LA LOCOMOTORA NEGRA (FINAL DE TRAYECTO)
Es ley de vida, todo lo que empieza termina.
La más longeva big band de jazz de Europa y única en su concepción no profesional, tocó sus últimos acordes el sábado cuatro de febrero en el coqueto escenario de la Aliança del Poble Nou.
Un bello lugar con mesas al borde de la pista, palcos laterales, el anfiteatro y su parket central de madera donde los pies de los swingers se consagran al virtuosismo de sus piruetas y el resto de los mortales a soñar ser lindy hopers por un día,
No es mi intención que esta reseña suene a triste melodía.
Podría explicar la emoción final que se palpaba cuando resonaron ya para siempre en la Aliança las últimas notas.
Fueron las de la mítica canción “What a wondeful World”, el conocido tema interpretado por Louis Armstrong por primera vez en 1967. Un sonido nostálgico, puede, aparentemente simple, puede, pero cargado de optimismo contenido y esperanza.
Veo verdes árboles, rosas rojas también. Los veo florecer para ti y para mí, y pienso … qué mundo tan maravilloso. Veo cielos azules y blancas nubes, el bendito día brillante y la oscura noche sagrada, y pienso… qué mundo tan maravilloso. Los colores del arco iris tan bellos en el cielo y las caras de la gente que pasa. Veo amigos cogidos de la mano, diciendo cómo estás, realmente diciendo, te amo. Escucho bebés llorar, los veo crecer, aprenderán mucho más de lo que yo nunca sabré y pienso … qué mundo tan maravilloso. Sí pienso … qué mundo tan maravilloso…oh sí.
No es esa mi intención, repito.
Ricard Gili, que en algún momento de su vida se tragó a Louis Armstrong y su trompeta, alma e inspiración del grupo, nos guio al final de ese mundo maravilloso que durante cincuenta años, se dice pronto, nos ha acompañado.
El concierto fue una fiesta de música, baile, cava, kikos y cacahuetes.
Escoltados por los muchos y fieles amigos de toda una vida, ellos disfrutaron y nosotros bailamos.
El día que yo abandone este maravilloso mundo quiero algo parecido, deseo seguir su ejemplo.
Amigos en casa, música para bailar, alegría, risas, abrazos, cava y, si puede ser jamón de jabugo.
Yo no estaré por supuesto, pero así será.
Fue un último regalo, un broche de oro.
No sé si pudieron dar su mejor versión ese día cargado de recuerdos y emoción, pero seguro que fue el más bello.
Pusieron en marcha la Locomotora cinco amigos y bajaron diecisiete en la estación final dejando algún pasajero por el camino y grandes colaboradores.
Ricard Gili, Tomás González, Tófol Trepat, Miquel Soler y Carles Gili arrancan la Locomotora.
Concierto en la mítica Cova del Drac de Barcelona un 31 de diciembre de 1971.
Trompeta, saxo tenor, piano, contrabajo y batería respectivamente.
Cuando en 1971 el número uno de la lista de los 40 principales en España era Nino Bravo con “Te quiero, te quiero”, unos amigos empezaron a coquetear en escenarios con el jazz.
David Bowie dijo, “en 1971 empezamos a escribir el siglo XXI”.
Ese año está considerado y reconocido por muchos críticos como el mejor año de la historia del rock and roll y R&B.
Bowie, Marvin Gaye, Led Zeppelin, el Imagine de Lennon, Rollings, the Doors, T. Rex, Jethero Tull, Pink Floid, Lou Reed …y tantísimos más que reflejaban un nuevo espíritu reivindicativo que difícilmente entraba en aquella España franquista de discos de contrabando.
¿Por qué Jazz entonces?
Con el nacimiento y la historia de esta banda de músicos se puede realizar un fascinante guion de cine.
Familias mayoritariamente enclavadas en una burguesía liberal ilustrada de los años sesenta, tocadiscos que entran clandestinamente en las casas procedentes de la pecadora Andorra de entonces, discos no menos clandestinos y de difícil acceso que se escuchan con devoción en familia o con amigos durante horas, el padre que al comprar el tocadiscos trae consigo la banda sonora de la película de Benny Goodman y pocos días después trae “Louis Armstrong playsW.C. Handy” que con su “Saint Louis Blues” marcan toda una vida, coincidencias mágicas, una pareja de apasionados músicos franceses que aparecen en las vacaciones de la inmaculada Calella de Palafrugell de entonces e impactan en sus jóvenes veraneantes, mucho estudio de Conservatorio, instrumentos que se regalan el día de Reyes y cambian una vida …
Para ir al big bang de la Big Band nos situamos en la calle Calatrava, concretamente en la casa Gili/Vidal, años sesenta donde el prestigioso arquitecto Joaquim Gili, gran aficionado al jazz piensa reunir semanalmente a un grupo de amigos para audiciones colectivas de los discos que podían encontrar entonces.
Al mismo tiempo, otra de sus inquietudes, el coleccionismo de trenes de miniatura, da pie al nombre de dichos encuentros … ”Reuniones de la Locomotora Negra”.
Dos de sus hijos, Ricard y Carles, quedan abducidos por el veneno de aquella libertaria música negra.
Tras asistir al Sacred Concert que Duke Ellington regaló a Barcelona en la basílica de Santa María del Mar en 1969 portando la Libertad por bandera, se entraba en un camino sin retorno que duraría cincuenta años.
Tan solo la orquesta del propio Duke Ellington y pocas más han conseguido la gesta de perdurar durante tantos años.
Es entonces cuando el mayor de los hermanos se entrega a la creación de esa ansiada banda de amigos, unos virtuosos músicos que podrán dar forma a ese sonido imaginado.
Llega el mítico 31 de diciembre de 1971, la Cova del Drac de la calle Tuset de Barcelona. 25 pesetas.
Mucha familia, amigos y amantes del jazz.

Debaten cual será la primera canción.
Arrancan la Locomotora con los acordes de “Strutting with Some Barbacue”, swing alegre, seguramente interpretado en La bemol.
No debió ser casual elegir un movimiento que interpreta en el Carnegie Hall Louis Armstrong en 1947( con él empiezan el ciclo, con él lo terminan). Un Armstrong que hace entonces su primera aparición importante en dos décadas al frente de sus All Stars, tocando esta melodía (editada por primera vez en 1927) y que da nombre al disco grabado en directo con un trombón, un piano, un contrabajo, un batería y su trompeta.
De los cinco pioneros en la Cova que tocaron aquel día, ¡cuatro celebraron los cincuenta años después!
Miquel Soler, el contrabajo, abandona en 1974 dando paso en su lugar a Jordi Casanovas.
Fue aumentando progresivamente el número de integrantes… 7,8,9, 10 (1979) hasta que en su 25 aniversario ya se puede considerar una big band con13 componentes.
En el concierto final al que asistí, cuento17 músicos en la orquesta, de los cuales, once ya estaban en la celebración de los 25 años.
Ya se ha mencionado la excepcionalidad de que una banda de jazz, o cualquier grupo musical en definitiva, permanezca unida y fiel a una idea durante cincuenta años.
Más singular resulta, sin duda, que se trate de no profesionales que han sacrificado muchísimas horas de trabajo, familia y otras actividades para seguir su destino musical.
Historiador, arquitectos, abogado, biólogo, pedagogo, administrativos, catedráticos, técnico publicitario, electrotécnico, diseñadores, bíoingeniero, ingeniero industrial y algún músico dan fe de esa dificultad.
Incluso miembros del grupo han tenido tiempo para escribir libros, practicar la filantropía musical, participar en seminarios, dar conferencias, dirigir talleres para nuevos músicos, colaborar con otros proyectos musicales y en definitiva, divulgar el jazz.
Cada lunes, desde los años ochenta, ensayo en la Cova del Drac, primero en la calle Tuset de Barcelona y posteriormente en la calle Vallmajor donde se trasladó el local ya con el nombre de Jazzroom.
En este local, junto a la plaza Adriano, tuve el honor de estar invitado en el ensayo general de uno de los conciertos que daría lugar al día siguiente en el Palau la orquesta.
Escuchar, ver, oír sus íntimos susurros, comprobar la dirección de Ricard, serio, seguro y relajado a la vez, casi tocar a dos metros escasos ese increíble grupo, es un regalo que agradeceré eternamente a nuestro amigo Marc Trepat.
Porque, si hoy estoy escribiendo estas notas, es básicamente por Marc.

Ese primer trombón de varas que aparece en 1978 en La Locomotora con 16 años.
Ese trombón que le trajeron los Reyes Magos el mismo año en el que fallece su padre, 1976, cuando él tenía 14 años.
Un regalo que surge de su ilusión por tocar con sus dos hermanos mayores, Tófol y Lluís, y de las necesidades de la orquesta.
Él asiste con ocho años al mítico primer concierto y posteriormente a varios ensayos. Escucha tantas veces la casset de ese primer concierto que su madre tuvo que decir “basta”.
Cuando te entra el jazz en vena ya no puedes huir.
Primero autodidacta y luego estudios en el Conservatorio hasta que entra definitivamente por una de las dos vías posibles en el grupo, el derecho de la sangre.
Pese a no ingresar por la segunda vía, la del talento, enseguida es puesto a prueba por Ricard Gili.
Me explico.
Los primeros tiempos sin excesiva formación, su papel era básicamente dar “cuerpo” a la orquesta sin improvisaciones hasta que un buen día Gene Mighty Flea Coonors se cruzó en su camino para cambiar la historia.
El genial trombonista venía por Barcelona y colaboraba con la Locomotora.
Fue protagonista y pieza clave del genial disco de 1983, “Hey Mr. Lanlord”.
Connors y Marc ensayan, llega el concierto en la Cova del Drac.
Fue entonces cuando el propio Connors se dirige a mi amigo y le expresa la voluntad de tocar juntos la pieza de Duke Ellington, “Mood Indigo”.
Hubo encerrona, salió muy bien (estoy convencido que Gene lo sabía) y Trepat descubrió de golpe la clave del buen hacer, “ No es lo que tocas sino como lo tocas”.
A partir de ese momento Marc soñó con grabar una pieza conjunta en la que se tenía que forjar un reto. Poder tocar de tú a tú con Connors en una batalla de trombones.
Con 19 años graba “Marc&Gene”, un maravilloso tema compuesto por Ricard Gili. Un blues rápido en Si bemol. Se grabó a la primera para sorpresa de Gene Connors. Y aquí tenéis el duelo unos años más tarde.
Cuando murió el genial músico y mejor persona en el 2010, el bueno de Marc había perdido a su padre musical y, por supuesto, lloró.
Debo, para terminar, detenerme en alguno de los muchos datos relevantes que ha vivido este grupo.
Musicalmente, hay dos conciertos memorables en la historia de esta big band.
En el Palau destaca primero el “Memorial Duke Ellington” (1999) que recrea el mágico concierto de Santa María del Mar de 1969 y que puso la semilla de la Locomotora.
Posteriormente y muy especialmente la cantata creada por Ricard Gili, “He mirat aquesta terra” (2010) donde recrea el universo de Salvador Espriu en el especia llenguaje del jazz. Memorable.
En 1997 consiguen el primer premio en el Festival de Jazz de San Sebastián en el concurso para conjuntos amateurs de jazz tradicional.
En el 2002 la merecida Creu de San Jordi.
Es Donosti quien también otorga en el 2021 el premio especial a sus cincuenta años de trayectoria.
La gran Locomotora ha parado definitivamente la máquina.
Yo no soy un crítico musical, pero recuerdo las palabras que me dijo hace ya un tiempo uno de los más grandes cantantes de ópera de este país cuando yo lamenté mi ignorancia y frustración por no entender mejor las notas, los compases, los tempos y el solfeo en general al escuchar una melodía, “mira, eso está muy bien, pero la música se siente con el corazón”.
Ese corazón ha latido muy fuerte cada vez que os he escuchado.
Como bien dijo Ricard Gili en su despedida gloriosa sin lamentos, “Qué más queréis, ahí tenéis los discos, cintas, libros que perduran para siempre”.
Repito, memorable, !! gracias amigos !!
Me ha entusiasmado este viaje con la Locomotora Negra, Pepe. He disfrutado muchísimo con cada uno de los vídeos y he sentido la emoción que transmites. Eres afortunado de haber seguido su trayectoria y haber podido asistir a su despedida. Es un final de trayecto, pero para los músicos de la locomotora sus proyectos, composiciones, ensayos y actuaciones habrán sido unas de esas experiencias que dan sentido a una vida y que alegran la de su público. Muchas gracias por este regalo. Un abrazo.
Pepe, muchas gracias por este regalo escrito desde la emoción.
Una emoción que comparto no solo por mi larga querencia por el jazz, si no y sobre todo por otra querencia más vieja aún: la que mantengo por aquel maestro que a mis diecisiete años me enseñó “Historia del arte” y unas cuantas cosas más de la vida y su swing.
El piano de Tòfol Trepat – el instrumento más grande a bordo – ha sonado desde su primer viaje al ritmo de los cilindros y los vientos de esta Locomotora Negra, perfectamente engrasada durante décadas.
Me uno, como no, al agradecimiento a Marc Trepat por sus comentarios, que nos han permitido sentirnos aún más copartícipes de esta preciosa y larga historia de amor por la buena música y la auténtica amistad.
¡Qué precioso y mágico viaje!
Queridos amigos, agradezco especialmente esta vez vuestros comentarios, puesto que ha sido una de las ediciones más difíciles que he realizado por el compromiso personal y emocional que implicaba el texto. Cuando escribo sobre Fred Astaire sé que le importará un pepino lo que diga, entre otras cosasporque está muerto, y mis posibles incorreciones. Los amigos sobre los que suelo editar me lo aguantáis todo (o casi) y todavía me dirigis la palabra, cosa que no entiendo.
Pero este ha sido una situación muy distinta, lo confieso. Era consciente de que todos los componentes de la orquesta me iban a leer, como así ha sido y sus palabras me han emocionado. No quería un texto nostálgico, ni demasiado pelota, ni muy largo, ya lo es y me perdonarás Pedro que no te haya incluido en el texto, ni muy técnico. Me costaba encontrar el enlace entre los tres argumentos principales, la despedida, el grupo en sí y su historia y mi homenaje personal a Marc. Chirriaba constantemente y creo sinceramente que al final me salió con su ayuda que agradezco muchísimo. Los textos y generosidad de Marc esta última semana ha sido un regalo. A mí personalmente me encanta su dúo con Gene Connors y muy especialmente el vídeo del homenaje a Salvador Espriu que no había podido asistir y desconocía.
Muchísimas gracias, repito
Pepe, enhorabuena 👏
Una de las mejores entradas que te he leído en la PUAWEB.
Felicidades a “La Locomotora Negra” por su trayectoria y a ti por acercarla de manera excelente a nuestras vidas a través de este artículo.
En un “concierto personal” mientras leía, he disfrutado de unos vídeos espectaculares, emocionantes, llenos de una vitalidad tremenda.
👍👏😀
Pepe, quin article tan bo!! Increible el gran talent acumulat en aquesta orquestra. Jo, com el Pere, tenim un vincle especial amb Tòfol Trepat, professor d’història de l’Art i gran contador d’acudits, que després va ser catedràtic a la Universitat. Llavors ja era un gran músic. Vàrem tenir ocasió d’assistir al concert que la Locomotora va oferir al Palau fa uns 7-8 anys. Entranyable poder parlar amb en Tòfol una estona.