CALÇOTADA 2022
28 de febrero del 2020.
En un pueblecito rural entre Tarragona y Valls, concretamente en el Casal del Rourell, este grupo de amigos celebró con cierta inquietud, puesto que ya había aparecido un letal y cada vez más cercano virus, la última calçotada.
Como siempre todo un éxito.
Al despedirnos teníamos, como siempre también, varios objetivos apuntados en la agenda.
Uno era el “sopar gastronòmic” en “Rooftop smokehouse” organizado por Lluís que estaba a las puertas.
También se libraba en un divertido torneo dialéctico el gran desafío culinario basado en recetas de arroz que iba a tener lugar en Can Cerdà el 25 de abril con diferentes equipos…. teníamos la victoria asegurada!!!
26 de febrero 2022.
Han pasado dos años exactos, pero ya nada es igual en el mundo, ni siquiera en este reducido mundo de queridos amigos.

Nadie podía sospechar que tardaríamos dos años en repetir esta imagen.

Bastó una chispa para incendiar el cariño, las ganas de reencontrarnos físicamente y la mosca cojonera del grupo.
La mosca, el incansable Pere S., decidió que hasta aquí llegaba la broma del bicho (el virus, que nadie se sienta aludido) y había llegado el momento de abrir de nuevo el paréntesis.
Bien es cierto que la exitosísima cita organizada el noviembre pasado por Lourdes en Mallorca produjo los primeros éxtasis colectivos y la sensación de tener la normalidad más cerca.
Todos temblamos ante la propuesta ya que en aquel entonces el contagio iba al alza y el encuentro parecía una utopía y una cierta temeridad.
Los test de antígenos previos y las mascarillas en interiores (el disfraz de Spiderman de Hugo era eso, un disfraz, no un equipo de protección anticovid, lo detallo para los menos perspicaces) demuestran que no estamos en la cima.
Sin embargo no recuerdo a nadie que se reprimiera a la hora de repartir largos y apasionados besos y abrazos.
Confieso que si duran más los que recibí yo no respondo por una posible erección.


EL LUGAR


Ay Pere, Pere, Pere, ¿Por qué nos dejaste sin tu presencia al lado de tu casa?
El entorno es increíble. Huele a Pere.
Cuidadísimos frutales y viña domada.
Alguien lo definió como un “secarral”. Un magnífico secarral, diría yo, donde el hombre demuestra su determinación más firme y su capacidad de lucha con un entorno hostil.
Un lugar sólo apto para valientes o desesperados, pero que indiscutiblemente va a forjar un carácter. Un lugar sin duda especial.
Al llegar vimos a tres jóvenes recostados con sus bicicletas en la cuneta.
Pere me contó, “nosotros ya éramos así, pero frenábamos la bicicleta con el zapato y la marcha la llevábamos incorporada”.
Tu Castellserà de la infancia al fondo. “Me habría gustado enseñaros mi casa y de dónde vengo” … y a mí verla.
Repetiremos ¡seguro!
También te digo que si llegas a venir no regresamos a casa ni a las dos de la madrugada.
LA CITA/LA BODEGA
Puntuales como clavos, aunque nunca he entendido la puntualidad de los clavos.
Día frío y soleado.
Las cigüeñas saludan a los buitres que van llegando.
El entorno anunciado no desmerece.
Manel (¿Cómo se te ocurrió Pere darle el mando a él? ¿Fue la fiebre?) dirige unos para aquí, la bodega, y otros para allí y vete tú a saber por donde se metieron.
Yo estoy muy cerca de la “teletransportación”y la “clarividencia”, pero todavía no la domino. .

Empezamos la visita y conocemos a Marta, hermosa (lo que dejaba ver la mascarilla) y delicada criatura. Nuestra guía por los entresijos de la bodega.
La historia y descripción de la bodega me la salto porque está en internet, igual meto la pata y a Begoña y a mí sólo nos interesaban los detalles realmente importantes.
Después de dos copas de tanteo decidimos tirar al blanco.
La tal Marta, muy simpática y bella a pesar de la mascarilla (lo repito por si no ha quedado claro) estaba obviamente enamorada del propietario del lugar, un tal Cusiné. Coinciden poco pues ella sólo trabaja los fines de semana.
La pasión del relato sobre tan ardiente relación y nuestro interés iba en aumento conforme pasábamos del vino blanco al tinto.
Nuestra perspicacia confieso que era un poco alucinatoria, pero no parábamos de reír y retroalimentarnos.
No teníamos dudas con la tercera copa que lo que nuestra apasionada guía tiene por su jefe o bien es admiración desbocada digna de estudio o bien se trata de sexo sin más.
En esos momentos, una desconcertante Begoña que se había atiborrado de vino (si con las tres copas se le ponen esos desconcertantes y brillantes ojitos lujuriosos, me emociona pensar qué habría pasado con una cuarta…) y de picos de pan (los muy ratas del lugar no te dan ni chorizo para amortiguar el vino) empezó su cuestionario particular.
Yo la ficho, por Dios!!!
Empezó por intentar conocer detalles de los hijos. Luego, con la lengua más descontrolada de lo esperado, entró en otros profundos detalles a los que Marta, que también se había atizado unas cuantas copas e iba sin freno de emergencia respondió altamente emocionada.
Yo casi me meo de risa.
Begoña me vas a quitar el sitio, eres muy grande.




Perdido el oremus después de una cata de vinos donde se supone que solo te mojas los labios y entre nosotros no quedó ni una gota en la botella, con unas papilas gustativas más que dudosas y más noticias que el “Hola” entramos en la tienda.
Yo en esas condiciones ya no podía controlar mis impulsos ni seleccionar la compra.
Os confieso que para comprar me basé en criterios altamente cualificados que consistían en la estética de las etiquetas, éste es mi nivel.
Con los paquetes a cuestas pasamos de nivel.
LA IGLESIA
Llegan los que faltaban.
Los abrazos y los besos se multiplican más que los patos del lugar.
Al final creo que besé deliberadamente, más de una vez y diría que algo libidinosamente a todas las chicas. Ya me perdonaréis…el vino.
Si en la Facultad era “el dos copas” y aquí llevaba tres….
Nos ponemos en acción no recuerdo ni como. Seguramente de milagro porque nos dirigimos a la iglesia del lugar.
Lugar trascendente para la historia Púa porque es donde se casaron Pere y Loli.
Para otros detalles ir a Wikipedia o a Cinta.. el arte y la historia no me pertenecen.
Suerte que Pere no estaba porque con sus detalladísimas explicaciones y anécdotas del lugar ese día no comemos y aún a día de hoy estaríamos allí metidos en un bucle.
LA COMIDA
Para empezar calçots.

Algunos comieron calçots como si no hubiera un mañana con la de pedos que provocan.
Manel se hizo el tonto (lo tiene fácil) y se dejó asesorar por Carmen.


No debo comentar la secuencia porque esta es una sección muy recatada y no describo orgías culinarias.
Pasamos ciegos de calçots (algunos) al comedor.
Excelente.
Gran mesa donde daba gusto ver a todo el grupo allí sentado. Un sueño.
Llega la sopa. Qué sopa! Más de uno se puso de sopa hasta las cejas (es una pista), que estaba excelente y entonaba hasta los maseteros que se habían congelado fuera entre calçot y calçot.
El comedor se convirtió en el juego de las sillas dónde nadie terminaba en la suya.
Más vino
Brindis, discurso y merecida mención a los ausentes.
Hay ausentes y ausente.
Ya nada volverá a ser lo mismo sin el añorado y esperpéntico Ramón.
Nuria, muchísimas gracias por venir y contarnos tantos maravillosos relatos y anécdotas de su vida.
Un placer inmenso tenerte entre nosotros.
Las cuentas milagrosamente cuadran tras ponerse al frente de las mismas nuestra muy eficaz Rosa junto a un sospechoso habitual, Manel.
Tras la copiosa comida nos levantamos de la mesa lo cual es obvio porque si no esta crónica la estaría escribiendo desde la barra del bar y no desde mi casa.
Paseamos por el bello entorno del castillo para intentar bajar lo imposible.


PENELLES
Más besos, más abrazos.
Coches al atardecer en dirección al pueblo de Penelles.


Los grafitis nos esperan y no defraudan.





La tarde es inexorable, el frío se deja notar. Hugo ha tenido su rúa y sus churros chamuscados que nos comemos entre todos y depositamos en un inimaginable espacio estomacal entre calçot y calçot.
Los grafitis dan más de si, pero el tiempo se agota.
El grupo se dirige a los coches que nos llevan al final del sueño.
Más besos y más abrazos que no saben cuándo se repetirán.

Ya en el coche como recuerdo se libra una batalla intestinal.
No huelo a pedo y me siento defraudado con mis acompañantes que deben estar a punto de reventar.
Tal vez sea que ya no discrimino por el cariño inmenso que siento hacia ellos.
Cantamos, hablamos algo menos y comentamos ya lo que pertenece a la eternidad.
Yo por mi parte contuve bien mis impulsos gaseosos hasta que encontré la libertad de la calle.
Gracias Pere S. y millones de gracias a todos.
Amigo Pepe, te escribí en privado agradeciéndote esta magnifica entrada y la participación que me brindaste en ella desde mi cama, febril por el dichoso COVID.
Una hermosa y cariñosa puesta en escena, envuelta siempre en esa sutil ironía que tan bien manejas, de una jornada gorgoteante de burbujitas emocionales, también de vino y cava.
Un recuerdo fotográfico excelente, una magnífica mesa desbordante de amistad y cómo no, siendo ese un lugar amado en mi memoria, mi tierra, un derroche de sensaciones y nostalgias que has hecho invadir y nublar mi mente visualizando vuestro encuentro en la tierra que me acogió y me vio crecer.
Una pena no haberos acompañado, y a la vez, una inmensa alegría veros nuevamente fundidos entre abrazos.
Pepe, te quiero. 😘😘
Ah!, Sin pasarse, eh!!😀
Pepe, nuevamente en una de tus destornillantes crónicas. Esos brillantes relatos que la realidad transporta a tu mente y que en cuestión de minutos salen transformados en un kandinsky que no sabes ni por donde cogerlo.
Lo de Marta y sus virtudes como guia enológica no ha estado mal, donde si te has quedado un poco corto es en el tema Begoña. Bueno, bueno, bueno, con dos copitas se puso sembrada y con tres, deberías haberte fijado y descrito la cara de Pepe al ver a su mujer como camino de “La Paloma” un jueves cualquiera de nuestra tierna memoria.
Por lo demás, que te voy a decir, un poco escasas las referencias a los menos habituales: Natalia, Nuria, Bernadette , l’Albert..pero globalmente genial incluso sin flatulencias de por medio.
Un abrazo amigo
Gracias Pepe por esa crónica tan divertida y perspicaz del reciente encuentro. No diré que al leerla es como si hubiera ido porque la imaginación no llega donde lo hacen las miradas y los abrazos, pero si puedo hacerme una idea de cuanto disfrutasteis y lo que me he perdido. El saber de las reuniones en grandes o pequeños grupos siempre me hace mucha ilusión y aumenta el anhelo de próximos encuentros. Espero que no falte mucho para volver a veros. Un abrazo.
Pepe, esta crónica es magnífica, con tanto vino parece que se te ha ayudado a fijar en la memoria el encuentro de la calçotada. jaja es estupendo veros a todos y las risas que no falten.
besos
hasta pronto!!!
Pues fíjate que lo has explicado tan bien y tan detallado que me he sentido un poco en la calçotada…, jaja….. Bueno, te felicito por la gracia con que cuentas las cosas. Eres un reportero de mucha altura-….
Lo mejor, saber que os lo pasasteis bien y que el cariño fue el denominador común de la reunión, por encima de calçots, sopa y etiquetas de vino… jaja
Un fuerte abrazo.
Pepe,como siempre maravilloso, entrañable, a veces desternillante… al ser tan importante el encuentro se merecía una crónica tuya de alto nivel… y así ha sido.
Entiendo que para no perder ritmo en el relato no cuentes que cuando llegó a la mesa humeante la tentadora escudella llena de tropiezos, yo tuve que salir corriendo hacia la carpa calçotera y la bodega – menos mal que me esperaba Marta, bellosguardo, amabilísima- buscando desesperadamente mi móvil que ya daba por perdido…hasta que apareció a mi vuelta en tu bolsillo!!
Entiendo que habria sido muy largo contarlo. Jajajaja. Lo cieto es que pasado el sustito, engullí la escudella, todo lo que siguió e incluso a mis amigos, muy, muy, muy a gusto.
Gracias txato!
Pere S: Tu vas estar de cor present tot el dia amb nosaltres! No et dic més.
Saber que ara esteu bé m’alegra molt més.
A tots els que no vàreu poder ser-hi sos va trobar a faltar.