ISLAS AZORES, EL PARAISO DE PORTUGAL
El archipiélago de las Azores está situado en medio del Atlántico Norte, a unos 1600 km al oeste de Lisboa, en la costa portuguesa y está formado por nueve islas, las orientales San Miguel y Santa María, las centrales Terceira, San Jorge, Pico, Faial y Graciosa, y las de poniente Corvo y Flores, que tiene en su costa el punto más occidental de Europa.
Islas todas ellas de origen volcánico, en las que disfrutaremos de una naturaleza excepcional propiciada por la alta humedad existente todo el año, de cráteres tapizados por una vegetación exhuberante o de maravillosos lagos y lagunas que completan toda la paleta de colores del verde y el azul. Costa rocosa con impresionantes acantilados, algunas playas de arena negra y zonas de piscinas naturales en el mar. Actividad geotérmica con pequeñas lagunas de agua caliente y la posibilidad de probar el “cocido volcánico”, que se hace enterrando un enorme perol durante 7 horas en la tierra, donde estará a casi 100 grados de temperatura. También nos sorprenderá y seducirá la arquitectura de sus ciudades y sus numerosas iglesias, así como su gastronomía.

Son nueve, sin duda todas ellas tienen interés, pero hay que elegir. Nosotros estuvimos a finales de junio del 2013 y visitamos tres islas en ocho días. San Miguel y Terceira, que son las más grandes y seguramente las más importantes, de visita obligada. La tercera isla que elegimos fue Pico, la isla-volcán, que alberga la montaña más alta de Portugal, que es un volcán naturalmente y al que intentaremos subir.
La Isla de San Miguel es la más importante y poblada y Punta Delgada, su capital, con 70.000 habitantes, es también capital del archipiélago. Es llamada “la isla verde” por estar toda ella completamente cubierta por bosques, prados o cultivos. Tiene, además, los volcanes más impresionantes, con lagos en el interior de sus cráteres.

Nuestro plan es fácil, ir desplazándonos plácidamente con el coche que alquilamos y que es conveniente hacer en todas las islas. Carreteras más que aceptables, aunque la orografía es accidentada y los desplazamientos necesitan su tiempo. Poco tráfico y paisaje ondulado lleno de vegetación, muy gratificante. Mención especial para una de las cosas que más llaman la atención en la isla, la cantidad ingente de hortensias gigantes, floridas todo el año, que jalonan muchísimos km de las carreteras de la isla, además de los jardines y parques de las ciudades.
Nuestro primer destino, la Caldeira Volcánica de Sete Cidades, en la parte occidental de la isla, es la imagen más icónica de todo el archipiélago. Se trata de un inmenso cráter doble, de unos 12 km de perímetro, en cuyo interior se pueden contemplar dos majestuosas lagunas, la Laguna Azul y la Laguna Verde y todo su inmenso entorno totalmente cubierto de vegetación. Desde la carretera se accede fácilmente a los miradores de Vista do Rei y Cerrado das Freiras, estratégicamente instalados para poder disfrutar del maravilloso panorama. También existe la posibilidad de realizar pequeñas caminatas que nos permitirán disfrutar más y mejor de la caldera y su entorno.

Seguimos nuestra ruta bajando hacia la zona de costa por preciosos pastizales que nos hacen entender el por qué la industria láctea es la principal riqueza de la isla. Las vacas lecheras, que pastan libremente todo el año, producen el 50% de la leche que se consume en Portugal.

Una vez en la costa, visitamos Mosteiros, un pueblecito que posee una de las pocas playas que existen en la isla. Esta playa tiene la peculiaridad de estar delante de unos característicos islotes que le confieren al conjunto una especial belleza.

Al día siguiente, nuestro recorrido nos llevará a conocer la Lagoa do Fogo, en el centro de la isla y seguidamente la importante y atractiva zona de Furnas.
La Lagoa do Fogo, es una preciosa laguna encerrada dentro de un enorme e irregular cráter volcánico que está en lo alto del gran macizo montañoso que divide la isla en dos partes. Tiene muchas posibilidades para la visita, ya que además de carreteras que circunvalan el perímetro con sus estratégicos miradores, también se puede descender al interior, donde existen amplios caminos para circundar el lago a pie. Es una experiencia que vale la pena.

La Caldera Volcánica de Furnas, que alberga en su interior la laguna del mismo nombre, es el tercer macizo montañoso de la isla, más al este que las ya visitadas y se diferencia de Sete Cidades y Lago do Fogo, en que aquellos son volcanes completamente extinguidos y en cambio en la zona de Furnas persiste cierta actividad telúrica.
Furnas, situada a poca distancia del lago, es una antigua ciudad balneario, que como todas en general, trasmite aire de tranquilidad y paz, la gente viene aquí simplemente a pasar el tiempo y a ver el espectáculo volcánico que la naturaleza ofrece alrededor de la ciudad. Manantiales de aguas calientes o frías, ferrosas o sulfurosas, de aguas puras o barros hirvientes, que se encuentran sin más, por doquier, aunque convenientemente parcelados y protegidos para evitar posibles accidentes, sobre todo por las altas temperaturas que en ocasiones alcanzan.

Si nos acercamos al lago, a su orilla norte, podemos encontrar el popular “Campo de Caldeiras”: Esta es una zona en la que todo el suelo tiene temperatura y rezuma agua caliente. Aquí, la gente del lugar ha cavado en el suelo pequeños pozos y los ha forrado en su interior con material refractario. Ahí es donde se meten las marmitas o peroles y se tapan con tierra, para que durante 6 o 7 horas se cocine de manera natural el típico Cocido Volcánico. Hay como 50 o 60 pozos y en los restaurantes de la zona se puede degustar este plato hecho de manera tradicional.


La Isla de Terceira es la segunda en tamaño y población del archipiélago. Fue allá por el 1500 importante puerto de escala para las rutas marítimas portuguesas hacia el norte de Africa y América. También lo fue para la corona española, que dominó la isla sobre el 1600 y la convirtió en importante punto de escala para los barcos que traían oro y otros bienes de México y Perú.

La isla tiene una orografía muy agreste y encadena en su interior varios macizos volcánicos que aún conservan cierta actividad. También la costa está dominada por los acantilados o por las zonas costeras formadas por las coladas de lava expulsadas por los volcanes y que acabaron llegando al mar. Precisamente, dos de las zonas costeras en las que existe bahía y playa, es donde se desarrollaron dos de las más bonitas ciudades del archipiélago, Angra do Heroismo y Praia da Victoria.
El primer día lo dedicaremos a recorrer la isla, visitando la Caldera del volcán Guilherme Moniz, el más grande del archipiélago con 15 km de perímetro. En las inmediaciones de la Caldera, encontramos el Algar do Carvao, un conjunto de pequeños cráteres, grutas y galerías volcánicas conectadas entre sí, preparadas para ser visitadas. Es un espectáculo curioso de ver, ya que se accede por una escotadura al interior del cráter y al estar dentro y alzar la vista se puede contemplar la enorme chimenea más o menos circular, que es la salida del volcán y que da directamente a cielo abierto, estando además todas estas paredes interiores, completamente cubiertas de vegetación.


Nos quedan las ciudades. Praia da Vitoria, la segunda ciudad actual y primera capital de la isla. Cuenta con un interesante y agradable casco antiguo, de los siglos XV y XVI y tiene la playa más auténtica de las que vimos en las distintas islas visitadas y parece ser, la más grande y significativa de todo el archipiélago. Vale la pena pasear por sus calles, darse un baño en la Praia y comer o cenar en algunos de los restaurantes de su centro urbano.
La otra ciudad importante, es Angra do Heroismo, con unos 35.000 habitantes, actual capital de la isla y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1983. Tiene un casco urbano cuyo trazado respeta al original de los siglos XV/XVI y un estilo arquitectónico al parecer similar al Colonial brasileño, por lo que se la ha comparado con la ciudad de San Salvador de Bahía.


Es una ciudad muy animada y agradable para pasear por sus calles de casas coloridas. Como lugares a destacar, la Plaza Vieja, la espectacular Iglesia de Sé, del siglo XVI y las vistas del conjunto de la ciudad y la bahía, que se obtienen desde algunos de los miradores de los alrededores.

La Isla de Pico, está absolutamente dominada por la Montaña de Pico, cuyo perfil se levanta como un coloso sobre la isla con sus casi 2.400 m. Es la montaña más alta de Portugal.
La isla es encantadora, con un vivo contraste entre sus extensiones de lava negra y el verde de sus plantaciones de viñas, rodeadas por muritos de piedra negra que la protegen de los vientos que azotan estas islas del Atlántico. Producen los mejores caldos del archipiélago y este “paisaje vinícola” fue declarado Patrimonio Mundial en 2004.

El primer día lo dedicamos a recorrer la isla con el coche, disfrutando de los paisajes del mar, cráteres, viñedos y siempre, desde cualquier sitio, la presencia constante de la Montaña. También visitamos la ciudad más importante de la isla, Madalena, la capital, en la que destacan la Iglesia de Santa Magdalena y el Museo del vino.

El día siguiente estaba reservado para intentar ascender a la cima de la Montaña de Pico. La primera condición necesaria, se cumplió, pues el día era soleado y la meteorología se presentaba estable para la jornada. Hay que tener en cuenta que las nubes y las nieblas imposibilitan la subida más de la mitad de los días del año. Tuvimos suerte.
Se parte de un lugar llamado la Casa de la Montaña, que está a unos 1.200 m, donde te registras y pagas, pues es zona protegida y además controlan el tránsito de las personas que suben y bajan. Hay que vencer un desnivel de unos 1.200 m por un terreno que al principio es un sendero más o menos amable, pero que hacia la mitad se empina y endurece por ser terreno volcánico con mucha piedra suelta, irregular y dificultosa para avanzar. Se tarda unas 4 horas en subir y 3 en bajar.
Durante toda la ascensión las vistas son preciosas, tanto de la costa y los pueblecitos que serpentean a lo largo de ella, como de la extensa y verdosa superficie de la isla en la que se aprecian pequeños conos y cráteres volcánicos revestidos de vegetación.

Lo curioso y espectacular de esta montaña es que primero se llega y se entra a un amplísimo cráter, dentro del cual nos encontramos una segunda montañita de unos 250 m de altura que es el “Pico” que se ve desde abajo en la imagen típica de la Montaña. Este “Pico” es el pequeño cono volcánico que se produjo en una segunda fase eruptiva dentro del cráter de la montaña grande.


Esta última subida es bastante penosa, por un terreno muy vertical e irregular. En la cima, el premio, como siempre, vistas en 360º hacia el Océano Atlántico y varias islas del archipiélago.

Fue nuestro último día en la Azores y para nosotros un buen final a nuestra fantástica experiencia viajera por este lugar del mundo sin duda poco conocido en comparación con tantos otros, pero que es un auténtico paraíso de naturaleza virgen, al que vale la pena visitar.
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Otra maravilla de lectura y fotografías viajeras. Òbviamente ya eres nuestra particular revista Altair, una joya literaria en formato relato de viajes. Te felicito una vez mas.
Tienes razón al referirte a las Azores como unas “olvidadas” en el universo de nuestros sueños viajeros. Particularmente me ha pasado con toto el territorio del portugués, Brasil incluido. Debi hacer slgo por solucionarlo.
Un abrazo Gabo
Pd: ese cocidito no debe estar mal, no?
Gracias Manel, eres un incondicional !!
Viaje fácil, barato, cercano y que vale la pena… lo que puedo asegurar es que se percibe como una forma diferente de viajar, no es turismo al uso.
Por supuesto el cocidito es una maravilla…, diferente a los nuestros, sin caldo y sin garbanzos…, pero muy bueno. Veo que, para variar, te has fijado en el tema culinario.., jaja. Decirte, abundando en el tema, que tienen muy buenos pescados, algunos mariscos y pulpo gigante que casi siempre hacen a la brasa, buenísimo !
( me he extendido un poco en el tema culinario porque veo que es por donde se te puede pillar , jaja.. )
Un fuerte abrazo
Amigo Gabi, los que disfrutamos recorriendo mundo, también lo saboreamos leyéndote.
Justo estas islas no las conocemos.
Veremos si algún día entran en mi agenda.
Abrazos.
Pere S.
Bueno Pere, puedo decirte que creo es un tipo de viaje y lugar que os gustaría mucho. Lugar sencillo y muy tranquilo, gente amable, escenarios siempre bonitos y relajantes y muy adecuado para caminar.., trekkings sencillos en los que se conecta con la especial naturaleza de estas islas. Bueno y la montaña más alta de Portugal.., jaja
Gracias por tu comentario.
Un fuerte abrazo.
Gabi, como siempre muy ameno e ilustrativo tu relato del viaje y magníficas las fotos.
Yo estuve hace unos años en Madeira. No sé si lo conoces. No tiene grandes lagos como Azores, pero esos pueblos, esos riscos verdes y esas cumbres desde las que se ve el mar me han recordado mucho mi viaje. Las “levadas” , es decir las ascensiones junto a conductos de agua centenarios, son en Madeira totalmente recomendables para cualquier alma andariega sea cual sea su edad.
Lo único malo de Madeira está en el puerto de Funchal, la capital, y es totalmete evitable: una horrible estatua de tamaño natural de Cristiano Ronaldo. Ja, ja, ja
Un abrazo.
Pues no he estado en Madeira, pero efectivamente, me la imagino montañosa y verde, atlántica en definitiva. Y por cierto, si voy, cosa que me gustaría, procuraré no pasar por el puerto de Funchal.., jajaja……
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo