Juantxu Rodriguez. Fotoperiodismo en la guerra
Primer fotoperiodista español asesinado en un conflicto internacional
Juantxu Rodríguez nació en 1957 en Casillas de Coria, Cáceres, pero siendo un niño emigró con su familia a Portugalete, Vizcaya.
A los 22 años, de forma casual – le compró su cámara a un amigo en apuros – inició su andadura como fotógrafo independiente. Y pronto vendió sus fotos tanto a periódicos españoles: Deia, El País, La Vanguardia y Tribuna Vasca, como internacionales: Liberátion, Newsweek y The New York Times.
Su primer contrato fue conel Gabinete de Prensa de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). En sus cursos de verano retrató a los intelectuales y artistas que por allí pasaron.
Pero a Juantxu le interesaba especialmente captar imágenes en la calle, se inclinaba decididamente por la temática social. En su serie “Margen Izquierda” reflejó la complicada década de los 80 en los pueblos de la ría de Bilbao: Portugalete, Santurce, Sestao. Años de reconversión industrial en los Altos Hornos, desempleo masivo, drogas, pobreza, marginalidad






En 1989, con 32 años, becado por la UIMP recorrió el continente americano desde Chile hasta Centroamérica, realizando un reportaje sobre españoles en esas tierras.
En diciembre de 1989, junto a Maruja Torres, enviados ambos por el periódico El País, llegó a Panamá. Y allí, por primera vez en su vida se topó con una guerra.
El 19 de diciembre de 1989, en apenas unas horas, después de un bombardeo masivo, 27.000 marines norteamericanos tomaron la capital panameña con la excusa de derrocar y capturar al dictador Noriega acusado de narcotráfico. Comenzaba la invasión de Panamá, la llamada operación “Causa Justa”, la primera de las “neo-guerras”, como las calificó Umberto Eco para caracterizar aquellos conflictos, tan habituales desde entonces, en los que sólo un bando cuenta los muertos, en su mayoría civiles, mientras el otro contempla el espectáculo desde la pantalla del televisor.
Juantxu Rodríguez se encontró con aquella guerra y fotografió lo que ocurría antes de que el general de turno autorizara la entrada a los chicos de la prensa. Ciudadanos que se asomaban al quicio de la puerta para contemplar el paso de algún blindado, familias que huían del incendio del barrio de El Chorrillo, individuos que saqueaban comercios en pleno caos, cadáveres amontonados en la morgue de la capital.
Y de pronto, fatalmente, se encontró en medio de un fuego cruzado que por error se estableció entre las tropas norteamericanas. Dirigió su objetivo hacia los marines y pagó su osadía con la vida. No fue el Robert Capa de la playa de Omaha mostrando al mundo el valor de “nuestros muchachos”, si no el testigo incómodo que debe morir.
Juantxu no tenía experiencia como fotógrafo de guerra pero hizo lo que debe hacer un profesional cuando se tropieza con la historia: captar un momento irrepetible, lleno de desconcierto y sufrimiento. Las fotografías que tomó en las calles del barrio viejo, forman parte de una intervención que arrojó, como se supo luego, cerca de dos mil muertos civiles.
Andreu Claret, delegado de la agencia EFE para Centroamérica en aquella época escribió: “Yo había aprendido que lo peor de la guerra es el miedo de quienes llevan un fusil en la mano”. “Debía haberle insistido a Juantxu, poco antes de separarnos, que el peligro, en la guerra, no es proporcional a la maldad que se le supone a un hombre armado, sino a su instinto de supervivencia. Los marines apostados delante del hotel Marriott no avisaron. Ametrallaron el coche donde iba con Maruja y le derribaron a él cuando se disponía, probablemente, a fotografiarlos, desde el parking del hotel donde había buscado refugio. Alguien llevó su cuerpo al mismo hospital que había visitado aquella mañana y lo depositó en la misma e inmunda morgue donde había hecho el último reportaje de su vida. Tardé horas en saber su paradero y en alcanzar el depósito de cadáveres”.
Para Juantxu, arriesgar no era un fin. Solo quiso captar de la guerra su condición de acontecimiento profundamente humano.



Maruja Torres escribió para El País una crónica espeluznante y muy emotiva sobre lo sucedido: “La última foto de Juantxu Rodriguez”
Él tuvo el dudoso honor de ser el primer fotoperiodista español asesinado en un conflicto internacional. Tristemente luego vinieron otros: Causo, Pujol, Puente, Anguita. Vaya este texto como homenaje a todos ellos.
Hace apenas un año, en noviembre de 2019, a los 30 años de su asesinato, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dictó que Estados Unidos debe indemnizar a su familia por su muerte.
- ‘Las ocho montañas’, una historia de amistad en los Alpes italianos - sábado, 24 de junio de 2023
- CARLOS PEREZ NAVAL. TALENTO PRECOZ DE LA FOTOGRAFIA DE NATURALEZA - sábado, 20 de mayo de 2023
- HISTORIAS DE LAS “ENFERMEDADES SECRETAS” - sábado, 22 de abril de 2023
Impactantes fotos de un gran foto periodista trágicamente muerto. Muy buen artículo con un enlace imprescindible, la crónica de Maruja Torres viviendo la muerte de Juantxu. Felicidades
Impactant i oportuna referència de qui vol ser testimoni de la barbàrie. Et felicito Pere.
Per cert, l’article de la Torres, colpidor.
Manel
Recordo molt bé el succés i l’article de Maruja Torres. En aquell moment era un compulsiu lector de premsa i incondicional d’El País. Després va venir Couso. Vaig llegir un llibre colpidor escrit per una periodista amiga seva. Lamentables morts erròniament atribuïdes a fatals casualitats. Els periodistes moren quasi sempre perquè són armes de pau i a cap bàndol els interessa.
Escribint aquest comentari em ve a la memòria una fotògrafa morta en acció. En parlem.
Pere, magnífic escrit i magnífiques fotos en record de Juantxu Rodríguez.
Tot llegint-lo, podem recordar barbàries semblans, llegides o visionades al molt periodístic o cinematogràfic.
Gràcies.
Interesante escrito, Pedro, que nos hace recordar sucesos que impactaron, al menos en España, en su momento. Profesión de altísimo riesgo la del fotoperiodista de guerra, no sólo por la posibilidad real de accidentes indeseados, sino porque en muchas ocasiones, como comenta Lluís, quizá se deban a accidentes “no tan indeseados”. Muy emotivo el escrito de Maruja Torres, testigo de los hechos en primerísima persona.
Julio Anguita, el político, hizo famosa una frase que pronunció al enterarse de la muerte de su hijo, periodista de guerra, de 32 a, “Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”.
Impactant article, Pere. Mafnifiques les fotos i el text i per rematar el link amb una testic de la tragedia, Maruja Torres. Es absolutament cruel que una bala que no tocava pugui acabar amb tants somriures i ilusions, amb la vida d’un noi tan jove que nomes feia el seu treball.
Al menys el honrem amb el nostre record.
I believe this is one of the such a lot important information for me.
And i’m happy studying your article. But wanna commentary on some
general issues, The site taste is perfect, the articles is actually nice : D.
Good task, cheers