ÉDOUARD MANET

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Figura de la entradaClaude Monet en su barca a orillas del Sena. Édouard Manet, 1874. Óleo sobre lienzo, 80 x 98 cm. Neue Pinakothek, Múnich. (Fuente: The York Project).

CONCURS CERCANT L’ART (MAIG):

SOLUCIÓN: La ejecución del emperador Maximiliano. Édouard Manet, 1867. Óleo sobre lienzo, 252 x 305 cm. Kunsthalle Mannheim, Alemania. (Fuente: The York Project).

ACERTANTES (por orden alfabético): Lluís Veciana, Pepe Ruiz, Pere Ramirez y Pere Sanchez.

COMENTARIO

Napoleón III propuso a Maximiliano de Habsburgo como emperador de México en 1864. La retirada de las tropas francesas del país tres años después propiciaron su captura y fusilamiento (ver  el artículo de este mismo número, México: de la independencia al Segundo Imperio).

Precisamente fue un francés, Édouard Manet (París 1832-París 1883), quien inmortalizó la ejecución de Maximiliano I. Alrededor de este tema realizó tres pinturas de gran formato que se encuentran en la Nacional Gallery de Londres, el Museum of Fine Arts de Boston y la versión definitiva en la Galería de Arte de Mannheim (Alemania).

Manet era de ideología republicana, pero probablemente  pintó estas obras al no ser insensible al horror que provocó en toda Europa la ejecución de un miembro de la casa Habsburgo por soldados de un país lejano.

Las sensibilidades políticas del momento y la fuerte censura policial durante el reinado de Napoleón III, imposibilitaron a Manet exhibir los cuadros del fusilamiento en el Salón de París. Había varias razones por las que el cuadro resultaba incómodo a las autoridades: Francia había sido derrotada, desvaneciéndose la pretensión de convertir a México en un protectorado y, para más inri, los soldados del pelotón de fusilamiento que aparecen en el cuadro no están ataviados con el uniforme mexicano de la época, sino como del Ejército Imperial Francés y la gorra roja del sargento que recarga su rifle es una referencia al emperador galo.

No era la primera ocasión en que una obra suya era vetada.

El Salón de París era una sala de exposición estatal patrocinada por el emperador, donde una vez al año se exhibían unas 2.500 obras, seleccionadas por señores mayores de gusto conservador. Manet tardó mucho tiempo en poder exponer allí porque muchos de los temas de sus lienzos no eran compatibles con el ideario de la entidad.

Ese fue el caso del hoy tan famoso Desayuno sobre la hierba de 1863, en el que una mujer desnuda está sentada en el claro de un bosque junto a dos hombres bien vestidos y detrás de ellos una mujer se baña en una charca.

Manet. Desyuno
Desayuno sobre la hierba. Édouard Manet, 1863. Óleo sobre lienzo, 208 x 264 cm. Musée d’Orsay. (Fuente: Google art project)

Más escandaloso todavía fue Olimpia por la reivindicadora desnudez de una mujer de mirada fría que aparece tumbada en la cama con una iluminación deslumbrante, sin apariencia avergonzada ni pose incitante. El efecto queda reforzado por los colores planos, que deben mucho al estudio de los grabados japoneses, de moda en esa época.

Manet. Olympia
Olimpia. Édouard Manet, 1863. Óleo sobre lienzo. Musée d’Orsay. (Fuente: Google art project)

Ambas obras entusiasmaron a los pintores más jóvenes por lo que suponían de observación directa de la vida contemporánea, por su naturalidad y por su emancipación técnica. Manet se convirtió así, casi sin quererlo, en el personaje principal del grupo que se reunía en el Café Guerbois, la cuna del Impresionismo.

El Salón rechazó también a pintores impresionistas, lo cual les empujó a tomar una conciencia de grupo que los llevaría a formar la Société Anonyme des Artistes para realizar exposiciones colectivas, algunas de ellas en el Salón des Refusés.

Pese a que se le considera uno de los padres del Impresionismo, Manet nunca fue un impresionista en el sentido estricto de la palabra. Hasta mediados de la década de 1870 no empezó a utilizar las técnicas propias de este estilo, jamás expuso con el grupo y nunca dejó de acudir a los Salones oficiales, aunque le rechazaran. Tuvo que esperar al final de su vida para conseguir el éxito que su talento merecía y no llegó a disfrutar del total reconocimiento que supuso una exposición de su obra en el Salón de Otoño de 1905.

De todos los artistas de su tiempo, Manet fue quizás el más contradictorio. Inicialmente imbuido en la corriente del realismo, muy relacionado con la revolución industrial, se decantó por escenas de la vida de la burguesía urbana, a diferencia de otros contemporáneos suyos más inconformistas como Daumier, Courbet o Millet que tomaron conciencia de los problemas sociales de la clase obrera. Sin embargo, violó deliberadamente los convencionalismos burgueses y los cánones del arte académico, traduciendo a un lenguaje figurativo moderno unos temas ya apreciados por los antiguos maestros. Por otro lado, aunque se le consideraba un personaje controvertido y rebelde, se pasó casi toda su vida buscando la fama y la fortuna y, lo que quizás sea más importante, un pintor que ahora es aceptado como uno de los grandes, solía mostrarse inseguro de su dirección artística y profundamente herido por las críticas hacia su obra.

El tono general de la obra de Manet no es el de un pintor radical únicamente preocupado por el mundo visual. Es más bien un sofisticado habitante de la ciudad, un caballero que se ajusta en todo al concepto decimonónico de dandi: un observador distante, refinado, que contempla desde una elegante distancia el espectáculo que le rodea. 

La notoriedad de Manet, al menos en las etapas tempranas de su carrera, se debió más a los temas de sus cuadros, considerados escandalosos, que a la novedad de su estilo.

Como suele ser habitual, la concepción artística de Manet tuvo mucho que ver con su posición social. Su padre era magistrado y alto funcionario del Ministerio de Justicia y su madre hija de un diplomático. La alta burguesía se había enriquecido en el siglo XIX gracias al comercio y la industria y, como ocurre con los grupos recién formados, se había dotado de normas especialmente estrictas, entre ellas la preponderancia de los hombres y la moral sexual. Dicen que el pintor siempre iba correctamente vestido, evitaba los círculos bohemios de París y se ajustaba a las normas de la alta sociedad. Un ejemplo: cuando tenía 20 años tuvo un hijo con una pianista holandesa, pero al ser de un estatus social inferior, no se casó con ella hasta la muerte de su padre en 1883 y no legitimó nunca al muchacho, sino que lo hicieron pasar por el hermano menor de la madre.

Algunos todavía creen que Manet fue un pintor de técnica deficiente, completamente incapaz de conseguir una coherencia espacial o compositiva. Otros piensan que fueron precisamente estos “defectos” los que constituyeron su deliberada contribución a las drásticas y enormemente fructíferas transformaciones que introdujo en la estructura pictórica, aunque él afirmaba que «no tenía intención de acabar con los viejos métodos de pintura ni de crear otros nuevos».

Su maestro, Thomas Couture, le había inculcado que para ser un gran maestro hay que escuchar las enseñanzas de los que lo han sido en el pasado y él realizó numerosas copias de los grandes de la pintura en el Louvre y otros museos que visitó a lo largo de sus viajes, uno de ellos El Prado.

Precisamente, La ejecución de Maximiliano I parece inspirado en el cuadro El tres de mayo en Madrid de Goya, aunque Manet no consiguió dotar al lienzo de todo el dramatismo que logró el pintor español. Fue acusado por los críticos de falta de sentimiento, de incapacidad de captar, o al menos de crear, un «equivalente pictórico de las resonancias morales y psicológicas de un tema tan escalofriantemente brutal», como sí había hecho su predecesor.

Goya. El 3 de mayo
El 3 demayo en Madrid. Francisco de Goya, 1814. Museo del Prado. (Fuente: The Prado in Google Earth)
Sept 1
La ejecución del emperador Maximiliano. E. Manet, 1867. Kunsthalle Mannheim, Alemania. (Fuente: The York Project).

Manet dispuso de fotografías aparecidas en periódicos de la época y el cuadro se puede enmarcar en lo que entonces era la vanguardia artística denominada realismo. No parece haber una carga emocional ni moralizante, sino simplemente la descripción de un hecho concreto: el tiempo es el presente; el lugar, Querétaro; las víctimas no son ni más ni menos humanas que sus ejecutores; los espectadores son observadores anónimos.

Poco después, Manet pintó El balcón, otro cuadro inspirado en Goya. En él aparecen tres jóvenes amigos del pintor. La muchacha con un sombrero de flores y mirada ausente mientras se pone o se quita los guantes y sostiene un paraguas era Fanny Claus y casi lo único que se sabe de ella es que tocaba el violín. Detrás de las dos mujeres aparece el pintor paisajístico Antoine Guillemet, conocido en su época pero hoy prácticamente olvidado, y al fondo a la izquierda un hombre con una jarra sobre una bandeja, apenas reconocible en la oscuridad: el hijo natural de Manet.

Majas al balcon. Goya
Majas al balcón. Goya, 1808-1812. Colección particular del Barón Rothschild, Suiza. (Fuente: artehistoria.com)
Manet El balcon
El balcón. Édouard Manet, 1868. Musée d’Orsay. (Fuente: The York Project)

La mujer sentada en primera fila, la más cercana al espectador, es el personaje más destacado del cuadro. Ocupa un mayor espacio, su figura está mucho más definida y su rostro es más expresivo. Los ojos ennegrecidos sugieren tristeza y su actitud soledad. Era Berthe Morisot, una pintora también de familia acomodada, alumna de Camille Corot, uno de los primeros en salir a la naturaleza para pintar sus paisajes, en vez de realizarlos en el estudio siguiendo las pautas románticas o clásicas. Fueron precisamente los paisajes los que hicieron que Berthe fuera aceptada en el Salón antes que Manet, a pesar de ser nueve años más joven.

En las Majas al balcón de Goya, sus personajes se relacionan, se tocan, casi se les escucha cuchichear y reírse. Por el contrario, en El Balcón de Manet los jóvenes están callados y tampoco parecen interesarse unos por otros, todos miran en direcciones distintas. Se puede especular que el pintor quiso mostrar la soledad en grupo, algo así como el aislamiento, pero sin duda intervinieron otros motivos menos filosóficos. Por una carta se sabe que pintó a los personajes en su estudio por separado y que le llevó mucho tiempo terminarlo; es posible que el ambiente no siempre fuera propicio. Parece que Guillemet tuvo que posar quince veces y aún así no salió bien. También se dice que la mujer del sombrero estaba enfadada, aunque no se sabe si por estar tanto tiempo de pie o porque no se veía suficientemente guapa.

En un primer momento el cuadro da la impresión de realista: figuras enmarcadas por elementos cotidianos como las persianas, la barandilla de hierro y el tiesto. Sin embargo, Manet trata a los personajes de forma distinta y los pinta como si estuviera a la altura de sus ojos, aunque en el París de la época los balcones se colocaban entre la segunda y cuarta planta, y en la habitación no penetra la luz, todo lo cual contradice los principios del realismo.

Manet si pudo exponer El balcón en el Salón, pero no logró venderlo. Conservó el lienzo en su estudio hasta su muerte. Entonces lo compró Gustave Caillebotte, pintor y generoso mecenas que legó su colección con abundantes obras de los Impresionistas al Estado, cuyo comité de expertos solo aceptó la mitad de la herencia. Esto causó un doble escándalo: los progresistas protestaron porque se rechazaba la mitad y los conservadores porque entraban impresionistas en colecciones públicas. De Manet solo fueron aceptadas dos obras, una de ellas El balcón, que hoy en día cuelga en el Musée d’Orsay. ¡Vaya expertos tenía el Estado! 

Bibliografia:

  • Los secretos de las obras de arte. Rose-Marie & Rainer Hagen. Ed. Taschen.
  • Historia del Arte. Mary Hollingsworth. Tikal Ediciones.
  • Wikipedia.
Cinta
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Cinta

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Un comentario en «ÉDOUARD MANET»

  • el domingo, 29 de octubre de 2023 a las 9:27 am
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    Un altra lliçó d’història de l’art, i van..
    Cinta, magnífic i exhaustiu viatge per la vida i la proposta de Manet. Mai ha estat un pintor del meu gust, però sens dubte forma part de les referències de la època, per mi més realista que impresionista, avui reconec a través del teu escrit algun dels defectes que jo no sabía traduir, les composicions. Per mi, les seves pintures queden sempre com molt “encorsetades” i no tradueixen cap mena de dramatisme, l’exemple del fusellament i la seva comparació amb Goya no deixa lloc a la dubte.
    Moltes gràcies Cinta

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