INDIA, EL VIAJE MAGICO DE RAMON

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Solo una vez he coincidido en un viaje con nuestro amigo RAMON.  Fue el viaje de fin de carrera, a Italia, en el que participamos gran parte del actual grupo “La Púa”, compañeros de la promoción de médicos del Hospital Clínico de Barcelona de 1981.  Todos guardamos de ese viaje un entrañable recuerdo y estoy seguro de que Ramón también lo tenía.

Sin embargo, él tenía en su recuerdo otro periplo idealizado como el más maravilloso de su vida.  En más de una ocasión le había oído hablar de su viaje realizado en 1986 a la India y Nepal.  Al parecer, 1986 se lo tomó como año sabático, realizando un ciclo formativo sobre enfermedades tropicales en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, EE.UU.  Posteriormente, aprovechando los convenios que esta Universidad tenía con diferentes ONG de todo el mundo, consiguió organizar su viaje de voluntariado y ayuda, estando en la India durante 3 o 4 meses, participando en la organización y puesta en marcha de un hospital de campaña.  Esa estancia le permitió conocer a la Madre Teresa de Calcuta.  En más de una ocasión le había visto enseñar con orgullo, alguna de las fotos que se había hecho con la Madre Teresa.  Nos había confesado que aquello fue una experiencia inolvidable, que le influyó en su vida y que lo transportó del ateísmo más radical, al arraigo en la fe católica que marcaría para siempre su existencia.

Agnes Gonxha Bojaxhiu, conocida posteriormente como Teresa de Calcuta, nació en Albania en 1910 y a la edad de 18 años decidió que dedicaría el resto de su vida a la Iglesia y que se haría misionera.

En 1930 llegó a la India, a Calcuta, como miembro de la Congregación Instituto de la Bienaventurada Virgen María, donde hizo sus votos y se hizo monja.  Trabajó con esta Congregación como misionera y dando clases para niños desfavorecidos de diversas comunidades de los alrededores de Calcuta.

En 1950, preocupada y entristecida por la miseria existente en la ciudad, fruto de la pobreza extrema y del sistema de clases que siempre ha imperado en esas sociedades, fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad, que contó en ese momento de la fundación con 13 miembros.  Su finalidad, cuidar a los más pobres entre los pobres, primero atendiendo a los necesitados en la calle y luego creando hogares y hospicios para moribundos, discapacitados, leprosos o niños huérfanos y abandonados.

Fue una labor paulatina que desde el primer momento contó con la simpatía y apoyo de numerosos mecenas y del propio estado indio.  Esto permitió el crecimiento progresivo de los recursos, llegando la Congregación a contar con unas 6.000 monjas, 500 centros de ayuda y operatividad en más de 100 países.

En 1979 le fue concedido el Premio Nobel de la Paz y en 1980, el Premio Bharat Ratna, la más alta distinción civil que se concede en la India con periodicidad anual.

Murió en Calcuta en 1997, a los 87 años y el gobierno indio la honró con un Funeral de Estado, paseando sus restos por la ciudad de Calcuta, en la misma carroza usada para Mahatma Gandhi.

Fue Beatificada por el Papa Juan Pablo II en 2003 y Canonizada por el Papa Francisco en 2015.

Como sería la experiencia de Ramón y el encuentro con Teresa de Calcuta ¿   Cuando la conoció, en 1986, la Madre Teresa llevaba 56 años en la India, hacía 36 que había fundado la orden Misioneras de la Caridad y había recibido ya el Premio Nobel.  Una vida dedicada en su totalidad, de manera absolutamente abnegada y vocacional, a ayudar a los más necesitados, a los más desesperados, en un país y en una época donde esos auténticos miserables no interesaban a nadie. 

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Mother Teresa hugs a patient on July 5, 1988 during her visit at the divine providence hospital in El Salvador during her three-days visit in San Salvador. / AFP PHOTO / Ivan C. MONTECINOS
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Me puedo imaginar el impacto que esas vivencias y el ejemplo de vida de la Madre Teresa causarían en nuestro amigo, un hombre de una sensibilidad extraordinaria, amante de la música, la ópera y la pintura, que seguramente guiado por su indomable espíritu transgresor, decidió cambiar la confortabilidad de los despachos de ginecología de la Clínica Dexeus en el Paseo de la Bonanova y el trato con un segmento social donde la pobreza estaba distante, por las calles de los barrios pobres de Calcuta y el trato con la indigencia absoluta.  Un cambio que él intuía enriquecedor y que, por lo que sabemos, así fue.

Imagino que también dejarían huella en él, las experiencias mundanas vividas en un lugar tan radicalmente diferente al nuestro, donde el estilo de vida y los paisajes sugieren exotismo, espiritualidad y magia.

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Playas de GOA, India. Ramón había expresado que si alguna vez desaparecía, lo buscasen en estas playas

India y Nepal son países bonitos, alegres, donde los colores y los olores son un regalo para los sentidos.  La naturaleza es exuberante, con selvas, bosques, grandes montañas nevadas en la zona de los himalayas y ríos inmensos que llevan la vida por todo el territorio.  Sus habitantes son personas hospitalarias, confiadas y con la sonrisa permanentemente en el semblante.  El ajetreo en las ciudades es espectacular, casi caótico.  Son 1.300 millones de habitantes que, por fuerza, saturan los pueblos y ciudades, donde además se ha de compartir el espacio urbano con vacas, perros y monos, pero a pesar de todo, es una forma de vida que resulta atractiva y cautivadora a los ojos de los visitantes occidentales.

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Seguramente, parte de la atracción que por su forma de vida ejercen estos países, tiene mucho que ver con algo que es a la vez un mito y una realidad, su espiritualidad.

El hinduismo es una religión politeísta con una antigüedad de entre 4 y 5 mil años.  Tanto en India como en Nepal, es ampliamente mayoritaria, siendo seguida por el 80-85 % de la población.  Tienen 3 dioses principales y fundamentales, Brahma, Shiva y Visnú, además de otros muchos que son protectores de la sabiduría, la salud, la suerte, la fertilidad, el trabajo, las artes o cualquier otra actividad que podamos imaginar.

Según mi percepción, la gran diferencia con otras religiones, la católica, por ejemplo, es que allá no existe eso de ser “no practicante”.  Los hinduistas viven y practican la religión como algo natural, personal y cotidiano.  En las ciudades y aldeas existen templos de todos los tamaños, por doquier, además de muchísimos altares con figuras representativas de diferentes deidades repartidos también por plazas y esquinas.  De manera natural, encuentran cada día el momento para hacer ofrendas y dedicar oraciones a sus dioses, en cualquiera de los templos que encuentran por las calles, en cuyos alrededores se pueden encontrar flores, velitas o incienso para las ofrendas.

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Otro de los aspectos de importancia capital en el mundo hinduista, es la consideración de la muerte y los ritos funerarios que se realizan alrededor de este acontecimiento.

Los hinduistas, como otras religiones orientales, creen en la reencarnación, ciclo que se irá repitiendo hasta que el alma consiga un estado de perfección asimilable a la esfera divina, momento en el cual se acaban las reencarnaciones y esa alma entra al Nirvana, que sería un equivalente al cielo.  Seguramente este sea el motivo por el cual viven y aceptan la muerte de manera muy natural, pues el cuerpo solo es el vehículo por el que transitan las almas y una vez se produce la muerte, la cremación permite que el alma quede liberada y se reencarne en otro cuerpo que podrá ser de persona humana o animal, incluidos los insectos.  Por eso en la India los animales son sagrados y no se pueden matar.

Yo personalmente, he contemplado estos rituales varias veces, en Katmandú, Nepal, en los templos de Pasupatinah, a orillas del río Bagmati, extremo este necesario, puesto que el agua es sagrada para los hinduistas y las cenizas de la cremación han de ser arrojadas al río.

Lo primero que llama la atención, es que no existen oficiantes.  Los familiares y amigos, tradicionalmente solo hombres, son los que llevan el cadáver hasta el lugar de la cremación, a orillas del río, donde existen unos muelles en los que están las piras funerarias y unas escalinatas de 4 o 5 escalones que bajan hasta el río.  Ellos serán los encargados de ejecutar el rito funerario.

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El cuerpo siempre está envuelto en una gran sábana blanca.  Primero se realiza un pequeño acto, que consiste en mojar los pies del difunto en el agua del río y decir algunas breves oraciones, para después colocarlo horizontalmente sobre la pira, que es de troncos de madera y cubrirlo con un sari de colores, sobre el que se esparcen flores y especies.  Después se prende fuego a la pira y al cabo de algunas horas, cuando ya todo son cenizas, estas se lanzan al río purificador, vehículo sagrado por el que el alma abandona definitivamente el cuerpo. 

Hay que decir que estas ceremonias, que se perciben como naturales y sencillas, están revestidas de la máxima solemnidad.  Silencio absoluto y sensación de respeto y recogimiento por parte de los familiares y amigos que allí se han reunido.  Experiencia mística y algo sobrecogedora para los que hemos ido a presenciar estos rituales.  El recuerdo permanece imborrable, como si lo hubiese vivido ayer.

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Existe un lugar que es el paradigma máximo de lo sagrado en lo referente a la vida y a la muerte del universo hinduista.  Es la ciudad de Benares, en la India, ciudad fundada según cuenta la leyenda por el mismísimo dios Shiva y atravesada por el río más sagrado de todos, el Ganges.

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El río lo es todo, hasta el punto de que los hinduistas deberían peregrinar al menos una vez en la vida a Benares, para entrar al Ganges y purificarse en sus aguas.  Ese es el mínimo, pero no hay máximo, cuantas más veces se hagan las abluciones en el río, mayor es la purificación del cuerpo y del alma.  Esto motiva que la ciudad y los 6 kilómetros de muelles que discurren a lo largo del río, estén siempre abarrotados de fieles haciendo sus rituales a todas horas del día.  También, naturalmente, hay muelles solo dedicados a la realización de las cremaciones de los muertos.

Hay otro motivo por el que se considera a Benares Ciudad Sagrada.  Las personas que mueran en Benares y cuyas cenizas sean echadas al Ganges, obtienen directamente el privilegio de entrar al Nirvana, acabando en ese momento con el ciclo de las reencarnaciones.  Por eso, muchos enfermos y ancianos se trasladan a vivir a esta ciudad cuando creen que está cerca su muerte.

Benares, fundada hace 30 siglos, tiene un atractivo indiscutible.  La sensación de confusión que se puede tener es enorme, al contemplar una ciudad llena de bonitos palacios, castillos y templos a la orilla de un magnífico río donde se percibe una actividad masificada y vertiginosa, en la que miles de personas comparten sus ritos religiosos con las piras donde arden cientos de cadáveres día y noche, siete días a la semana.

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Se necesita predisposición, serenidad y tiempo para ir percibiendo en positivo la realidad espiritual que rige y ordena todo en la vida de los habitantes y peregrinos en Benares. 

Es uno de los ejemplos de la fascinación que ejerce sobre los occidentales que visitan India, este tremendo choque cultural al ver cómo esta sociedad vive la espiritualidad, como afrontan la muerte, como aceptan el injusto sistema social de Castas o como conviven con la pobreza y la indigencia más extrema.

Seguramente nuestro amigo Ramón vivió su experiencia en la India con intensidad, amor y satisfacción.  Seguramente también, su personalidad, en la que no cabía la clásica vergüenza paralizante, pero también un cierto gusto por la excentricidad le hizo, sin encontrar contradicción alguna, poder compatibilizar con absoluta tranquilidad la platea del Liceo con los hospicios de la Madre Teresa de Calcuta

Amigo Ramón, te recordaremos y te querremos siempre.

Gabo
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Gabo

Gabriel Rull, médico, con tiempo para dedicarme a mis aficiones, la montaña, los viajes, el deporte, además de a la familia y los amigos. Colaboro con Puaweb escribiendo sobre viajes y haciendo todo lo que se me pida.

7 comentarios en «INDIA, EL VIAJE MAGICO DE RAMON»

  • el domingo, 24 de octubre de 2021 a las 11:01 am
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    Buff! Gabo, que artículo mas brillante y profundo. Por momentos me ha parecido estar en medio de uno de aquellos relatos del desaparecido “informe semanal”. Has mezclado con sabiduría e intuición, las aspiraciones e inquietudes de Ramón, con el romántico y amoroso reto que debió significar Teresa de Calcuta. Finalmente, todo ello lo has envuelto con erudición, en la magia que supone la India para el mundo occidental.
    Brillante.
    Un abrazo

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  • el domingo, 24 de octubre de 2021 a las 11:02 pm
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    Querido Gabi: Me ha encantado tu exposición y reflexiones sobre La India y Ramón. Sin duda son producto de su vasta experiencia en recorrer esos lejanos lugares y tu capacidad de observación. Un placer leerte…volveré
    Un fuerte abrazo
    Cristina

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  • el lunes, 25 de octubre de 2021 a las 12:30 am
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    Gabi, con tu característica serenidad e impecable redacción nos trasladas a La India que conoció y conmovió a Ramón, desbordante de color y espiritualidad y repleta de contrastes. Siempre nos contó que ese viaje y, particularmente, conocer a la madre Teresa de Calculta, fue una de las experiencias más impactantes de su vida. Seguro que estaría encantado de que la hayas recordado y de la excelencia con la que la has ambientado. Tienes alma y dotes de gran periodista.
    Gracias y un abrazo.

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  • el martes, 26 de octubre de 2021 a las 4:09 pm
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    Amigo Gabi, un artículo memorable en recuerdo de nuestro amigo Ramón.
    Yo que he estado tanto en Nepal como en la India, he de felicitarte por la redacción utilizada en el visionamiento de sus costumbres y sobre todo de su espiritualidad.
    Ramón estaría encantado con él y si me lo permites, yo también. Me has transportado a unos lugares que de volver a nacer, posiblemente me embarcaría con Ramón en esas aventuras hacia la humanidad.
    Un abrazo..

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  • el miércoles, 27 de octubre de 2021 a las 12:51 pm
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    Queridos amigos Manel, Cristina, Cinta y Pere, os agradezco muchísimo vuestras bonitas palabras y, en definitiva me alegro que este homenaje os haya complacido.
    Al pensar y redactar el escrito, solo me movía una idea…., porqué Ramón se sintió atraído por la India ? qué buscaba en realidad ?
    Es una realidad que la mayoría de occidentales que viajan a la India, vuelven impactados, pero no sé si eso lo que estaban buscado en sus viajes.
    En cambio creo que eso es exactamente lo que buscaba Ramón…, vivir la experiencia de ayuda en un lugar de necesidad extrema, conocer a Teresa de Calcuta, percibir la espiritualidad hinduista….
    He intentado desarrollar esos aspectos, pensando que eran los que buscaba Ramón y los que realmente le debieron impactar.
    Un abrazo.

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  • el miércoles, 27 de octubre de 2021 a las 12:54 pm
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    …… bueno, y la playa de GOA, que la he mencionado e ilustrado porque de manera explícita Nuria me explicó que allí era donde se tenía que buscar a Ramón si alguna vez desaparecía….

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  • el viernes, 29 de octubre de 2021 a las 11:37 am
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    Gabi, auténtica magia es lo que has conseguido con tu texto sobre ese viaje – físico i espiritual – tan importante en la vida de Ramon.
    Como señala Cinta: “impecable”… pero también bello, profundo, sentido… y sobe todo en memoria de nuestro amigo Ramon i de una experiencia que cambió su vida.
    Un fuerte abrazo. Gracias.

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