Marc Chagall
GANADOR DE LA 3ª ENTREGA DE CERCANT L’ART (IV): Manel Serrano.
AUTOR: Marc Chagall (Vitebsk, Bielorrusia, 1887-Saint Paul de Vence 1985).
TITULO: “El violinista celeste”.
LOCALIZACIÓN: Museu Municipal de Tossa de Mar (Girona).
Imagen de la entrada: “Sobrevolando la ciudad“. Marc Chagall, 1918; óleo sobre lienzo 141 x 198 cm. Galería Tretyakov, Moscú.
Para la entrega de este mes de enero pensé en mostrar un paisaje invernal y lo primero que me vino a la mente fueron los músicos de colores pisando la nieve o volando sobre ella de Marc Chagall, pero al buscar un cuadro me tropecé con El violinista celeste y tuve que abandonar las escenas gélidas para mirar por esa ventana azul de aires veraniegos pintada durante su estancia en Tossa de Mar. Lo que se ve a través de ella no es el Mediterraneo azul brillante de la “Finestra de l’oportunitat” con la que nos animaba Manel la semana pasada, si no el pueblo donde nació, Vitebsk (Bielorrusia).
Marc Chagall era el mayor de nueve hermanos de una familia judía humilde. En 1906 empezó a asistir a clases de un retratista local y al año siguiente, superando muchas dificultades, pudo mudarse a San Petersburgo para continuar sus estudios de pintura, descubriendo a Cezanne, Gaugin y Van Gogh. Al cabo de tres años, cuando ya había cobrado cierto renombre, uno de los judíos acomodados de esta ciudad le ayudó para que pasara una temporada en París y allí se unió a un grupo de artistas del barrio de Montparnasse que vivían en La Rouche (la colmena), un taller abierto por el escultor francés Albert Broucher (1850-1934) para albergar a jóvenes artistas. En ese ambiente bohemio conoció a otros artistas famosos como Apollinaire, Picasso, Soutine, Modigliani, Leger, Max Jacob, Robert Delaunay y Blaise Cendrars que se convertiría en su mejor amigo.
En 1914 regresó a Vitebsk para casarse con Bella Rosenfeld, su prometida desde 1909 que sería protagonista de muchos de sus cuadros, y allí permaneció durante la Primera Guerra Mundial. A pesar de que no sentía inclinación por las estructuras políticas ni las confrontaciones ideológicas, en 1917 participó activamente en la Revolución rusa y fue nombrado comisario de Arte para la región de Vitebsk, donde fundó una escuela de Arte en 1919.

Debido a la carga burocrática del cargo y desavenencias con camaradas, se mudó a Moscú en 1920 y luego a París en 1923, pintando naturalezas muertas pobladas de flores y personajes. En 1933 algunas de sus obras fueron quemadas en Mannheim por orden de Goebbels. En 1941 huyó a EEUU, tras escapar a través de España y Portugal de la ocupación alemana de Francia y la persecución a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Finalizada la contienda regresó a Francia y se instaló en La Provenza, iniciando sus grandes obras monumentales integradas en espacios arquitectónicos como la decoración de la bóveda de la Ópera Garnier de París (reformada en 1964 por iniciativa del entonces ministro de Cultura André Malreux) o de la ópera de Nueva York. Murió a los 97 años y está enterrado en el pueblo de Saint-Paul de Vence, cerca de Niza, junto a su segunda esposa, Valentina Bródskaya.

El museo que lleva su nombre fue fundado en 1997 en el edificio que habitó su familia en Vitebsk, aunque solo contiene copias de sus cuadros ya que fue considerado persona non grata en tiempos de la URSS.
La editorial Acantilado publicó en 2004 su libro de memorias escrito originalmente en ruso y traducido pos su esposa, publicado en París en 1931.
Después de una vida tan agitada, Chagall abogó en muchos de sus cuadros por el amor y la comprensión entre los hombres y los pueblos, advirtiendo contra el horror y la violencia, sin dejar de mostrar expresamente su origen ruso y judío; las pequeñas cabañas de Vitebsk, los judíos con la Torá, los rabinos y las sinagogas reaparecen constantemente en sus cuadros.
“Desempeño mi trabajo tal como yo lo he recibido en herencia de mis padres después de miles de años –decía-. No olvido jamás la tierra donde nací”.
Fue principalmente un contador de cuentos rusos que con su fantasía poética fue capaz de transformarlos en imágenes líricas.
Su obra está repartida por muchos países de Europa y EEUU. España cuenta con algunos de sus cuadros, entre ellos los cuatro óleos fechados entre 1913 y la década de los 30 del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y El pájaro celeste expuesto en el Museo Municipal de Tossa de Mar.

¿Por qué se posó “El pájaro celeste” en Tossa?
Siguiendo los pasos de Jaume Villalonga i Balam (1861-1904), primer pintor en valorar el paisaje de Tossa, empezaron a residir y frecuentar Tossa otros pintores como Joan Roig i Soler, Joan Requesón i Vinyoles i Lluis Masriera i Rosés. Durante el periodo de entreguerras llegaron a Tossa artistas procedentes de toda Europa, entre ellos, Olga Sacharoff. La popularidad del lugar se fue incrementando y durante los cinco primeros años de los años treinta Tossa se llenó de intelectuales y artistas de diversas disciplinas. La mayoría eran alemanes de origen judío que ya presentían, a raíz de los primeros decretos antisemitas, el horror que tendría lugar más adelante. Marc Chagall, André Masson, Jean Metzinguer, y Georges Kars, entre otros, fueron algunos de los artistas que se instalaron en Tossa y ello dio lugar a una confluencia de las vanguardias nunca vista. Fue una época tan ecléctica que Rafael Benet calificó Tossa como la “Babel de las Artes”. A raíz de ello, un grupo de prohombres locales pensaron que sería interesante poder mostrar la producción de los artistas que en aquellos momentos se encontraban en Tossa. Se escogió y se adecuó el Palau del Batlle de Sac, uno de sus edificios más nobles, y el día 1 de septiembre de 1935, se inauguró el Museo Municipal de Tossa con un fondo formado por pintura, escultura y dibujo contemporáneo, junto a los hallazgos arqueológicos procedentes de la villa romana de Los Almendros, siendo uno de los primeros museos de arte contemporáneo en España.
Marc Chagall veraneó en Tossa de Mar en 1934 y 1935 y quedó cautivado por el paisaje y especialmente por su gama de azules. La mayoría de obras que creó allí son acuarelas y gouaches. Una de ellas, El violinista Celeste, quedó en su “paraíso azul”, tal como solía nombrar a Tossa.
En el cuadro Chagall hace una evocación de Vitebsk. Una ventana de azules intensos nos señala el límite entre el interior y el exterior. Lo que vemos a través de ella es el paisaje de su infancia, calles y casas torcidas, como en un sueño. Chagall no reproduce la realidad en sus cuadros, sino que crea su propio mundo recogiendo partículas de aquí y allá. El violinista que vuela, una de las fantasías recurrentes en sus cuadros, podría ser una evocación de su tío, que tocaba el violín en las celebraciones ritualistas judías y con quien tuvo una estrecha y afectuosa relación, especialmente durante su infancia. Ningún otro artista del S. XX representó tantas figuras suspendidas en el aire, algunas soñando, la mayoría amantes y de vez en cuando músicos, casi siempre alegres.

Es probable que la actitud alegre y fantasiosa de Chagall sea consecuencia de que fue educado en el hasidismo, tradición judía surgida como respuesta a la corriente más intelectual del taludismo. El hasidismo no desarrolló ninguna escuela, pero posee un gran legado de historias y leyendas y propicia al canto y el baile.
¿A qué corriente pictórica pertenece Chagall?
Resulta difícil encuadrar a Chagall en una de las vanguardias del S XX. Se podría decir que su estilo es muy particular o que es una mezcla de estilos. Su obra representa un expresionismo más vitalista, dinámico y colorista que el de otros pintores contemporáneos adscritos a esta tendencia. Sintetizó su iconografía rusa natal con el colorido fauvista y el espacio cubista y, al introducir la metáfora en la pintura moderna, fue precursor del surrealismo. Su imaginación producía imágenes caprichosas de una gran expresividad lírica que hablaban de su amor por la vida y por la humanidad. Es uno de los representantes más ilustres de La Escuela de París.
De 1904 a 1940, la historia del arte está dominada por una secuencia de movimientos artísticos solapados e interrelacionados. No obstante, durante este periodo muchos artistas, uno de ellos Chagall, trabajaron de forma independiente y se les agrupa bajo el término de École de París, el cual no se refiere a un estilo artístico como tal. Esta expresión fue usado por primera vez por el periodista André Warnod (1885-1960) en un artículo publicado en 1925, con la pretensión de que abarcara a todos los artistas que habían llegado a París en las dos décadas anteriores, entre ellos Picasso y Matisse. No obstante, con el tiempo el término se ha utilizado para designar a unos 80 artistas de otros países afincados allí.
La Escuela de París fue tanto un fenómeno social como cultural, dado que los artistas con los que se asocia el término no participaban de un enfoque estético unificado. Si tenían en común que sus manifestaciones artísticas son figurativas, centrándose en la representación de la figura humana, haber compartido un estilo de vida bohemio e intelectual con ideologías afines, la posibilidad de haber podido estudiar las grandes obras de la capital francesa y beneficiarse del interés de muchos marchantes de arte y coleccionistas privados. Creían que fomentar una agenda artística internacional podía servir para erradicar la creciente oleada de xenofobia y militarismo. ¿Se puede intentar de nuevo?
Chagall siempre me ha evocado una película y una música de nuestra adolescencia, El violinista en el tejado (EEUU 1971; director Norman Jewinson; guión Joseph Stein; música Jerry Bock; letra Sheldon Harnick). ¿La recordáis?
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Muy interesante toda la reseña, Cinta. Una vez más una carretada de información cultural para que nos vayamos barnizando un poco.., jeje. Muy bonitos los cuadros, que colorido !, y muy curiosa esa fantasía de los personajes voladores que aparecen en dos de los que nos muestras.
En relación a la Ecole de Paris, siempre he pensado lo fantástica que debía ser la vida cultural y artística de París en los años 20…., si existiera “el túnel del tiempo”….
Gracias por la entrada y un abrazo.
Gracias Gabi. A ver si con tanto barniz no acabamos “quemaos” (jajaja).
Si, creo que los personajes volando es un gran acierto de Chagall porque esa imagen te abre inmediatamente la puerta de la fantasía, ese territorio tan mágico y propio de la infancia que a menudo, incomprensiblemente, nos negamos los adultos.
También creo que el París en los locos 20 sería un gran viaje en el tiempo. De momento habrá que conformarse con los testimonios que nos legaron.
Un abrazo.
Quina meravella, Cinta, un altre entrada per llepar-se els dits. Te tota la raó en Gabo quan al·ludeix al paper formatiu i inspirador de les teves aportacions.
La veritat és que Chagall no és un autor difícil d’identificar, porta aquell segell tan personal i únic que només pocs artistes són capaços d’aportar. Jo trobo que el seu, es un surrealisme ple d’ingenuïtat i acolorit amb una paleta que, tot i que convida a aproximar-lo al fauvisme, jo crec que expressa millor una barreja que va des de Van Gogh al mateix Matisse.
Per cert, quina sort tenir tan a prop quatre o cinc grans pintures de Chagall en el Thyssen de Madrid, no?
Manel
Gracies Manel. Tens raó, el estil de Chagall es únic. Va aconseguir allò que pretenen tants artistes i sembla que ho va fer deixant-se anar pel mon de les emocions, la imaginació i la fantasia. Sembla una formula fàcil, però no ho deu ser tant.
Si, es una sort tenir a prop quadres seus per poder visitar. Jo no he estat al Museu de Tossa (he sabut d’ell pel quadre de Chagall) i em penso apropar la propera vegada que sigui al voltant. Apart del “pájaro celeste” sembla que hi han altres obres interesants i les ruïnes de la vila romana que son un al·licient mes.
Una abraçada.
Cinta, continues sentant càtedra.
Ja varem parlar per telèfon.
Ara només felicitar-te aquí a la xarxa.
Petonàs.