EL GEÓGRAFO DE VERMEER

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Figura de la entrada: Vista de Delft. Johannes Vermeer, 1661. Óleo sobre lienzo, 96,5 x 117,5 cm. Rijksmuseum. Amsterdam.

CONCURS CERCANT L’ART (GENER):

SOLUCIÓN: El geógrafo. Johannes Vermeer, 1669. Óleo sobre lienzo, 53 x 46,6cm. Städel Museum. Fráncfort.

ACERTANTES (por orden alfabético): Lluis Veciana, M Josep Bel, Pepe Ruiz, Pere Ramirez i Pere Sanchez.

COMENTARIO

Cada uno ve el mundo a su manera. Vermeer lo miró a través de la luz de su ventana, detenido en los pequeños detalles de su casa y de su gente. Pintó los rostros, las manos y las vestiduras de personas en apariencia corrientes, pero  cuyos gestos, gracias a él, quedaron suspendidos en una calma eterna y conmovedora que al contemplarla cobra vida. 

Vermeer nos muestra un mundo íntimo y modesto del que parece enamorado. Consiguió transmitirnos ese amor encerrado entre cuatro paredes creando una atmósfera de sublime delicadeza mediante su técnica depurada y minuciosa, el dominio de la luz, la maestría en la composición y su enorme capacidad de captar el instante.

Muchacaha leyendo una carta
Muchacaha leyendo una carta. Vermeer, 1657-59. Óleo sobre lienzo, 83 x 64,5 cm. Gemäldegalerie Alte Meister. Dresde. (Atribución: The Yorck Project (2002)  10.000 Meisterwerke der Malerei. Comons wikimedia)
El sombrero
Militar y muchacha riendo. Vermeer, 1657. Óleo sobre lienzo, 50,5 x 46 cm. The Frick Collection. New York. (Atribución: BAGeJEKy9TZJog — Google Arts & Culture)

¿Por qué permaneció Vermeer fiel a su realidad doméstica sin caer en los excesos del Barroco, el estilo imperante en Europa? ¿Por qué se alejó de las escenas bíblicas y retratos de la aristocracia, de las posturas crispadas? Más allá de sus gustos personales, que no dejó escritos, el factor determinante fue haber nacido en Delft en 1632.     

Delft era una ciudad que pertenecía a las provincias rebeldes del norte de los Países Bajos, donde se había combatido con los reyes de España durante 80 años para conseguir su independencia. Lo lograron tras la Paz de Westfalia de 1648 que puso fin a la Guerra de los Treinta años, el terrible conflicto bélico entre las potencias europeas. La firma del tratado confirmó la división de los Países Bajos; las provincias meridionales (la actual Bélgica, principalmente) continuaron formando parte de la corona española y las provincias septentrionales consiguieron su ansiada soberanía. 

Para los pintores holandeses, el contexto sociopolítico  determinó en gran manera la elección de sus temáticas, porque la riqueza estaba en manos de los comerciantes, la política con tintes de república y la religión con manchas de sangre recientes.

Los pocos nobles que quedaron tras la independencia, apenas tenían dinero y eran observados con recelo, pues los ciudadanos eran partidarios de autoadministrarse. Lo mismo le sucedió a la Iglesia; la lucha contra España fue también una lucha contra la Iglesia católica y sus pretensiones autocráticas. En las Provincias del Norte predominaba el calvinismo, centrado en los textos bíblicos. El arte utilizado por el catolicismo como instrumento de propaganda se desterró de los espacios sagrados e incluso se destruyó de forma violenta.

Los artistas buscaron nuevos clientes y los encontraron entre la burguesía floreciente, deseosa de sentirse protagonista de los cuadros y de reconocer los lugares que habitaba. Para satisfacer sus gustos, los pintores miraron a su alrededor y captaron las escenas cotidianas  de su tiempo.

A pesar de las guerras y tensiones políticas, las Provincias del Norte se habían convertido en el centro comercial más importante del norte de Europa a comienzos del siglo XVII. A ello contribuyó en gran manera La Compañía Holandesa de las Indias Orientales, fundada en 1602 por una asociación de comerciantes. Los Estados Generales (la asamblea parlamentaria formada por miembros de las siete provincias del norte) le concedieron un monopolio de 21 años para realizar actividades comerciales en Asia. Sus barcos transportaban especias, té y tabaco a Europa, aportando a los Países Bajos una envidiable riqueza. Fue la primera corporación multinacional en el mundo y la primera compañía que publicó sus finanzas. Con ella nació “La Bolsa” y el juego causó furor porque personas alejadas de la actividad comercial, como artesanos y agricultores, podían participar en sus beneficios comprando acciones.  Además, la compañía (VOC por sus siglas en neerdanlés) poseía poderes cercanos a los de un gobierno, incluyendo la potestad de declarar la guerra, negociar tratados, acuñar moneda y establecer colonias. Fue una compañía de gran importancia y volumen de negocios durante casi dos siglos, pagando un dividendo anual de 18% durante casi 200 años, hasta que llegó a la bancarrota y fue disuelta el 31 de diciembre de 1799.

Además de las colonias en  Asia para el comercio de especies, principalmente en Indonesia, los barcos holandeses poblaron lugares remotos como  Sudáfrica y conquistaron colonias portuguesas en Brasil y Angola. Un asentamiento de especial importancia y trascendencia para el futuro fue Nueva Amsterdam (hoy Nueva York) desde donde emprendieron el negocio de las pieles, particularmente de castor, las cuales empleaban en la fabricación de sombreros por su resistencia e impermeabilidad. Era tanta la demanda de sombreros que el castor se había extinguido en Europa y se lanzaron a su captura en Norteamérica, aprovechándose de las tribus indígenas.

La colonización de nuevas tierras y los viajes y el comercio transoceánico impulsaron a la ciencia de la geografía y la cartografía. En los Países Bajos los mapas formaban parte de la decoración de las viviendas, como en el caso de la de Vermeer, tal como aparece en muchos de sus cuadros. Los mapas conferían a su propietario el prestigio de alguien interesado por las cosas terrenales en contraposición de las divinas, como señal de modernidad. De los catálogos de venta se desprende que muchos mapas se presentaban en dos versiones, una para el uso práctico y otra para decoración.  

Poco se conoce de la vida de Veermer, pero parece que no viajó (mucho no debió ausentarse de su casa porque tuvo quince hijos, cuatro de los cuales fallecieron a corta edad) y que sin embargo estaba interesado en la geografía. De hecho, se conserva un mapa pintado por Veermer para uso práctico.

Precisamente, el protagonista de la obra presentada este mes es El geógrafo. Se cree que podría tratarse de Anton van Leeuwenhoeck, un comerciante y científico de Delft, conocido por sus trabajos en la incipiente microbiología.

Marc 1
El geógrafo. Johannes Vermeer, 1669. Óleo sobre lienzo, 53 x 46,6cm. Städel Museum. Fráncfort. (Atribución: xQFs38J6ShT4nA — Google Arts & Culture)

Vermeer captó al geógrafo pensando y su expresión es la del que está alumbrando una buena idea. Su pelo, largo y rizado, está recubierto por un gorro y recogido detrás de las orejas y va vestido con una túnica de estilo japonés, entonces popular entre los estudiosos. Está inclinado sobre la mesa recubierta de papeles y libros; con la mano derecha sostiene un compás y una potente mano izquierda está apoyada en un libro, aunque mejor decir que aferrada a él. En la pared del fondo aparece la esquina de un mapa y sobre el armario un globo terráqueo. No hay duda de que está trabajando y a qué se dedica. La luz que entra por la ventana le ilumina y crea sombras en el fondo y en los pliegues de la exquisita tela doblada sobre la mesa. La perspectiva es magnífica y el colorido discreto pero soberbio.

Es curioso, porque la mayoría de protagonistas de los cuadros de Vermeer son mujeres jóvenes, a menudo embarazadas, y cuando aparecen varones suelen estar de espaldas. Sin embargo, El geógrafo y otro científico, El astrónomo, dan la cara; quizá con esa deferencia Veermer quiso ensalzar la ciencia y mostrarle su respeto.

Veermer, para desgracia de sus admiradores, debía ser un perfeccionista porque solo pintaba tres o cuatro cuadros al año. Con esas escasas ganancias era difícil mantener a su numerosa familia y casi siempre tuvo que recurrir a la ayuda de otros parientes. Murió cargado de deudas, como ha sucedido a tantos grandes artistas.  

Solo se conservan 37 cuadros de Vermeer, 28 de los cuales están expuestos en el Rijksmuseum de Amsterdam hasta el 4 de junio. Desgraciadamente ya se han agotado todas las entradas, a pesar de haberse ampliado el horario de visita hasta las 23 h. Nos queda el consuelo de la visita virtual en la página web del museo, leer  La joven de la perla de Tracy Chevalier (novela) o El sombrero de Vermeer de Timothy Brook -una historia de la economía y de la cultura de la época a partir de la descripción pormenorizada de algunos de los cuadros más emblemáticos del pintor de Delft- o bien ver el estupendo documental El mundo en un cuadro de Vermeer, basado en este último libro, disponible en Filmin.  

Cinta
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Neuròloga amb desig de gaudir i d'aprendre amb i dels amics.

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