LIGURIA, PARCO NAZIONALE DELLE CINQUE TERRE
La región italiana de Liguria es una estrecha franja que se extiende a lo largo de los 260 km de costa del golfo de Génova, desde la frontera con Francia al oeste, hasta la ciudad de La Spezia al este, donde empieza la región de Toscana.
Quienes hayan conducido por la serpenteante autopista costera que atraviesa esta región italiana, con incontables viaductos y túneles, seguro que tienen en sus retinas la imagen de una zona de grandes barrancos y montañas que caen abruptamente sobre el mar. Por doquier, tanto en la zona montañosa como en la más cercana a la costa, los pueblecitos diseminados por el paisaje, decoran este bello recorrido.
Hicimos este viaje un mes de junio de 2018, camino del puerto adriático de Ancona, donde embarcaríamos hacia Grecia. Fue, por tanto, un trayecto “de paso”, como otras veces, pero en esta ocasión teníamos la intención de visitar uno de los destinos turísticos más afamados de Italia, el Parco Nazionale delle Cinque Terre, que junto con el Parco Naturale de Portovenere, inmediatamente al este de Cinque Terre, conforman un territorio declarado desde hace años como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Se trata de la abrupta zona costera que hay entre los pueblos de Levanto y Portovenere, donde están las visitadísimas “Cinque Terre” aludidas en el nombre del Parque, que son los pueblos de Monterosso al Mare, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore.
Es una zona rocosa, de acantilados y laderas empinadas, en las que destacan las terrazas donde se cultiva la vid. Excepto Corniglia, que está colgado sobre un promontorio al borde del mar, los otros cuatro pueblos están construidos en las salidas de barrancos que acaban en el mar en pequeñas ensenadas o calas. Todos encaramados sobre los riscos, con las casas construidas entre sus empinadas y estrechas callejuelas y luciendo sus coloreadas fachadas, con sorprendentes y llamativos colores vivos, rojizos, anaranjados, ocres o sienas que son actualmente su principal seña de identidad.
El Parque se puede visitar de diferentes maneras y dedicándole el tiempo que se quiera, pero un par de días sería lo mínimo. Las carreteras son difíciles y poco recomendables, además de que debido a lo accidentado del terreno hay que remontar barrancos para volver a bajarlos y hacer muchos kilómetros cuando en realidad la distancia en línea recta entre los pueblos es pequeña. Otro inconveniente es la dificultad para aparcar o incluso las restricciones para los turistas, salvo que se tenga reservado algún alojamiento hotelero. Lo aconsejable y lo que mayoritariamente se hace, es realizar los recorridos y visitas en tren, en barco o caminando.
Hay una línea ferroviaria de uso regular, que para en las estaciones de todos los pueblos y a la que se le da también uso turístico, existiendo un “bono” diario que permite utilizar el tren durante todo el día, subiendo y bajando cuantas veces se quiera y en los dos sentidos de la marcha. Existe también sistema de conexión por mar entre todos los pueblos, con pequeños barcos de línea y turísticos que enlazan Levanto con La Spezia, parando en todas las localidades. Por último, existe en el Parque una red de senderos señalizados, en total unos 120 km, siendo el más popular el Sentiero Azurro, que une los cinco pueblos bordeando el mar.
Naturalmente, la mejor manera de visitar la zona es combinando las tres posibilidades de visita, para tener así la visión más completa del conjunto, tanto desde tierra, como desde el mar.
Nosotros nos instalamos 2 días en Levanto, en un camping porque viajábamos con la autocaravana y desde allí hicimos las diferentes incursiones en el Parque.

Nuestra primera visita fue a Monterosso al Mare, que es un poquito diferente a los demás. Es fácilmente accesible en coche porque está en una zona más plana, en una pequeña bahía que dispone de una atractiva playa. Es también el más grande y el que tiene más infraestructura hotelera y de restauración, aunque conservando un encanto innegable. Quizá es el sitio idóneo para instalarse tres o cuatro días y utilizarlo como campo base para visitar la zona.

Vale la pena callejear por el Monterosso Vechio, la antigua ciudad medieval, donde destacan el Castillo de Fieschi y la Torre Aurora. Una constante en todos los pueblos de la zona, son las estructuras fortificadas que datan de la época medieval y que fueron construidas como defensa ante las incursiones marítimas de los piratas y los sarracenos, que atacaban esta zona dominada por los Genoveses durante los siglos XVI y XVII.

El siguiente lugar a visitar, siguiendo el orden de oeste a este, es Vernazza. Nosotros hicimos el trayecto andando desde Monterosso, por el Sendero Azul. Es un trayecto de unas dos horas, sin dificultad técnica, aunque un poco “rompepiernas”, con el sube y baja propio de terreno que estamos visitando. Atraviesa zonas de viñedos y muestra unas espectaculares vistas del mar azul intenso y de la costa escarpada. Finalmente, aparece a lo lejos Vernazza, destacando en la visión panorámica, la Torre del Castillo de los Doria, que defendía desde la altura su pequeño y bien protegido puerto natural. Dispone también de una pequeñísima playa de arena dorada que se utiliza para el baño.

En Vernazza vale la pena pasear por su animada calle principal y acceder a la zona del Castillo, desde donde se obtienen impresionantes vistas de conjunto.

En Vernazza vale la pena pasear por su animada calle principal y acceder a la zona del Castillo, desde donde se obtienen impresionantes vistas de conjunto.
Nuestro siguiente destino es el único de las “Cinque Terre” que no está a nivel del agua. Se trata de Corniglia, que se levanta unos 150 m sobre el mar, en un promontorio al que se puede llegar desde la estación del tren, junto al mar, subiendo una escalinata de unos 400 escalones, conocida como “La Lardarina”. La gran diferencia y el verdadero valor de este enclave, en relación a los otros cuatro, es que el mar lo ve desde arriba, pero hacia donde realmente se orienta es hacia el interior, tierra adentro, hacia zonas menos abruptas, donde se cultivan más fácilmente vides y olivos.

Nuevamente volvemos al mar, a nuestro siguiente destino que sin duda es una de las postales identificativas de la zona, el pueblo de Manarola. Quizá el más agreste de todos, agarrado a las rocas en las que finaliza el torrente que lo atraviesa y que forman su pequeño puerto natural y algunas piscinas naturales para el baño.

Hay que señalar al Sentiero Azurro entre Manarola y Riomaggiore, el siguiente y último de los 5 pueblos, como uno de los trayectos imperdibles por su belleza. Se le conoce como “Vía dell’amore” y son solo 1,5 km. Fue realizado como vía auxiliar durante las obras de construcción y tunelación del ferrocarril y pasa por las más espectaculares zonas de acantilados y pequeñas calas, con miradores de vistas idílicas.


Finalmente, llegamos al último de los cinco pueblos hacia el este, Riomaggiore, donde la empinadísima calle principal, acaba directamente en la pequeña cala, siendo esa parte final de la calle, la zona donde se “aparcan” las barcas y la rampa por la que entran y salen del mar.
Guarda una cierta similitud con la primera localidad visitada, Monterosso, ya que está en una zona menos abrupta por lo que el pueblo es grande y extendido, teniendo una importante iglesia, San Juan Bautista y el Castilllo más poderoso de la zona.
Una vez visitados estos enclaves del Parco delle Cinque Terre, vale la pena extenderse hacia el sureste, hasta la población de Portovenere y visitar esta pequeña y bellísima ciudad enclavada en la punta de una lengua de tierra que da al oeste hacia el golfo de Génova y al este hacia la bahía de La Spezia, conocida como Bahía de los Poetas, llamada así por que era lugar de residencia y correrías de los poetas románticos ingleses Lord Byron y Shelley. Es una población de elegancia histórica, frecuentada por el turismo de élite durante los años 50-60 del siglo XX y que conserva un precioso casco antiguo y un pequeño puerto lleno de encanto. Hay que destacar la Iglesia de San Pedro, de estilo gótico, construida sobre un promontorio rocoso sobre el mar y con vistas maravillosas hacia el inmenso Golfo de Génova.

Todo el espacio costero descrito en esta crónica, entre Levanto y Portovenere, tiene como unos 25 km. Por lo tanto, se trata de distancias pequeñas que pueden ser fácilmente recorridas ya sea en tren, barco o a pie. Unos pocos días nos permitirán conocer un lugar único y disfrutar de las maravillas que esconde.
Nosotros, después de haber pasado en unas cuantas ocasiones por la zona, por ese “túnel de la velocidad” que son las autopistas, por fin nos decidimos a parar y visitar “Cinque Terre” y el resultado fue magnífico. Os recomiendo que si pasáis por la zona os planteéis “Cinque Terre” como parada obligada, seguro que os encantará.
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Buff! Que ganas. Me lo he leido del tirón y por tanto, deberé ir mas pausado y anotar todos los detalles e indicaciones que das. Ya te indiqué que, covid mediante, el próximo septiembre tenía idea de viajar pir Italia. Cinque Terre estaba en nuestro deseo, pero a partir de tu artículo, se instala en nuestra firme voluntad.
Un abrazo
Gabi, no me leído todo el viaje, pero me parece tan bonito con estas imágenes, que en cuanto se pueda me plantearé el viaje y tus apuntes. Besos Gabi
Bueno, Lourdes, si aunque no te lo has leído entero te parece bonito y te han dado ganas de ir…., éxito conseguido…., jajaja.
Espero que puedas constatar la belleza del lugar “in person”.
Gracias por el comentario. Un beso.
Gracias Manel. Sí recuerdo que comentaste tu idea de “superviaje” por Italia. Sin duda una primera paradita de un par de días en cinque terre, os resultará reconfortante. Yo os lo recomiendo.
Un abrazo
¡Qué gozada de artículo Gabi! Es maravilloso que nos queden lugares tan bellos para conocer y un lujo deleitarnos cada sábado con un viaje, aunque sea imaginario o quizás por ello, tan bien narrado. Anotado.
Un abrazo.
Efectivamente, Cinta, la cuestión es que nos quedan tantos lugares maravillosos por conocer !! Te das cuenta cuando viajas, aparecen ante tí muchos lugares de los que ni siquiera tenías noticia. Viajar es sobre todo descubrir, así que a por esos lugares !!
Gracias por tu comentario y un abrazo
Gabi, un indret amb un paisatge preciós.
Si viatjar sempre fascina, fer-ho en llocs com aquest, encara resultat més reconfortable.
De fet Europa, gaudeix d’uns destins impresionants, tant pel paisatge, com per la cultura i les costums afegides.
Conforme ens anirem fent grans, anirem escursant distàncies i serà l’hora de visitar racons més propers. Esperem vida per fer-ho.
Bon relat.
Una abraçada.
Me alegro de haberte descubierto un lugar nuevo para conocer. Curiosamente esa zona de liguria ( no solo es Cinque Terre ), es poco conocida en nuestro país, pero vale la pena y estoy seguro de que a vosotros os guataría patearla un poco.
Gracias por el comentario y un abrazo
Vaya gustazo leer estos viajes y estos recorridos por costas mediterráneas.
Que suerte poder haberlas disfrutado.
Un gran viaje para hacer como dices, poco a poco, y viviendo esas imágenes y esos parajes de montaña y costa.
Una buena guía tu relato.
Pon un viaje en tu vida!!
Hombre Max, que gusto verte en los comentarios. Veo que a tí te va siempre más la costa mediterránea que la montaña…, jeje. Es un buen destino.., playas, paseos, vistas….y hasta se podría ir con el barco.., anímate !!
Te agradezco el comentario.
Un fuerte abrazo.
Querido amigo,
llevo toda mi vida oyendo hablar de “Le Cinque Terre”. Ya en mis clases de geografía en el Colegio Italiano se estudiaban como un lugar de culto. Sin embargo para mí siempre ha sido un lugar de paso y periodicamente alguien me coloca ese lugar mítico como anzuelo.
Yo creo que el gran mérito por lo que veo en las fotografías es el haber sabido conservar tan bien su personalidad a través del tiempo y el turismo.
Hace muchos años un amigo italiano de gran cultura y enamorado de la Costa Brava me dijo algo así…”Pepe, en Italia veneramos Le Cinque Terre pero no le llega ni a la suela del zapato de vuestra costa”. Si en este maldito país alguien se hubiese preocupado por conservar lo que teníamos(sólo hay que mirar las fotos antiguas) y no se hubiese especulado tanto, no nos impresionaría tanto la costa lígure. Es por eso que vale la pena ir a estos rincones que nos presentas para llorar nuestro paraíso perdido.
Muchísimas gracias.
Un abrazo muy fuerte
Sin duda alguna, el gran mérito de la zona es haber sabido conservar en su originalidad todo el espacio, tanto propiamente la costa, como los pueblos. Quizá a su favor en este propósito, esté el hecho de que es una zona con muy poca playa, por tanto poco propicia para ese turismo que todo lo arrasa. También creo que favorece en ese mismo sentido, el hecho de ser un espacio pequeño, de unos 20 km de costa, que hace que el turista mayoritariamente lo visite en un par de días y a otra cosa.
Dicho esto, a mí me pasó algo parecido a lo que tú comentas. Diferentes personas me habían hablado de Cinque Terre y muchas veces he pasado por la autopista, sin parar.
Pero vale la pena conocerlo y como muy bien dices, quizá añorar el pasado de muchos lugares de nuestra Costa Brava, pensar en “lo que pudo haber sido y no fué”
No decepciona. Aunque puestos a hablar de todo, es muy importante informarse bien e intentar buscar la mejor época posible y me refiero sobre todo a la época en la que haya menos turismo, menos visitantes, para disfrutar al máximo del lugar.
Te agradezco mucho tu comentario.
Un fuerte abrazo.
Precioso Gabi!!! …y con todo lujo de detalles! Italia me parece un pais lleno de contrastes, como España y con mucho bueno por disfrutar, añadido a la relativa proximidad, me encantará en un futuro próximo ir conociéndola más!!! Gracias por las impresionantes imágenes desde tierra y desde el mar, de gran belleza y bastante protegidas de la sobreexplotación humana por la misma naturaleza agreste de su litoral.
Besos y abrazos
Cristina