HISTORIAS DE LAS “ENFERMEDADES SECRETAS”
Hoy quiero enseñaros una de mis últimas adquisiciones. Una auténtica reliquia que le compré a un amigo anticuario. Seguro que os resultará interesante y curiosa.
Como podéis ver se trata de una antigua chapa esmaltada de forma curva, que debió estar expuesta sobre una columna, en el portal de la consulta privada de un médico especialista en PIEL y “SECRETAS”, que trabajó también en el Hospital Civil de Bilbao, el actual Hospital de Basurto.
Mi amigo el anticuario y yo creíamos que muy probablemente era de los años 20 o 30 del siglo pasado y casi con toda seguridad anterior a la guerra civil.
Buscar información en la red sobre J. Anduiza para datarla con mayor precisión resultó relativamente fácil. Tras una corta búsqueda, di con un viejo periódico deportivo y de información general bilbaíno llamado Excelsior, que en su edición del día 28 de junio de 1927 (Año IV; Num 1.010) contenía un anuncio:
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Satisfecho con mi hallazgo, descubrí además con sorpresa que el anunció del doctor J. Anduiza no era el único. En en esa misma edición del Excelsior y en otro periódico de la época llamado Prensa Bilbaína, encontré otros seis anunciós de médicos que trataban esas dolencias “secretas” en la ciudad de Bilbao, que por aquel entonces contaba con unos 150.000 habitantes.
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En la actualidad – con el uso y abuso de las siglas – las llamamos E.T.S.: Enfermedades de Trasmisión Sexual, pero a lo largo de la historia estas enfermedades infecciosas recibieron otros curiosos nombres.
Sus diferentes denominaciones no fueron por culpa de Thánatos, sino de Eros. Incluso cuando la ciencia empezó a conocerlas mejor y se halló un tratamiento efectivo contra ellas – la penicilina de Fleming, descubierta en 1928 y aplicada en los años 40 – se les llamaba venéreas, por Venus, diosa romana del amor.
Con ese nombre las conocimos los que cursamos la carrera de medicina en los años 70 y 80 del siglo pasado; aún a caballo entre la Dermatología, que descubría sus primeras manifestaciones cutaneas, y las “Infecciosas” de Medicina Interna, donde estudiabamos las devastadoras manifestaciones neurológicas que aparecían pasados muchos años de enfermedad latente.
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Siempre se consideró que la sífilis había llegado a Europa traída por Cristobal Colón y sus hombres a su regreso de América, y que luego se extendió rapidamente en forma epidémica por todo el continente.
Sin embargo, estudios más recientes demuestran que estuvo presente en Europa siglos antes del descubrimiento, aunque nunca se manifestó de forma epidémica como ocurrió en el siglo XVI.
La epidemia que empezó en 1495 se debió a una cepa particularmente virulenta y contagiosa de la enfermedad, llegada como polizón desde América.

Sobre la cabeza del soldado enfermo un globo con el zodiaco y una fecha: 1484, año en que se produjo una especial conjunción de Júpiter y Saturno, a la que la ciencia médica del Renacimiento le atribuyó el origen de la enfermedad.
A aquella, por entonces nueva enfermedad, casi toda Europa la llamó el “mal francés”, pero los franceses le llamaban el “mal napolitano” (por el gran brote epidémico surgido en Nápoles tras la invasión de ese Reino por Carlos VIII de Francia) y los musulmanes le llamaron el “mal cristiano”.
Lo cierto es que en el siglo XVI la sífilis llegó a convertirse en un auténtico azote, en una pandemia mundial.
Pero en el último cuarto de siglo su gravedad comenzó a cambiar: las fiebres fueron menos intensas, las úlceras menos frecuentes, los dolores más tolerables y cada vez menos gente moría de la enfermedad. A lo largo del siglo sus manifestaciones perdieron casi todo su carácter agudo y espectacular y podía ocultarse fácilmente.
En 1502, el médico y astrólogo valenciano Juan Almenar escribió que existían dos formas de contraer la sífilis: por medio de relaciones sexuales, por lo cual afectaba a toda la población menos a los sacerdotes, y por medio del aire, por lo cual estos últimos eran susceptibles; explicación necesaria dada la frecuencia con que la sífilis afectaba a miembros de la Iglesia.
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“La Providencia ha querido castigar a las criaturas por donde habían pecado” decía un breve del Papa León XII promulgado en 1826.
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Las enfermedades venéreas, sobre todo la sífilis, cuadraban a la perfección con la idea de la enfermedad como castigo y estigma. Se consideraban el mal innombrable, la marca vergonzante de los placeres carnales.
Contraerlas presuponía frecuentar lugares de “mala reputación”, es decir, prostíbulos, que, por otra parte eran vistos como un “mal necesario”.
Existía una doble moral: por un lado se trabajaba en procurar su control y se buscaban tratamientos, pero al mismo tiempo, el juicio moral implícito provocaba que los pacientes acudieran tarde a tratamiento médico y recurrieran a remedios extravagantes.
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Fue en los siglos XVIII y especialmente en el XIX cuando la sífilis y otras enfermedades de trasmisión sexual se comenzaron a denominar enfermedades “secretas”.
En 1840 el Ayuntamiento de Madrid propuso que se impidiera “fijar en las esquinas anuncios de remedios para la curación de las enfermedades secretas”.
Un dibujo de la época, de Leonardo Alenza, titulado Leyendo el anuncio, evoca a una mujer y varios hombres leyendo con interés un cartel en el que está escrito “Enfermedades Secretas”.

En el siglo XIX la sífilis y sus consecuencias hereditarias alcanzaron el rango de problema de Estado en numerosos países, lo que impulsó propuestas administrativas para regular el control de los agentes de contagio, su tratamiento y la formación de médicos especialistas.
El modelo reglamentista francés se extendió por Europa, convirtiendo al ama del burdel, al policía y al médico higienista en agentes de la moral y de la salud pública.
La misma estrategia fue la base del primer Reglamento de la prostitución en Madrid (1847), cimiento del resto de la normativa en España. Sus pilares básicos lo constituían el registro administrativo de las mujeres públicas, que recibían una cartilla sanitaria, y la revisión médica oficial una o dos veces a la semana.
(Evidentemente, visto con los ojos del siglo XXI, esos planes de control no solo parecen insuficientes, sino sexistas y criminalizadores).

Entre 1860 y finales de siglo XIX aparecieron en España diversos Atlas Ilustrados de enfermedades de la piel, incluyendo naturalmente las ETS.
Es conocida la anécdota de que el padre de Salvador Dalí dejaba abierto un libro con ilustraciones de enfermedades venéreas para que sirvieran de advertencia a su hijo.
Todavía a comienzos del siglo XX, alrededor del 15% de la población adulta de las grandes ciudades europeas padecía sífilis.
Las primeras fotografías aplicadas a la dermatología se llevaron a cabo en el Hospital de la Santa Creu de Barcelona, donde hasta 1913 hubo una sala reservada para prostitutas infectadas por la sífilis.
Durante la guerra civil española hubo muchos intentos por controlar las enfermedades venéreas, sobre todo en el bando republicano, pero no cabe duda de que la práctica de la prostitución y por tanto su transmisión aumentaron considerablemente en toda España durante los tres años de conflicto.
Eran numerosos los carteles en las calles, los panfletos de las autoridades y en la prensa, principalmente republicana, que intentaron atajarlas.
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http://xsierrav.blogspot.com

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En 2003 la doctora estadounidense Deborah Hayden, publicó el libro Pox: genius, madness and the mysteries of syphilis (Basic Books) en el que criticaba a los biógrafos por haber subestimado el impacto de la sífilis entre los grandes personajes de la Historia.
Hayden asegura que la padecieron y enloquecieron o murieron por su causa: Cristobal Colón (aquejado ya en su tercer viaje de fiebre y dolores terribles, que afirmaba que se sentía un enviado de Dios), Ludwig van Beethoven, Franz Shubert, Charles Baudelaire, Oscar Wilde, Abraham Lincoln, Vicent Van Gogh (y su hermano Theo y su amigo Gauguin), Friedrich Nietzsche, Karen Blixen (su marido la contagió, no Finch Hatton; utilizó arsénico y vivió hasta los 77 años), James Joyce (también su mujer y su hija gestante) y Adolf Hitler.
Por lo que he podido leer, estudios posteriores han demostrado que no fue así, al menos en varios de los casos señalados por Deborah Hayden, empezando por Cristobal Colón que murió por un síndrome de Reiter y un fallo cardíaco. Pero si es cierto que Hitler, que frecuentó prostíbulos en Viena y se dice que se contagió del mal por una joven judía, acusó a los judíos de propagar la sífilis por toda Europa.
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Ya para terminar, una aportación relacionada con el cine de los años 20, que afortunadamente podemos visionar en la red.
Se trata del largometraje, dirigido por Fernando Delgado en 1927 y producido por el Comité Ejecutivo Antivenéreo durante la dictadura del general Primo de Rivera, titulado La terrible lección (link) en el que se mostraba “la realidad de las diferentes instituciones científicas y sanitarias ocupadas en la prevención de una enfermedad nunca nombrada (la sífilis) e ilustrada sobre las causas y efectos del mal”:


Bibliografía (en Internet):
- Malvada Pasión. Moral, Ciencia e Higiene en la imagen de las enfermedades Secretas. Carlos Reyero. Universidad Autónoma de Madrid.2015.
- Sífilis venérea: realidad patológica, discurso médico y construcción social. Siglo XVI. Erika Gretchen Almadi Sánchez. Escuela Nacional de Antropología e Historia.2010.
- La Guerra Civil contra las enfermedades venéreas: la frustrante lucha contra la prostitución entre las bombas. Israel Viana. 2022.
- Como la sífilis cambio la Historia. Alberto Rojas.1Junio 2003. elmundo.es (https://www.elmundo.es/cronica/2003/398/1054464149.html)
- La enfermedad y sus metáforas. El SIDA y sus metáforas Susan Sontag. Taurus 2003. (PDF del libro)
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Molt interessant Pere. D’aquests articles que et sap greu que acaben. Un exemple de com estirant el fil d’un detall se’ns revela el coneixement i en aquest cas els secrets, més si es fa amb una excel·lent curiositat com la teva. Visca la penicil·lina!
Una abraçada.
¡Interesantísima entrada, Pedro! Me ha llamado la atención, especialmente, el cartel repúblicano en que amenazan “una baja por mal venéreo es igual que una deserción”. Y ya sabemos como se castigaban las deserciones durante la guerra civil… No extraña que se mantuvieran en secreto.
Me ha encantado este artículo. La Historia de la Medicina me resulta fascinante por sus connotaciones científicas y sociales .
Fantástico tu artículo, desde la investigación a partir del hallazgo en el anticuario hasta las curiosidades como los carteles de la guerra civil o el anuncio del sanatorio.
¡Nivelazo, Pere!
Amic Pere, un gran article. Tant és així que he fet divulgació del mateix entre els meus col.legues i amics.
Fantàstic.
Abraçades 😘😘
Pere, entretenido y muy ameno. Por fin me gusta la historia de la medicina. Cómo ha cambiado la visión de las enfermedades secretas🙃
M’ha encantat el teu article…ric en informació i detalls que desconeixia..! Es un plaer llegir-te i sempre hi ha sorpreses en forma de links..! Desconeixia -segur que pel fet de ser “secret” -, que fos tan escampat i hagi arribat a tots els estrats…!!! Afortunadament, sempre hi ha hagut metges i professionals per a trobar sol.lucions que han acabat “guanyant” a la malaltia…agafada a temps.
Et veig com un gran professional, interessat en tot i ple de coneixement en l’ampli sentit de la paraula… Tot plegat… UN LUXE!!!