EL MAUSOLEO DE PERE III EL GRAN
Figura de la entrada: SEPULCRO DE PERE III EL GRAN (This file is licensed under the Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Spain; Autor: Borjanimal).
CONCURS CERCANT L’ART (GENER):
SOLUCIÓN: MAUSOLEO DE PERE III EL GRAN. MONASTERIO DE SANTES CREUS. SARCÓFAGO DE PÉRFIDO.
ACERTANTES (por orden alfabético): Lluis Veciana, Maite Talón, Pepe Ruiz, Pere Ramirez i Pere Sanchez.
COMENTARIO
A finales del siglo XI los cristianos de occidente buscaban nuevas vías de perfección espiritual. Llevado por este anhelo, Roberto de Molesmes emprendió la reforma de la orden benedictina de Cluny a la que pertenecía con el fin de, mediante el ascetismo, el rigor litúrgico y el trabajo manual en contraposición a la ociosidad, acercarse al ideal original de san Benito cuando fundó su orden en el año 529.
Ya en el año 910 la orden de Cluny había nacido con esta intención, pero para Molesmes y su pequeño círculo de acompañantes ese primer intento no había sido suficiente. En la búsqueda de soledad y pobreza fundó un monasterio en 1098 en un bosque pantanoso de la antigua localidad romana de Cistercium, en la región de Borgoña, cerca de Dijón, acompañado de veintiún monjes. El antiguo topónimo daría nombre a la nueva orden monacal.
Los inicios del Novum Monasterium fueron difíciles para la comunidad, instalada en edificios de madera rodeados de naturaleza hostil y acosada y perturbada por otros monjes vecinos. Sin embargo, la protección de los duques de Borgoña y la incorporación de nuevos clérigos atraídos por el espíritu reformador permitieron un mayor desarrollo a partir de 1100. Los monjes del Cister adoptaron el hábito blanco para diferenciarse del color negro que vestían los de Cluny.
El fervor de los religiosos confirió a la abadía un gran renombre y en 1112 el joven caballero Bernardo de Fontaine (posteriormente conocido como Bernardo de Claraval), junto a treinta compañeros, hizo su entrada en el monasterio, cuyo destino transformaría. Sus orígenes familiares y su formación, sus apoyos y sus relaciones, su propia personalidad, explican en gran parte el éxito cisterciense.
Con la llegada de Bernardo la abadía se engrandeció, fluyeron los postulantes y se ampliaron los recursos. Todo ello impulsó la creación de abadías filiales, inicialmente en territorio francés y a partir de 1120 también en el extranjero. Esta rápida expansión garantizó a los cistercienses un lugar preponderante no solo en el seno del monacato europeo sino también en la vida cultural, política y económica de la Europa de los siglos XII y XIII.
Los primeros monasterios de la orden del Cister en la península ibérica fueron los de Oseira (Orense), Fitero (Navarra) y Moreruela (Zamora), todos bajo patrocinio real por la gran necesidad que había en ese momento para conseguir una rápida repoblación del espacio reconquistado a los musulmanes.
Bajo el mandato del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV y con el mismo fin, se crearon los monasterios de Poblet, Santes Creus y Vallbona de les Monges, todos ellos situados en la llamada Catalunya Nova. Como era norma habitual, adoptada y extendida por la orden cisterciense, sus monasterios fueron dedicados a Santa María.
En 1174 comenzaron las obras de construcción del monasterio de Santes Creus en terrenos a orillas del río Gayá donados por nobles. Inicialmente se edificaron la iglesia y la sala capitular y a continuación el primitivo claustro románico (hoy desaparecido), la sala de los monjes, el refectorio y el dormitorio. Hacia 1225 quedaron concluidas las principales dependencias.
La abundancia de agua, tierras de cultivo y pastos para el ganado, garantizaban la buena economía del monasterio. Además, privilegios otorgados por diversos condados les permitían pastorear por todas sus tierras. Las donaciones y legados entre los siglos XII y XIII fueron aumentando en dominios que se extendían mucho más allá de los alrededores del monasterio.
A mediados del siglo XIII, la monarquía aragonesa interfiere en el ritmo de la abadía mostrando un interés por la misma, que a la vez perturba la sencillez de la vida monástica cisterciense y engrandece el complejo monacal con nuevas y valiosas construcciones.
Tanta era la relación entre la abadía y la monarquía que el abad del monasterio, Bernardo Calbó, era consejero del rey Jaume I el Conqueridor y le acompañó en las conquistas de Valencia y Mallorca. Sin embargo, el rey fue enterrado en el monasterio de Poblet.
Jaime I decidió dividir sus reinos, otorgando a su hijo Pere el gobierno de Aragón, Catalunya y Valencia y a Jaime el del Reino de Mallorca.
Pere III el Gran (1239-1285) tenía 37 años cuando ascendió al trono, permaneciendo en él tan solo nueve años. Durante su reinado (1276-1285), se enfrentó a dos temas conflictivos: por un lado la política exterior enmarcada en los problemas con Sicilia y por otro los levantamientos aristocráticos en el interior de la Corona.
La incorporación de Sicilia no llegó en forma de conquista como tal, sino por la unión matrimonial de Pere el Gran, cuando todavía era un infante, con Constanza de Hohenstaufen, princesa siciliana de descendencia imperial alemana.
Los problemas surgieron cuando Carlos I de Anjou decide conquistar Nápoles y Sicilia con el beneplácito del papa Martín IV, en el año 1266. La derrota de la dinastía alemana de Sicilia provocó que muchos sicilianos se instalaran en territorio catalán y desde allí tramaran una conspiración para derrotar a la casa de Anjou. La situación en Sicilia era cada vez más difícil y en 1282 se produjo un alzamiento popular (las Vísperas Sicilianas). Los líderes del levantamiento pidieron ayuda a Pere el Gran que, considerando que su esposa Constanza era la legítima heredera del reino, decidió intervenir en Sicilia. Reunió una poderosa flota y un formidable ejercito compuesto por almogávares, principalmente, y el 6 de junio de 1282 la expedición se hizo a la mar. Primero conquistaron las islas de Malta y Gerba y después Sicilia. Pere el Gran se proclamó rey en Palermo en el mes de septiembre de ese mismo año.
El papa, furioso, excomulgó al monarca y ofreció la corona Catalano-aragonesa a Carlos de Valois, hijo de Felipe III de Francia.
En aguas de Sicilia, las tropas catalanas, encabezadas por Roger de LLúria, aguantaron las sucesivas ofensivas francesas. Mientras, el rey francés preparaba una cruzada contra la Corona de Aragón.
En la primavera de 1285, el monarca galo penetró en Cataluña con 8.000 soldados, ayudado por Jaume, rey de Mallorca y hermano de Pere el Gran. Las tropas francesas ocuparon Girona, pero las naves de Roger de LLuria, que habían regresado de Sicilia dada la gravedad de la situación, destruyeron la flota francesa en la bahía de Roses. Después de ese fracaso, las fuerzas francesas se retiraron a Perpiñán, donde murió Felipe III.
En cuanto a los conflictos con la aristocracia, estos surgieron cuando Pere III, acuciado por las necesidades económicas derivadas de la conquista de Sicilia, quiso establecer un tributo extraordinario sin convocar a las Cortes y por otro lado, el deseo de incorporar el condado de Urgell la monarquía. En 1277 la nobleza se alzó contra el monarca, intentona que finalizó con la ocupación de Balaguer por el rey. A partir de ese momento, el monarca cedió en su comportamiento autoritario, comprometiéndose a convocar Cortes una vez al año, limitando la capacidad real de imponer tributos y confirmando los privilegios, las libertades y las costumbres de los catalanes. Un buen ejemplo de su cambio de actitud es la Recognoverunt proceres, una compilación de normas y privilegios para la ciudad de Barcelona que promulgó en 1284.
Por su parte, la nobleza aragonesa reclamó sus derechos sobre el reino de Valencia y creó el movimiento llamado de la Unión, consiguiendo que el rey promulgara el Privilegio General de Aragón, en el que se recogían todas las pretensiones aragonesas.
Tras la gran victoria contra los franceses, Pedro III se dispuso a enfrentarse a su hermano Jaime II de Mallorca y a su primo Sancho IV de Castilla por no haberle brindado ayuda en su conflicto con los galos, pero su prematura muerte lo impidió.
A finales de octubre de 1285, el rey enfermó cuando se disponía a emprender viaje a Barcelona y tuvo que detenerse en la localidad de San Climent. El 11 de noviembre de 1285 falleció en el palacio real de Villafranca del Panadès. De allí partió una comitiva para que fuera enterrado en el monasterio de Santes Creus, tal como había dejado escrito en su testamento de 1282. Los estudios forenses de sus restos, exhumados en 2010, indican que probablemente su deceso se debió a una afección pulmonar.
Entre 1285 y 1291, el segundo hijo de Pere el Gran, Jaime II, siendo rey de Sicilia, ordenó enviar al monasterio «diversas piedras de pórfido» para la tumba de su padre. El nuevo rey deseaba construir un monumento funerario parecido a los que había visto en la catedral de Palermo de los soberanos Enrique IV y Federico II, antepasados suyos por parte materna. El almirante Roger de Lauria en persona trajo el pórfido desde Sicilia.
El sepulcro del rey Pedro III fue realizado entre los años 1291 y 1307 por encargo de su hijo Jaime II cuando accedió al trono del Reino de Aragón, a la muerte de su hermano Alfonso II. Designó como director de la obra a Bartomeu de Girona que por entonces trabajaba en la catedral de Tarragona, al que se unió en 1294 el picapedrero Guillem de Orenga junto con un par de maestros pintores. El traslado del cuerpo del rey Pedro III a este mausoleo se realizó el 30 de noviembre del año 1300.

Al sarcófago le sirven de base dos esculturas que representan dos leones tallados en piedra blanca. La tapa lisa es una losa elíptica de jaspe y sobre ella hay una construcción del mismo tamaño en cuyos laterales están representados, entre arquerías góticas, Cristo con los apóstoles y la Virgen María con los monjes San Bernardo de Claraval y San Benito de Nursia; en total suman dieciséis figuras policromadas. Un gran templete a manera de baldaquino de caladas tracerías dentro de cuatro arcos ojivales cubre todo el conjunto que es de planta rectangular. Los capiteles de las columnas están ricamente elaborados con tema floral y tiene en los cuatro lados la representación del tetramorfos de donde salen unos altos pináculos. La bóveda que forma por su parte interior está decorada con una pintura azul y estrellas doradas.
A los pies de este sepulcro, en el pavimento, se encuentra enterrado Roger de Luria, el fiel almirante del rey.
Al otro lado del altar mayor se encuentra el mausoleo de Jaume II de Aragón, de Valencia y conde de Barcelona, fallecido en 1327, y su esposa Blanca de Nàpoles.
Las bañeras romanas de pórfido fueron usadas por los emperadores o tribunos de alto rango. En la Edad Media eran poco frecuentes, siendo un objeto suntuario de gran valor. Solamente han llegado a nuestros días once ejemplares, una de ellas la de Nerón que se conserva en los Museos Vaticanos.
El pórfido rojo es una piedra ígnea plutónica formada a partir de la solidificación del magma, es decir una masa fluida de origen tectónico a temperaturas muy elevadas en el interior de la corteza terrestre, de una dureza superior a la del granito. Su nombre deriva del latín porphyra (piedra purpúrea) y por su color y dureza era considerada por los romanos como semipreciosa. Ya los egipcios la consideraban una piedra sagrada. El pórfido utilizado por los romanos procedía de una sola cantera que denominaron Mons Claudianus (probablemente en honor del Emperador Claudio que gobernaba en los primeros años de su explotación), situada al este del desierto arábigo, cerca de Jebel Dokhan, y para transportarlo crearon una ruta que fue denominada Via Porphyrites.
La pieza utilizada como sarcófago de Pere III está muy bien pulimentada y decorada en su parte central con una cabeza de león. También presenta unos relieves remendados con dos argollas a ambos lados. En el palacio real adjunto al monasterio de Santes Creus hay una columna de ese mismo material, probablemente procedente del mismo botín.

La reutilización de bañeras de pórfido como sarcófagos fue bastante habitual durante el imperio romano y en el imperio bizantino. Además de la de Pere III el Gran, otras que se conservan en la actualidad son la del rey Teodorico el grande en Rávena y una pieza expuesta en el Museo del Louvre atribuida al enterramiento de Dagoberto I, rey de los francos.
Las bañeras de pórfido también se usaron con otros fines, como la pila bautismal de la catedral de Milán
.
Probablemente por su gran solidez, la tumba de Pere el Gran se libró del saqueo que sufrieron las otras tumbas de Santes Creus durante la primera guerra carlista (1835). Así, gracias al pórfido, la tumba de Pere III el Gran es la única tumba real de la Corona aragonesa de época medieval que no ha sido profanada. De saberlo, su hijo Jaume II y Roger de Lúria estarían satisfechos de haberle honrado con la exquisita piedra púrpura.
BIBLIOGRAFIA:
- Historia breve de Cataluña. David Agustí. Editorial Silex, 2007.
- Otra Historia de Cataluña. Marcelo Capdeferro. Editorial Acervo, 1990.
- Bañeras recicladas. Xavier Serra.
- Wikipedia.
- CASPAR DAVID FRIEDRICH - sábado, 24 de junio de 2023
- Cercant l’Art III (nº5, juny) - sábado, 24 de junio de 2023
- EL PALACIO DE DIOCLECIANO - sábado, 20 de mayo de 2023
Interessant aquest article d’un època convulsa i gloriosa de la nostra història. També m’he llegit el blog del Xavier Serra sempre molt documentat i he sabut, rellegint el Rovira i Virgili, que el dit Roger de Llúria era calabrès establert a Catalunya. Es dona la circumstància que Pere II el Gran enfrontat amb el rei de França, Felip l’Ardit pel territori català i amb el papa Martí que el va excomunicar, tots tres van morir el mateix any 1285. I com, un article com el teu, m’ha despertat la curiositats per la història
Fantàstica entrada Cinta, que farà que gaudim encara més de la propera visita al monastir de Santes Creus.. ! I has fet un nou adepte a la Història…!!! Tenim al Lluis molt motivat (no només per la cuina i les travesses de muntanya)👌😃👏👏👏
Fantàstic Cinta!
Gràcies a tu veurem el sarcòfag-banyera de Pere III amb uns altres ulls!
I parlant d’ulls… m’ha vingut a la memòria una lectura de fa molts anys que em va sorprendre i esgarrifar fins al punt d’encara recordar-la:
Es veu que Roger de Llúria, després de guanyar l’última batalla naval a francesos i genovesos, a Roses, davant de les Formigues, va agafar als pocs francesos sobrevivents – només dos-cents setanta – i després de cegar-los a tots, excepte a un que va deixar borni, els envià lligats pel coll i en fila índia a peu cap a París, perquè poguessin, en penosa comitiva i gràcies al borni, complir la missió d’entregar un expeditiu missatge seu al rei Felip III, l’Atrevit!
El missatge no el recordava, però l’he buscat i l’he trobat. És força graciós.
«Señor, no sólo no pienso que galera u otro bajel intente navegar por el mar sin salvoconducto del rey de Aragón, ni tampoco galera o leño, sino que no creo que pez alguno intente alzarse sobre el mar si no lleva el sello con la enseña del rey de Aragón en la cola para mostrar el salvoconducto del rey aragonés.»
Brutalitats de la història. Una més.