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), autor de Leyendas y de Rimas. También hay que añadir aquí a Rosalía de Castro (1837-1885), poetisa gallega de gran sensibilidad, autora de Follas novas, y a la obra teatral Don Juan Tenorio (1844) de José Zorrilla (1817-1893). 

En pintura florece la llamada “pintura de historia”, con obras de gran formato que recreaban la historia épica de España (Muñoz Degrain, Pradilla, Rosales, Gisbert, Casado del Alisal, etc). Destaca aquí el pintor Mariano Fortuny (1838-1874), con sus magníficos cuadros que retratan escenarios y personajes norteafricanos.

Maria Fortuny The Odalisque Google Art Project
La odalisca. Mariano Fortuny (1861). Museu Nacional d’Art de Catalunya. Barcelona.

La música tampoco evade el impulso nacionalista, manifestado en obras de Isaac Albéniz (Iberia) y Enrique Granados (Danzas españolas; Goyescas) así como en composiciones del llamado “género chico” y zarzuela, piezas muy apreciadas por el público de varias generaciones. En literatura aparecen novelas de tipo realista y naturalista, con autores como Juan Valera, Emilia Pardo Bazán, José María de Pereda y, sobre todo, Leopoldo Alas, Clarín, con La Regenta (1885), magistral retrato de la vida en la ciudad de Oviedo durante la Restauración canovista. Sin embargo, el autor más grandioso de este período es Benito Pérez Galdós (1843-1920), prolífico escritor de novelas como La familia de León Roch, Fortunata y Jacinta, Tormento, Misericordia, Doña Perfecta y sus Episodios nacionales; también fue el renovador del teatro español con su drama anticlerical Electra (1901).

Por último, mencionaré a algunos personajes que destacaron en áreas como la filosofía, la medicina, la economía, la educación o la ciencia. Francisco Fabra Soldevila, natural de Llivia (Gerona), fue médico formado en Francia y filósofo, famoso por su extenso e interesante trabajo “Filosofía de la Legislación Natural fundada en la Antropología o en el conocimiento de la naturaleza del hombre y de sus relaciones con los demás seres” (de acceso libre en internet). Su publicación en 1838 suscitó todo un escándalo por sus ideas sobre la naturaleza del ser humano y la educación. Partidario del monismo científico, afirmaba que “ningún pueblo puede ser feliz si no está gobernado según las leyes de la naturaleza”. En el terreno médico, mencionar también la Real Expedición filantrópica de la vacuna (o “Expedición Balmis”, 1803-1809), dirigida por Francisco Javier Balmis, médico de Carlos IV, que extendió la vacunación contra la viruela por todas las colonias españolas.

Ya hemos comentado anteriormente la figura de Álvaro Flórez Estrada (1769-1853), el mejor economista español de su tiempo, liberal diputado en Cortes, precursor de los teóricos del socialismo y autor de publicaciones entre las que destaca su Economía política: “Jamás hubo riqueza sin previo trabajo. La materia, mientras no se apropia, transporta o modifica para algún uso del hombre, se halla destituida de valor real, y por consiguiente no es artículo de riqueza. El trabajo es el que le da utilidad y valor… Al trabajo es debido el valor real de todas las cosas…”.

En el terreno de la ciencia destaca el médico y botánico Mariano La Gasca y Segura (1776-1839), de reconocido prestigio internacional por sus trabajos sobre botánica y la selección de plantas cereales, pero ignorado en España. Fue diputado en las Cortes del Trienio liberal y Director del Real Jardín Botánico de Madrid, teniendo que exiliarse en Inglaterra durante 10 años; a su regreso, le decomisaron en la aduana sus manuscritos y su herbolario por carecer de dinero suficiente para pagar los derechos arancelarios que le exigían. La ciencia era menospreciada y encima sometida a la censura constantemente.

A pesar de que la educación continuó en el mismo estado de atraso, hubo figuras como la de Pablo Montesinos y Cáceres (1781-1849), médico y pedagogo, que intentaron modernizar la enseñanza. Elaboró la Instrucción para régimen y gobierno de las escuelas primarias (1834) y un Manual para los maestros de escuelas de párvulos. La burguesía, especialmente la catalana, se preocupaba por que existiera una instrucción elemental para que sus trabajadores fueran más útiles sabiendo leer, escribir y calcular, pero esta preocupación no era compartida por la mayoría de los gobiernos.

Mariano R.

Mariano R.

Neurólogo jubilado que disfruta con los buenos libros, las artes y humanidades y las conversaciones con los amigos.

2 comentarios en «Momentos estelares de la España del S. XIX (X): La cultura española en el siglo XIX.»

  • el domingo, 16 de mayo de 2021 a las 5:18 pm
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    Una nueva y brillante descripción acerca de protagonistas del XIX. Ha sido interesantísimo el repaso, mi desconocimeinto era casi total.
    Muchas gracias

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  • el martes, 18 de mayo de 2021 a las 4:09 pm
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    Gracias Mariano, por volver a explicarnos tan bien las cosas. Tenía ganas de llegar a la parte cultural de este siglo tan martirizado. Otra vez se demuestra que, entre las peores vicisitudes políticas y sociales, las artes florecen aunque muchas veces lo hagan como reflejo o protesta del malestar reinante. Lo que más pena da es el ninguneo de la ciencia aunque ahí podríamos decir , como Larra, “en este país…”

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